Publicado junio 09, 2025 por Aurelio Vázquez Sánchez con 0 comentarios

Hoodoo Gurus-Stoneage Romeos

Hoodoo Gurus-Stoneage Romeos

El horizonte se extendía implacable, una inmensidad de tierra rojiza bajo un cielo invernal de un azul pálido y límpio. A lo lejos, las siluetas dentadas de las MacDonnell Ranges se perfilaban con una nitidez fría y distante contra la atmósfera cristalina. La vegetación, austera y resistente, salpicaba el paisaje con tonos grises y ocres: matojos de spinifex endurecidos por las heladas nocturnas y eucaliptos de tronco plateado que susurraban con la brisa fresca. El aire, aunque seco, tenía una cualidad vivificante, y el sol, aunque brillante, ofrecía una calidez tenue sobre la extensión desolada.

En medio de esta vasta quietud invernal, como un refugio solitario en la lejanía, se alzaba "The Drunken Dingo". Sus paredes de madera rústica, curtidas por los elementos, ofrecían un respiro del aire fresco. Un letrero desvencijado, con la silueta desdibujada de un dingo, crujía suavemente con el viento helado. Alrededor, la llanura se extendía en una paleta de colores terrosos bajo la luz invernal, un silencio profundo solo interrumpido por el canto ocasional de un pájaro resistente o el eco distante de un vehículo rompiendo la calma del Outback en esta estación más fría.

El polvo rojo del outback australiano se arremolinaba en la entrada del "The Drunken Dingo", un solitario bar de carretera a unas cuantas horas polvorientas de Alice Springs. Era agosto del 84, y el aire vibraba con el helor del desierto. Dos figuras curtidas por el sol y el viento entraron al local casi al unísono. Eran Barry y Doug, ambos ganaderos de Brahman, con sus sombreros Akubra polvorientos y sus botas de cuero desgastadas.

Justo cuando la puerta chirrió al cerrarse tras ellos, la robusta dueña del bar, una mujer de pelo rojizo llamada Sheila, puso un disco en el tocadiscos. Un ritmo enérgico y guitarrero llenó el aire.

Auriculares blancos Temu

Hoodoo Gurus!", exclamó Barry, dejando su bolsa de viaje sobre una mesa de madera tosca. "¡'Stoneage Romeos'! Buen gusto, Sheila." Estos tios son muy buenos. Y también son australianos...

Doug asintió, desabrochándose la camisa a cuadros. "Sí, señora. Un poco de buen rock and roll para quitarse el polvo del camino."

La aguja cayó sobre el vinilo y los primeros acordes de "(Let's All) Turn On" inundaron el bar.

Sheila les espetó con una sonrisa: ¿Qué les parece muchachos para empezar la tarde?

Barry golpeando el ritmo con el pie, afirmó: ¡Me encanta! Me encanta el rock guitarrero. Tiene esa energía bruta, ¿sabes? Como cuando arreábamos al ganado más terco al amanecer. Te despierta de golpe.

Doug sorbiendo una cerveza de golpe, continuó con la descripción: la guitarra tiene ese sonido... como un motor V8 recién arrancado. Y la voz, despreocupada, como si nada le importara excepto el momento.

Sí, esa actitud canalla que tienen, asintió Barry. Y el estribillo es pegadizo como una garrapata en verano. ¡Te dan ganas de salir a la carretera a toda velocidad!

Totalmente, confirmó Doug. Es una canción que te hace sentir joven otra vez, ¿no crees? Aunque mis rodillas me digan lo contrario después de un día en la silla de montar.

Sheila, riendo mientras les sirve otra ronda, interviene. ¡Hablando de sentirse joven, Barry, ¿cómo va ese nuevo tractor que compraste? ¿Sigue dando problemas?

¡Ni me lo recuerdes, Sheila! Le espetó Barry. Esa cosa tiene más mañas que un dingo viejo. El otro día se me paró en medio del campo y tuve que caminar tres kilómetros bajo el frio para buscar ayuda. ¡Casi me congelo como un filete en la nevera!

Doug, con una sonrisa burlona, le contestó: Ya te dije que tendrías que haberte quedado con el modelo antiguo. Esos sí que eran tractores de verdad.

¡Ah, sí! Como tu vieja camioneta, ¿no? Se revolvió Barry. La que tarda media hora en arrancar ahora en este tiempo.

Ambos hombres rieron, el sonido resonando en el bar casi vacío. Sheila limpiaba la barra con una sonrisa, disfrutando de la animada conversación.

La aguja del tocadiscos pasó a la siguiente canción. Un ritmo más melódico comenzó a sonar.

Sheila, de nuevo al quite: Aquí tienen otra del álbum. "'I Want You Back'".

La melodía más melancólica de "I Want You Back" llenó el ambiente.

Uhm, esta es diferente. Más...sentimental, ¿no crees? Añadió Doug mas reflexivo.

Sí, tiene ese toque de arrepentimiento, confirmó Barry. Como cuando vendes una buena vaca por un precio bajo y al día siguiente te enteras de que la vendieron al doble. Te queda esa sensación en el pecho...

Exacto, asintió Doug. La letra habla de querer recuperar a alguien. Apuesto a que todos hemos pasado por eso alguna vez. Ya sea una mujer, un buen perro pastor o incluso una herramienta que perdiste.

Barry, asintiendo pensativo, afirmó. Recuerdo una vez... tenía una perra kelpie, la llamé "Blue". Era la más lista y trabajadora que jamás tuve. Un día, simplemente desapareció. La busqué durante semanas. Esta canción me recuerda un poco a esa sensación. Querer que vuelva.

Sí... a mí me recuerda a cuando mi Jenny se fue a la ciudad un tiempo. Dijo Doug. La granja se sentía muy vacía sin ella. Esta canción tiene esa misma sensación de vacío. La música es más suave, como una noche tranquila sin el ladrido de los dingos.

Sheila, acercándose para rellenar sus vasos, aportó su sabiduría. El amor y la pérdida, muchachos. Son temas universales, supongo. Incluso en medio del desierto.

Así es, Sheila. Incluso aquí. Afirmó Barry. ¿Y tú, alguna vez has sentido algo así?

Sheila, con una sonrisa enigmática, les confirmó. Todos tenemos nuestras historias, Barry. Todos las tenemos.

El tocadiscos siguió girando, y la siguiente canción comenzó a sonar, con un ritmo más alegre y reconocible.

¡Ah! Aquí viene una de mis favoritas. "My Girl". Esa era Sheila. Y sonrió.

Los acordes pegadizos y optimistas de "My Girl" llenaron el bar. Barry sonrió.

¡Ah, esta sí que levanta el ánimo! Tiene ese ritmo que te hace mover los pies sin darte cuenta.

Doug asintiendo con la cabeza, dijo. Sí, es más alegre. Me recuerda a cuando mis hijos eran pequeños y corrían por la granja, llenos de energía. Esa despreocupación...

La letra es sencilla, pero efectiva. Continuó Barry. Habla de esa chica que te hace sentir bien, ¿sabes? Como cuando después de una larga sequía por fin llueve y ves reverdecer la tierra. Te da esperanza.

Totalmente. Y la melodía tiene ese toque... como si no se tomaran demasiado en serio, pero al mismo tiempo te contagian su alegría. Es como ver un atardecer rojizo después de un día duro. Te relaja. Esta fue la aportación de Doug.

Sheila, secando un vaso con un trapo, les preguntó curiosa. ¿Así que ambos tienen una "chica" que les trae esa sensación?

Barry le contestó rápidamente. Bueno, mi mujer, Carol, siempre ha sido mi roca. Incluso en los momentos más difíciles en la granja, siempre tiene una palabra de aliento y una sonrisa. Ella es mi "chica", sin duda.

Jenny también es mi faro. Continuó Doug. Con tantos kilómetros de tierra y a veces la soledad del campo, saber que ella está ahí hace toda la diferencia. Y ver a mis nietos corretear... eso también es una buena dosis de alegría.

Sí, los nietos... esos pequeños demonios te roban el corazón, ¿verdad? Contestó Barry. El mío el otro día intentó "ayudarme" a arreglar una cerca y terminó enredado en el alambre como un cordero perdido. ¡Menudo susto me dio!

¡Ja, Ja, Ja! Rió Doug. Los míos son igual. Una vez, la pequeña agarró un bote de pintura azul y decidió que las gallinas necesitaban un cambio de imagen. ¡Imagínate el panorama!

Los tres rieron ante las anécdotas familiares. El ambiente en el bar se había vuelto aún más cálido y distendido. La siguiente canción en sonar tenía un aire exótico.

Cambiamos de ritmo ahora. Sheila hizo de presentadora. Aquí viene "Leilani".

La melodía tropical y misteriosa de "Leilani" flotó en el aire.

Uh... esto es un cambio, ¿eh? Dijo sorprendido Doug. Suena como si estuviéramos de repente en una isla en lugar del medio del desierto.

Barry, entrecerrando los ojos, como si estuviera visualizando la escena, asintió. Sí, tiene ese aire... exótico. Como esas postales que a veces ves de lugares lejanos con palmeras y playas de arena blanca.

La guitarra tiene un sonido como de olas rompiendo suavemente. Y la voz... es como un susurro en la brisa cálida. No se parece a nada de lo anterior del álbum.

No, es verdad. Es como una pequeña escapada sonora. Barry tampoco se quedó manco. Me imagino estar tirado en una hamaca con un trago frío en la mano, sin tener que preocuparme por las sequías o los precios del ganado. ¡Un buen cambio de aire!

Sheila, apoyada en la barra, aportó también lo suyo. Siempre me gustó esta canción por eso. Te transporta a otro lugar por un momento. ¿Alguna vez han tenido la oportunidad de viajar fuera de esta zona, muchachos?

Yo fui una vez a la costa, hace años. Respondió Doug. El océano era inmenso, nunca había visto tanta agua junta. Era... impresionante, pero también un poco intimidante. Prefiero la inmensidad seca del Outback, supongo. Al menos aquí sabes a qué atenerte.

Barry, afirmó con cara de tristeza. Yo nunca salí de esta parte del país. Mi padre era ganadero, y yo seguí sus pasos. Siempre hay trabajo que hacer aquí. Pero sí que he soñado a veces con ver esos lugares que salen en las revistas. Islas tropicales, montañas nevadas...

Soñar es gratis, Barry. Y esta canción te da un poquito de ese sueño. Aunque luego vuelves a la realidad del polvo y las moscas.

Ambos compartieron una pequeña risa melancólica. La canción "Leilani" terminaba, dejando una sensación suave y onírica en el ambiente. La siguiente canción en sonar tenía un título corto y enigmático.

Sheila, como DJ, anticipó la siguiente canción. Y ahora... "Tojo". Brutal.

Los primeros acordes de "Tojo" sonaron con una energía cruda y casi punk.

¡Uf! Esto es más directo, ¿eh? Sin rodeos.

Sí, tiene una fuerza... casi agresiva. Como un toro Brahman embistiendo una cerca.

La batería marca un ritmo implacable. Y la guitarra es afilada, como alambre de púas. No es una canción para bailar lento, precisamente.

La letra... bueno, es un poco enigmática, ¿no? Ese "Tojo"... ¿a quién se referirán?

Barry contestó la duda. Quién sabe. Quizás algún personaje que les dio problemas. Como ese inspector de ganado que siempre nos ponía pegas con las marcas. ¡Ese sí que era un "Tojo"!

Sheila, riendo, les espetó. ¡Ah, sí! El viejo Peterson. Siempre con su libretita y sus normas.

Esta canción tiene esa sensación de frustración contenida que a veces sientes cuando las cosas no salen como quieres en la granja. El clima, los precios... a veces dan ganas de gritar.

Exacto. Es como un desahogo musical. Aunque no sepas exactamente de qué están hablando, sientes la rabia y la intensidad.

Sheila, aportó su filosofía. Es curioso cómo una canción sin una letra clara puede transmitir tantas cosas, ¿verdad?

Supongo que la música tiene su propio lenguaje. A veces no necesitas palabras para entender lo que se siente.

El último acorde de "Tojo" resonó en el bar. Hubo un breve silencio antes de que Sheila levantara la aguja del tocadiscos.

Bueno, muchachos. Era Sheila, la que intervenía curiosa. Hemos recorrido un buen trozo del álbum. ¿Qué les ha parecido la experiencia en general?

Ha sido... interesante. Me ha hecho pensar en cosas. Y recordar otras. Buena música para un bar de carretera en medio de la nada.

Sí, Sheila. Gracias por ponerlo. Ha sido mejor que escuchar el motor de mi vieja camioneta durante horas.

Sheila sonrió satisfecha. No es un consuelo, pero me vale...

Me alegra que lo hayan disfrutado. ¿Otra ronda antes de que se pongan de nuevo en camino?

Por mi, sí. Doug?

Una más no le hace daño a nadie.

Bueno, Doug, después de escuchar todo el disco... ¿qué te parece en general? Ahora hablaban los dos ganaderos entre ellos.

Peluches de Koala Temu

Doug, pensativo, rascándose la barba, afirmó con cara de entendido. Es puro rock, y a mi me gusta el buen rock. Es... variado. Tiene sus momentos de energía bruta, como "(Let's All) Turn On" y "Tojo", que te dan una patada en el trasero. Pero también tiene otras más... melódicas, como "I Want You Back" y esa "Leilani" que te transporta a otro mundo.

Sí, esa es la palabra. Variado. No es un disco que se quede en un solo estilo. Te sorprende con cada canción. Algunas te dan ganas de acelerar con la camioneta por un camino polvoriento, y otras te hacen pensar un poco más.

Para ser sincero, algunas letras son un poco... raras, ¿no crees Barry? Como esa de "Leilani". No sé muy bien de qué va, pero la melodía te atrapa.

¡Bah! Las letras... a veces no importa mucho. Lo importante es el ritmo y cómo te hace sentir la música. Y en eso, creo que estos Hoodoo Gurus saben lo que hacen. Tienen ese sonido australiano, ¿sabes? Un poco desaliñado pero con fuerza.

Si, es verdad. Afirmó Doug. No suenan como esas bandas melosas que ponen a veces en la radio de la ciudad. Estos tienen más... garra. Es un disco que podrías poner en el bar mientras te tomas una cerveza después de un día duro en el campo.

Exacto. No es pretencioso. Es rock and roll directo, sin muchas complicaciones. Algunas canciones te las aprendes a la primera escucha. Otras te intrigan un poco más. En general, diría que es un buen disco para tener en la colección.

Sí, coincido. Confirmó Doug. No es el mejor disco que he escuchado en mi vida, pero tiene canciones pegadizas y una energía que se agradece. Le daría un... ¿qué dirías tú, Barry? ¿Un siete sobre diez?

Yo quizás un siete y medio. Por esa "My Girl", que me levanta el ánimo cada vez que la escucho. Y por esa rareza de "Leilani". Sí, un siete y medio suena justo. Un buen disco australiano para gente de verdad. Sencilla, humilde, del desierto, como nosotros.

Sheila comenzó a servirles otra ronda. En ese momento, la puerta del bar se abrió y entró una mujer menuda, vestida con ropa de viaje y con un mapa arrugado en la mano. Miró alrededor con aire desorientado.

Disculpen... ¿esta es la carretera hacia Oodnadatta? Preguntó la mujer con cierto apuro.

Barry y Doug se miraron.

Barry, con una sonrisa pícara, le contestó. Bueno, señora... depende de si tiene un buen vehículo y mucha paciencia. Y si le gusta hablar con canguros.

Doug, guiñándole un ojo a Barry, le añadió. Y si sabe cómo arreglar un pinchazo bajo las heladas de la noche.

La mujer los miró confundida. Sheila se acercó con una sonrisa amable.

Tranquila, cariño. Estás en el lugar correcto. Estos dos solo están bromeando. Son nuestros "expertos" locales en caminos polvorientos y fauna peculiar.

Barry y Doug se encogieron de hombros con una sonrisa inocente.

Solo decíamos la verdad, señora. Esa fue la excusa de Barry.

Sí, solo queríamos darle una... cálida bienvenida australiana.

Y así, en medio de las risas y el eco lejano del rock and roll de los Hoodoo Gurus, la vida seguía su curso en el peculiar universo del "The Drunken Dingo".

Adaptador de viaje Temu

Epílogo

La banda australiana Hoodoo Gurus se formó en Sídney en 1981. Inicialmente, la banda contaba con Dave Faulkner (voz principal y guitarra), Roddy Radalj (guitarra) y Kimble Rendall (guitarra), junto con James Baker en la batería. Su sonido se caracterizó por una mezcla de garage rock, power pop y referencias a la cultura pop americana. Tras algunos cambios iniciales en la formación, incluyendo la salida de Radalj y Rendall, se unieron Clyde Bramley (bajo) y Brad Shepherd (guitarra), consolidando una alineación definitiva.

Su álbum debut, "Stoneage Romeos", fue lanzado en marzo de 1984. Este álbum, lleno de canciones de garage punk con toques pop, fue un éxito en Australia, alcanzando el puesto 29 en las listas australianas y obteniendo el disco de oro por sus ventas. En Nueva Zelanda llegó al puesto 32 y en Suecia al 38. Además, tuvo un impacto notable en las listas universitarias de Estados Unidos, donde llegó al número 1. El álbum incluía sencillos como "Leilani", "Tojo", "My Girl" e "I Want You Back", contribuyendo a establecer la reputación de la banda tanto por sus grabaciones como por sus enérgicas presentaciones en vivo.

Yo conocí a esta magnífica banda, en los finales años 80, gracias a mi buen amigo Jose, que me los recomendó. Escuché primero, su segundo álbum, el Mars Needs Guitars!, del cual quedé sumamente encantado de su música tan rockera y tan guitarrera. Y después, conseguí grabarme este Stoneage Romeos, en un CD virgen, años después; me diseñé la portada en papel, le conseguí una cajita de CD, y aun lo conservo, entre mis CD's en su hueco correspondiente. Esta banda no hace sino acentuar mi gusto por las bandas australianas, de algunas de las cuales ya he dado buena cuenta en La Playlist del Yeyo. Y aun han de venir mas. Seguir atentos y lo comprobareis.

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Publicado junio 02, 2025 por Aurelio Vázquez Sánchez con 0 comentarios

The Rolling Stones-Sticky Fingers

The Rolling Stones-Sticky Fingers

 En el corazón de la pequeña emisora, anidaba un estudio de grabación donde el tiempo parecía suspenderse. Las paredes, vestidas con paneles acústicos de un gris desgastado, absorbían el eco del mundo exterior, creando un santuario de sonido. En el centro, una mesa de mezclas con sus incontables potenciómetros y botones de colores, brillaba bajo la tenue luz de la lámpara. Era el cerebro y el corazón de ese universo minúsculo, capaz de tejer voces y melodías en la urdimbre invisible del éter.

Frente a ella, un micrófono de condensador, con su rejilla plateada y robusta, se alzaba como un centinela silencioso, esperando capturar cada susurro, cada risa, cada historia. Alrededor, los auriculares colgaban de sus soportes, como orejas pacientes que habían escuchado innumerables confesiones y sueños.

Y ahí estaba yo, sentado en medio de todo este universo, nervioso, y esperando a mi ilustre invitado. Cogí los auriculares, y me los acoplé en las orejas. Revisé mis notas, respiré profundo..., y sonreí. Mi invitado acababa de llegar. Le hice un gesto de OK con el dedo pulgar, y le ofrecí asiento en su sillón frente a mi. Los nervios me atenazaban, pero le eché valor... ¡y comenzé!

Yeyo:

¡Saludos, melómanos y viajeros sónicos! Soy el Yeyo, y esto es mi playlist, "La Playlist del Yeyo". Hoy, amigos, hemos roto las barreras del espacio-tiempo. En un giro inesperado de los acontecimientos, he tomado prestado el Delorean de Regreso al Futuro, y he viajado un poco con él. Me encuentro en el año 1971, sentado frente a la leyenda, frente al icónico Mick Jagger, en un pequeño estudio de grabación en Londres. ¿Cómo llegué aquí? Bueno, eso es un secreto que solo se revela a través del poder de la imaginación, y la magia del podcast "La Playlist del Yeyo".

Como he dicho, estoy en Londres, es la primavera de 1971, y el aire vibra con una electricidad palpable. El motivo: acaba de salir a la luz una obra maestra, un disco que huele a cuero, a humo y a desafío. Hablo, como no, de “Sticky Fingers” de The Rolling Stones. Y para desgranarlo, para sentirlo en vena, tengo el inmenso, el cósmico y enorme placer de tener frente a mí, no a una leyenda cualquiera, sino a la leyenda en plena ebullición: el único, el inimitable, Mick Jagger. ¡Mick, es un inmenso honor tenerte aquí, conmigo, bienvenido a "La Playlist del Yeyo"… del futuro, para ti! Gracias por haber aceptado mi humilde invitación a venir a este blog, y a este podcast.

Con una sonrisa relajada y una energía contagiante, Mick toma asiento frente a mí. La atmósfera está cargada de anticipación y emoción. Se escucha una risa un tanto ronca, juvenil, llena de chulería y encanto.

Barra de sonido Temu
Ponte en la tele, un video de los Rolling y con esta barra de sonido, fliparás.

Mick Jagger:

(Con su inconfundible acento británico, y un deje de picardía en la voz). El placer es mio, hombre, siempre es un gusto hablar con alguien que aprecia el buen rock and roll. "La Playlist del Yeyo", ¿eh? Suena a algo que se nos ocurriría a nosotros después de un par de copas de más. Así que… ¿vienes del futuro a hablar de "Sticky Fingers"? Me gusta. Siempre hemos estado un poco adelantados a nuestro tiempo, ¿no crees? (Rie).

Yeyo:

¡Exactamente! Y hablando de buen rock & roll, enhorabuena por el lanzamiento de "Sticky Fingers". Un discazo, Mick. Una auténtica joya. La portada, por cierto, es… inolvidable. ¿Qué nos puedes decir sobre el proceso creativo detrás del álbum?

Mick Jagger:

Bueno, queríamos algo que impactara, ¿sabes? La portada fue idea de John Pasche y lo ha clavado. Pero el disco… el disco es una amalgama de emociones, experiencias, la vida misma. Lo grabamos en Muscle Shoals, Alabama, un sitio con mucha onda, y también en los estudios Olympic de Londres. Creo que se nota en el sonido, en la energía que tiene.

Yeyo:

Antes de meternos en harina con las canciones, ¿cómo sientes tú este disco en comparación con, digamos, “Let It Bleed”? ¿Hay una evolución consciente, un cambio de piel para los Stones?

Mick Jagger:

Mira, Yeyo, cada disco es un jodido retrato del momento. “Let It Bleed” tenía esa oscuridad del final de los 60, ¿sabes? Con “Sticky Fingers” queríamos… bueno, no es que lo planeáramos al milímetro, pero sentíamos que necesitábamos sonar más directos, más crudos, quizás un poco más… sucios, si me entiendes. Keith ha estado tocando mucho con afinaciones abiertas, y eso ha traido un nuevo groove. Y, claro, está la llegada de Mick Taylor. Su guitarra le ha dado una fluidez distinta, más melódica, que contrasta con el filo de Keith. Es un disco más… americano, en cierto modo. Más blues, más country, pero siempre siendo los Stones. "Sticky Fingers" representa una etapa de madurez tanto musical como lírica. Nos ha permitido experimentar con diferentes géneros y sonidos, y creo que por eso creo que está cayendo tan bien con la gente.

Yeyo:

Absolutamente. Y esa "suciedad" de la que hablas se huele desde el primer corte, esa bomba llamada "Brown Sugar". Un riff icónico, una letra… bueno, polémica incluso para vuestros estándares. ¿Qué nos puedes contar de la génesis de esta canción? ¿Es tan autobiográfica como algunos sugieren?

Mick Jagger:

(Se ríe) ¡"Brown Sugar"! Sí, esa tiene pegada, ¿eh? El riff es puro Keith, una de esas cosas que saca de la chistera y sabes que va a funcionar. La letra… bueno, es rock 'n' roll, Yeyo. Imágenes, sensaciones. Ya sabes cómo va esto, coges un poco de aquí, un poco de allá… chicas, fiestas… La esclavitud, el sexo interracial… son temas potentes, ¿no? No es que me siente a escribir un manifiesto, es más bien capturar una vibra, una energía un poco prohibida. Musicalmente, es directa, es bailable, te agarra y no te suelta. Eso es lo que buscamos. Es el tipo de canción que enciende un club. "Brown Sugar" es… pura energía. Es la visceralidad del blues mezclada con el descaro del rock & roll. La letra, ya sabes, es… provocativa

Yeyo:

No hay duda. Aquí la tienen, oyentes, para que se enciendan donde estén.

¡Vean y escuchen esto!

Yeyo:

Y qué decir de esa guitarra de Keith… ¡Impresionante! Por cierto, ¿cómo es trabajar con Keith Richards en el proceso de composición? ¿Es una dinámica intensa?

Mick Jagger:

(Sonriendo) Keith es… único. Es el corazón y el alma de los Stones. Trabajar con él es un baile. Un baile de ideas, de riffs, de tensión y camaradería. A veces discutimos, claro. Pero al final, siempre nos encontramos. La magia surge de esa fricción.

Yeyo:

Mick, con toda esta vorágine de “Sticky Fingers”, la nueva década, el sonido evolucionando… ¿Te queda tiempo para algo más que no sea la música? Ya sabes, ¿alguna escapada para recargar energías o simplemente para... observar el mundo desde una perspectiva diferente? Leí que pasaste algo de tiempo en Francia el año pasado...

Mick Jagger:

(Sonríe, un brillo en los ojos) Bueno, uno intenta encontrar sus momentos, ¿no? El sur de Francia es… inspirador. Diferente al ajetreo de Londres o Nueva York. El sol, el mar… te da otra perspectiva. Pero la música nunca para, Yeyo. Incluso cuando estás "desconectando", las ideas siguen llegando. Es un goteo constante. Además, ¿quién puede resistirse a una buena fiesta? Aunque a veces, sí, una buena lectura o simplemente perderse por calles desconocidas… eso también alimenta el alma, supongo.

Yeyo:

Entiendo. Volviendo al disco, hay un cambio de tercio radical con "Wild Horses". Una balada bellísima, melancólica. Se siente muy personal. ¿Es una de esas canciones que sale del corazón de una manera más directa, menos filtrada por la pose del rockstar?

Mick Jagger:

"Wild Horses"… sí, esa es especial. Keith la trajo, la melodía principal, y yo trabajé en la letra. Tiene esa cosa agridulce, ¿sabes? Es sobre relaciones, sobre la distancia, sobre las cosas que no puedes controlar. Definitivamente tiene un toque más country, Gram Parsons tuvo algo que ver con eso, éramos buenos colegas y compartíamos ese amor por la música americana de raíz. Queríamos mostrar esa otra faceta, que no todo es guitarrazos y provocación. Hay una vulnerabilidad ahí, y creo que la gente lo nota. La instrumentación es más desnuda, el piano de Stu (Ian Stewart) es fundamental. Es una canción para escuchar con la guardia baja. "Wild Horses" es una canción sobre anhelo. Sobre el amor, la soledad, la distancia… El miedo a perder a alguien. En realidad, la escribí pensando en mi mujer. Es una de las canciones más personales que he hecho, me sale del alma, aunque no revelaré a quién la dedico.

Yeyo:

Y para sentirla muy adentro. Una joya. 

Yeyo:

Hablando de instrumentación y de crudeza… "Can't You Hear Me Knocking". ¡Menudo temazo! Empieza con ese riff marca de la casa y luego se transforma en una jam session épica, con el saxo de Bobby Keys y la guitarra de Mick Taylor volando libre. ¿Fue algo espontáneo en el estudio o estaba más estructurado de lo que parece?

Mick Jagger:

¡Esa fue magia pura en el estudio, Yeyo! El riff de Keith es asesino, de esos que te enganchan al instante. Grabamos la parte principal de la canción y pensamos que ya estaba. Estábamos por irnos, pero seguimos tocando, ¿sabes? Simplemente fluyó. Bobby Keys cogió su saxo, Mick Taylor se lanzó con un solo increíble… Nadie dijo "paremos". Rocky Dijon en las congas… se creó una atmósfera tremenda. Creo que ni sabíamos que las cintas seguían grabando. Fue una de esas cosas que simplemente suceden, una improvisación que capturó un momento único. Líricamente, es una súplica, un grito, ¿no? "Can't you hear me knocking?" – "No me oyes llamar?". Desesperación y deseo, todo mezclado. Nos encantó tanto que decidimos dejar la jam entera. Rompe un poco la estructura del álbum, pero ¿a quién le importa? Es rock 'n' roll. Espero que le guste a la gente.

Yeyo:

¡Y qué bien que lo hicieron! Es un viaje alucinante.

Yeyo:

Impresionante. Mick, aprovechando la oportunidad… imagino que la vida de una estrella de rock es… trepidante. ¿Cómo manejas toda la atención mediática?

Mick Jagger:

(Ríe) Bueno, siempre ha sido parte del juego, ¿no? Intento tomármelo con humor. Pero, al final, lo que importa es la música. El ruido, a veces, es ensordecedor, pero te puedes llegar a acostumbrar, sobre todo si tienes un buen whiskey a mano (guiño).

Yeyo:

Mick, en estos años, con la fama creciendo exponencialmente, las giras por todo el mundo… ¿cómo manejas la presión de los conciertos? ¿Hay alguna especie de "ritual", o manía que tengas antes de salir al escenario, o durante las grabaciones para mantener los nervios a raya, o canalizar toda esa energía?

Mick Jagger:

(Se encoge ligeramente de hombros, con una media sonrisa) Presión siempre hay, supongo. Pero una vez que estás ahí arriba, con la banda sonando a todo trapo y el público rugiendo, se te olvida todo. Es como una droga, la adrenalina. Antes de un show, bueno, un poco de calentamiento vocal, quizás un trago para templar los nervios, charlar con los chicos… Nada demasiado místico, la verdad. Se trata más de concentrarse en la música, en conectar con ella. En el estudio es diferente, más relajado, aunque a veces te atascas y te quieres arrancar los pelos. Pero sí, el escenario… es nuestro territorio. Allí somos invencibles.

Yeyo:

Lo creo firmemente. Luego tenemos "Bitch". ¡Qué título! Y qué energía. Es casi un puñetazo sonoro. Parece una respuesta a algo o a alguien. ¿Hay alguna historia particular detrás de esa canción?

Mick Jagger:

(Ríe con ganas) "Bitch" es… bueno, es directa, ¿verdad? Es un poco como dices, un puñetazo. Musicalmente, es puro Stones: guitarras afiladas, una sección rítmica que te golpea en el pecho. Los vientos de Bobby y Jim Price le dan ese toque soul cabreado. La letra… bueno, todos hemos tenido esos momentos de frustración, ¿no? Cuando sientes que todo se tuerce, que te están jodiendo la vida. Es una forma de desahogarse, de soltar lastre. A veces la inspiración viene de cosas así, de la pura mala leche. Y, seamos honestos, "Bitch" suena de puta madre en directo. Es un grito de guerra.

Yeyo:

¡Y tanto que lo es!

Yeyo:

Y para ir cerrando este análisis de algunas joyas de “Sticky Fingers”, no podemos olvidar "I Got The Blues". Aquí se palpa vuestro amor por el soul sureño, casi a lo Stax. Una interpretación vocal tuya impresionante, Mick. ¿Es un homenaje consciente a esos grandes del soul que tanto os han influenciado?

Mick Jagger:

Totalmente. "I Got The Blues" es nuestra carta de amor al soul clásico, a Otis Redding, a Solomon Burke… a todos esos gigantes. Queríamos capturar esa emoción cruda, ese lamento desgarrador que tienen sus canciones. El órgano de Billy Preston es fundamental aquí, le da esa atmósfera de iglesia, de confesión. Y los vientos, de nuevo, son clave. Intento cantar desde las entrañas, ¿sabes? Dejar que la emoción guie la voz. No se trata de técnica, se trata de sentimiento. Es una canción para cuando te sientes realmente hecho polvo, para cuando el blues te agarra de verdad. Es de las que más orgulloso me siento en el disco, vocalmente hablando. "I Got The Blues" es… la honestidad. Cuando me pongo triste, y quiero volcarlo en una canción, sale algo así. Un intento de conectar con el dolor de otra persona, para así conectar conmigo mismo. Un retrato, en blanco y negro, del estado emocional de alguien, de nosotros mismos.

Yeyo:

Se nota, Mick, se nota. Pura alma.

Yeyo:

Y con esta última joya, finalizamos nuestro viaje. Mick, ha sido un auténtico placer, un honor absoluto, un viaje en el tiempo y en la música que nuestros oyentes, estoy seguro, atesorarán. Gracias por tu tiempo y por esta conversación tan enriquecedora. ¿Algún mensaje para los oyentes de "La Playlist del Yeyo"?

Mick Jagger:

Mantengan el rock & roll vivo. Sigan buscando música que les haga sentir. ...Y no se olviden de escuchar a los Rolling Stones… por mucho tiempo, espero.

(Sonriendo) El placer ha sido mío, Yeyo. Es bueno saber que nuestra música sigue dando guerra por ahí, incluso en el futuro. Mientras la gente siga necesitando rock 'n' roll crudo y algo de blues para el alma, ahí estaremos los Stones. Ahora, si me disculpas, creo que Keith andaba buscando un encendedor… y puede que algo más.

Yeyo:

(Riendo) No te entretengo más, Mick. Mil gracias.

Hago un pequeño silencio en el que aprovecho para poner en orden mis emociones, y asimilar todo lo que he vivido y experimentado en este ratito de podcast.

La entrevista con Mick Jagger me deja una profunda impresión sobre la dedicación y el talento que hay detrás de "Sticky Fingers" de los Rolling Stones. Cada canción tiene su propia historia y su propio impacto, y escuchar a Mick hablar sobre ellas con tanta pasión es una experiencia única. A través de "La Playlist del Yeyo", puedo compartir con ustedes esta increíble conversación que trasciende el tiempo y nos conecta con uno de los momentos más icónicos de la historia del rock.

Altavoz inalámbrico Temu
Sonido impresionante para un altavoz inalámbrico

Yeyo:

Y a ustedes, queridos oyentes de "La Playlist del Yeyo", espero que hayan disfrutado de esta charla con un Mick Jagger de 1971, en la cresta de la ola de “Sticky Fingers”. La música es eterna, y hoy lo hemos comprobado. Gracias por estar ahí, y ...¡Hasta la próxima aventura sonora!

Epílogo

Este maravilloso Sticky Fingers fue publicado el 23 de abril de 1971, y rápidamente se convirtió en número 1 en medio mundo. La crítica lo trató muy bien, y a lo largo de los años, ha sido colocado por las revistas mas prestigiosas en los puestos mas altos de sus clasificaciones; por ejemplo, la revista Rolling Stone, a la cual yo le tengo mucha fe, lo colocó en 2003 en el puesto nº 63, de los 500 mejores álbumes de todos los tiempos, ahí es nada. 

La Playlist del Yeyo, ha tardado mucho tiempo en conocer en profundidad este Sticky Fingers, solo conocía sus temas mas conocidos y los que figuraban entre sus grandes éxitos. Ha tenido que llegar el siglo XXI, y con el, las aplicaciones de streaming, para que pudiera escuchar este disco. Debido a mi "deformación" de la música, en la que he pasado de darle el protagonismo a las canciones en lugar del álbum, sin querer, de dejado un poco de lado el mundo de los discos, para darle todo el protagonismo a las playlist, y en esas estamos. Por eso este blog se llama como se llama. Pero no me olvido de los álbumes, y aunque tarde un poco, pero ahí sigo, escuchando cosas "nuevas" del siglo XX. Aunque sea en el siglo XXI. Y este Sticky Fingers, de los Rolling Stones, aunque tarde, pero es un discazo, enorme, con todas las letras. Me encanta, es rock puro, es la esencia de los Rolling; ya sabéis que soy un fan declarado de los Stones, y todo lo que hagan, me gusta. No puedo decir otra cosa, os mentiría. Y La Playlist del Yeyo, tiene el enorme placer de tener este magnífico discazo entre su contenido. Echarle un vistazo a la playlist de los años 70, que está quedando espectacular. Y aun faltan cosas...

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Publicado mayo 26, 2025 por Aurelio Vázquez Sánchez con 0 comentarios

Herman's Hermits-The Best

Herman's Hermits

La luz tenue de la pequeña iglesia de San Bartolomé se filtraba a través de las vidrieras, tiñendo de colores el pulido ataúd de madera clara. Sobre la tapa, una fotografía de Don Ramón sonreía con esa calidez que siempre le caracterizó, y justo al lado, reposaba un vinilo: “The Best of Herman’s Hermits”. Su álbum predilecto, la banda sonora de tantas tardes de su juventud y madurez.

El Padre Miguel, amigo íntimo de Ramón desde que ambos eran críos correteando por las calles del pueblo, se acercó al atril con una paz serena en el rostro. La sala estaba en silencio, expectante. Un suave murmullo de vinilo llenó el aire cuando la aguja se posó sobre el disco. Sonaba el crepitar de los surcos del vinilo, por tantas y tantas veces pinchado.

“Hermanas y hermanos,” comenzó el Padre Miguel, con voz cálida y reconfortante. “Nos hemos reunido hoy para despedir a Ramón, un hombre bueno, un amigo leal, un alma… musical.” Hizo una breve pausa, mientras los primeros acordes alegres de una canción inundaban el espacio. El volumen era acorde a la solemnidad del acto.

Cuelga este precioso reloj guitarrero, en el cuarto donde tienes tu música

“Esta música que ahora escuchamos, la de los Herman's Hermits”, continuó el Padre, con una leve sonrisa, “nos habla de juventud, de ese optimismo contagioso que Ramón siempre irradió. Es una melodía sencilla, directa al corazón, como lo era él. ¿No les parece que tiene una frescura, una… alegría contagiosa, que nos invita a recordar los buenos momentos, a pesar de la tristeza de hoy?”

Dejó que la música sonara unos instantes más. Era I’m into Something Good.

El Padre Miguel retomó la palabra cuando la canción se desvaneció suavemente. “Ramón siempre encontraba la bondad en las pequeñas cosas, esa chispa de ilusión que esta canción tan bien transmite. Era de esas personas que te hacían sentir que algo bueno siempre estaba a punto de suceder.”

Un breve silencio permitió que los recuerdos florecieran entre los asistentes. Algunos sonreían levemente.

“Y luego,” prosiguió el cura, mientras la siguiente melodía comenzaba a sonar, “tenemos esta otra canción. Una historia sencilla, cotidiana, de afecto familiar… de un cariño entrañable hacia alguien cercano. ¿No les evoca esa sensación de tener a alguien especial en la vida, alguien que ilumina nuestros días con su simple presencia? Ramón tenía ese don, el de hacerte sentir querido, como una hija encantadora para una madre.”

La melodía dulce y pegadiza de Mrs. Brown, You’ve Got a Lovely Daughter, llenó la iglesia.

El Padre Miguel esperó unos segundos antes de continuar. “Ramón valoraba profundamente los lazos familiares y la amistad sincera. Esta canción, en su simpleza, nos recuerda la belleza de esos afectos puros y desinteresados.”

Un carraspeo suave anunció la siguiente canción. Su tono melancólico era inconfundible.

“Ahora,” dijo el Padre con una voz ligeramente más grave, “escuchamos una melodía que habla de ausencias, de un vacío que se siente cuando alguien importante ya no está. Pero incluso en esa tristeza, hay una belleza, una aceptación serena de la realidad. ¿No les parece que esta canción, aunque melancólica, tiene una dulzura agridulce, como los recuerdos que a veces nos embargan?”

Sonaba No Milk Today.

Una señora en las primeras filas se secó una lágrima discretamente. El Padre Miguel asintió con comprensión. “La vida a veces nos presenta despedidas dolorosas, como la de hoy. Pero incluso en el ‘no hay leche hoy’, en esa falta, podemos encontrar la fortaleza para seguir adelante, recordando con cariño lo que tuvimos.”

El ritmo alegre de la siguiente canción rompió la atmósfera ligeramente melancólica.

“Pero la vida sigue, ¿verdad?” exclamó el Padre Miguel, con un brillo en los ojos. “Y a veces, en medio de la rutina, de lo esperado, surge algo nuevo, una sorpresa, una pequeña revolución personal. Esta canción nos habla de ese instante en el que algo está sucediendo, algo que nos saca de nuestra zona de confort, que nos llena de una energía renovada. Ramón siempre estuvo abierto a las novedades, a las pequeñas alegrías inesperadas.”

Something’s Happening resonaba ahora en la iglesia.

Mientras la canción seguía su curso, el Padre Miguel observó a los presentes. Vio una leve sonrisa en el rostro de un joven, y a una señora moviendo ligeramente los pies al ritmo de la música. Sonrió con cierta complicidad.

“Y ahora,” anunció el Padre, con un tono suave y casi confidencial, mientras los acordes inconfundibles de la siguiente canción comenzaban a sonar, “una melodía que evoca paz, tranquilidad… un momento de sosiego en medio del ajetreo del mundo. ¿No sienten esa sensación de calma, como si un silencio reconfortante lo cubriera todo?”

There’s a Kind of Hush (All over the World) llenó el espacio con su dulzura.

Mientras la melodía envolvía a los presentes, el Padre Miguel vio algo que le hizo sonreír. En una esquina, apoyada en una columna, una mujer mayor bailaba suavemente, dejándose llevar por la música, con una expresión de pura alegría en su rostro. Y cerca de la puerta, Don Antonio, conocido por su afición a la cerveza, sostenía una lata entre sus manos, con una sonrisa nostálgica.

Cuando la canción terminó, el Padre Miguel volvió a tomar la palabra, su voz ahora cargada de una emoción palpable.

“Ramón amaba la vida, en todas sus facetas. Amaba la música, la alegría, la amistad… y sí, seguramente no le habría importado esa cerveza, Don Antonio,” dijo con un guiño cómplice, provocando una suave risa entre algunos de los asistentes. “Él quería que este día no fuera solo de tristeza, sino también de celebración de todo lo que vivió y nos legó.”

Su mirada se dirigió al ataúd. “Recordemos su sonrisa, su optimismo, su amor por estas melodías que hoy nos acompañan. Aunque su presencia física ya no esté entre nosotros, su espíritu vive en nuestros corazones, vibrando al ritmo de estas canciones que tanto amaba.”

El Padre Miguel hizo una pausa, su voz ligeramente quebrada. “Despidámonos de Ramón con la misma alegría y vitalidad que él siempre demostró. Que esta música que tanto significó para él, siga resonando en nuestras vidas como un hermoso recuerdo de su paso por este mundo.”

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Gafas inteligentes, para ir escuchando música por la calle

Un silencio lleno de emoción inundó la iglesia. Luego, suavemente, la aguja volvió a posarse en el inicio del disco. Los primeros acordes del disco volvieron a sonar, esta vez con una sensación diferente, una mezcla de nostalgia y celebración.

El Padre Miguel sonrió con cariño. “Hasta siempre, querido Ramón. Sabemos que ahora estás disfrutando de toda la música que te gusta.”

Mientras los alegres acordes de los Herman’s Hermits llenaban nuevamente la iglesia, una sensación cálida comenzó a envolver a los presentes. Ya no era solo la tristeza de la despedida lo que se sentía en el aire, sino también una especie de celebración silenciosa, un recuerdo vivo de la energía y el espíritu de Don Ramón.

Algunos de los invitados comenzaron a tararear suavemente la melodía. La mujer que antes bailaba discretamente ahora movía los hombros con una sonrisa más amplia. Incluso Don Antonio levantó su lata de cerveza en un brindis silencioso hacia el ataúd.

El Padre Miguel observó la escena conmovido. Sabía que Ramón estaría feliz. Este era el adiós que él había imaginado, un adiós lleno de la música que amaba, un recordatorio de que incluso en la despedida, podía haber alegría y conexión.

Epílogo

Como en otros muchos casos, supe de esta banda allá por los finales de los años 90, cuando estaba en auge el llamado movimiento MP3, y las descargas alegales; y entre otras muchas bandas, descubrí a estos Herman's Hermits, e hice con ellos lo que he hecho tantas y tantas veces con otras bandas, conseguir un disco de éxitos, y si este me gusta, bucear mas por su historia, y descubrir otras cosas. Escuché primero un grandes éxitos de 1965, y me atrajeron unas cuantas canciones, y me las descargué con aquellos programas de descargas de la época, el Kazaa. Pero la cosa se quedó ahí, no seguí mas adelante, me conformé con esas pocas canciones. Fue unos cuantos años después, cuando me enteré de que había salido un nuevo recopilatorio, el de 2001, que es el que he traido aquí; y al escucharlo, me gustó mas, posiblemente por la calidad del sonido, ya que el antiguo sonaba muy arcaico, y este sonaba mas limpio. Ojo, no le quito ningún valor al sonido viejo del vinilo de los 60, ese aroma antiguo y crepitar de los surcos cuando pasa la aguja, es un sonido mágico, y delicioso; pero a mi entonces, me atrajo el nuevo disco. Y me lo descargué. Los Herman's Hermits tienen unas canciones deliciosas, alegres, que te suben la moral y el ánimo a la voz de ya. He destacado estos temas, pero podría haber seleccionado otras tantas, pues el disco es una delicia escucharlo, te mantiene en un estado de sonrisa tonta, embriagado de alegría, y buen rollo. Canciones como 'A Must to avoid', la versión de 'Dandy', de los Kinks, la delicada The End of the World, o la versión de Wonderful World, son preciosas canciones que completan un disco sabroso y exquisito. La Playlist del Yeyo no podía prescindir de estas preciosas canciones, y en la playlist de los 60, completa un repertorio realmente espectacular. Prueba a entrar, y lo comprobarás.

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Publicado mayo 19, 2025 por Aurelio Vázquez Sánchez con 0 comentarios

Oasis-(What's The Story) Morning Glory?

Whats the Story Morning Glory?

El frío londinense de octubre de 1995 azotaba con furia las calles de Camden. Los puestos de vinilos del mercado bullían de compradores en busca de la joya perdida. Amelia, envuelta en su abrigo de cuero y con el pelo revuelto por el viento, hojeaba las portadas, buscando algo que resonara en su alma melancólica. De ahí, pasó a la zona de los CD’s. Era lo que se llevaba ahora. Entonces, lo vio: (What’s The Story) Morning Glory? de Oasis. Era la portada, el diseño, la vibra, lo que sea, pero le gritó. Estiró la mano para cogerlo cuando…

– ¡Uy, perdona! – Una voz grave, con un acento del norte inconfundible, la interrumpió.

Un hombre alto, moreno, con una chaqueta bomber gastada y unos ojos azules que prometían más de lo que aparentaban, le devolvía la mirada con una sonrisa avergonzada.

– Nada, tranquilo. Yo también lo estaba mirando. ¿Te gusta Oasis? – Preguntó Amelia, sin poder evitar la curiosidad.

– ¿Que si me gusta? – respondió él, con una carcajada – Es lo único que he escuchado en los últimos meses. Soy Liam, por cierto.

– Amelia. Encantada – Contestó ella, sintiendo un inesperado calor en las mejillas.

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Decidieron tomar un café en un pequeño local cerca del mercado. La conversación fluyó con la facilidad de un río. Compartieron cigarrillos, risas y la innegable química que a veces surge de la nada. Pronto, la charla viró hacia la música. Liam sacó el CD de su mochila.

– Este álbum, Morning Glory, es una absoluta bestia – comentó Liam, mientras lo acariciaba – Lo escucho a todas horas, es una inyección de energía y épica a partes iguales. Hay una actitud descarada que no se ve a menudo, una rebeldía juvenil pero accesible. Y las melodías, madre mía, las melodías…

Amelia asintió, con un brillo en los ojos. Estaba de acuerdo, el disco la había impactado tanto como a él.

– Escucha – dijo Liam – vamos a darle al Roll With It... A ver, ¿qué te parece a ti? Hay esa bravuconería en su tono que ya conoces... Un ritmo acelerado que te impulsa... un himno simple pero que entra de inmediato... ¡Vamos! – Tras preguntar en el local si tenían equipo de música, le confirmaron que si, y Liam puso su canción predilecta para escucharla a un volumen considerable...

La melodía resonaba en el local, llenando el aire con su energía cruda. Después del estallido del último acorde, Amelia respiró hondo.

– Esa actitud tan "venga, pasa de todo"… A veces, cuando te sientes aplastada por la rutina y las expectativas, necesitas algo así. Un empujón, una bofetada musical que te diga que Roll with It, ¿sabes? Que la vida sigue, y que no te vengas abajo.

– Exacto – respondió Liam, con una sonrisa radiante – y el bajo... siempre me ha recordado un poquito al tema I Am The Walrus, de The Beatles. ¿Tú crees que se nota algo? Sin duda la influencia de los Beatles es innegable.

El sol comenzó a filtrarse por la ventana. La atmósfera se suavizó mientras avanzaban hacia la siguiente canción, aunque aún quedaban sensaciones fuertes. Al mirar la melancólica portada del álbum, sintieron las primeras sensaciones más intimistas, pero todavía emocionantes. La luz dorada reflejaba en las paredes de las tazas de café cuando Liam puso, delicadamente, Wonderwall.

Las primeras notas de guitarra, suaves y melancólicas, llenaron el local. Los ojos de Amelia se clavaron en los de Liam, que parecía transportado. Era de ensueño.

– "La honestidad visceral en las letras… Una especie de súplica directa al corazón… Pero con ese sentimiento de anhelo que te atrapa… Wonderwall, me parece, es la balada perfecta – comentó Liam, con un dejo de melancolía. – Simple pero perfecta. Creo que está ahí toda la tristeza del universo."

Amelia sintió que las palabras resonaban con una fuerza inusual. – Y esa simpleza, en cierto modo, es su fortaleza. Todo el mundo puede conectar con ese sentimiento de estar perdido, de necesitar un lugar al que pertenecer, a pesar de los complejos arreglos y capas de instrumentos que tiene…".

Se hizo un breve silencio, un instante de introspección compartido. Ambos eran conscientes de que estaban compartiendo algo más que una simple charla. La química, como los buenos discos, te atrapa sin pedir permiso, simplemente pasa... Liam cambió el tema del CD con un movimiento. Los ritmos de Camden le gustaban.

La charla sobre "Wonderwall" flotaba en el aire, dejando un dulce poso de empatía. Liam miró a Amelia, sus ojos brillando con una calidez inesperada. La música parecía haber creado un espacio de vulnerabilidad entre ellos.

– ¿Y tú, Amelia? ¿Qué te trae por estos lares, hurgando entre vinilos a la antigua? – preguntó Liam, cambiando de tema, sacudiendo un poco el halo musical.

Amelia molesta. La pregunta le devolvió a la realidad, aunque de forma agradable.

– No lo sé, la verdad. Supongo que huyo un poco del ruido, de la prisa. Trabajo en una oficina, un trabajo…gris– hizo una mueca – y me gusta venir aquí, perderme entre las discotecas, olvidarme de todo por un rato. Y hoy… bueno, hoy ha sido diferente.

Liam ascendió, entendiendo perfectamente esa necesidad de escapar.

– Todos necesitamos un escape. Yo antes curraba en la construcción. Duré poco. Era una tortura. Demasiado ruido, demasiado frío. – sonriendo, recordando – Pero al menos la experiencia me dio alguna que otra anécdota. Y luego está el tema de las relaciones… ¿En qué andas metida?

Amelia se encogió de hombros.

– Un poco de todo, supongo. En general… nada serio. Acabo de romper con alguien hace poco. Y decimos que estamos reajustando prioridades. Pensando qué es lo que realmente me hace feliz, lo que necesito, que siempre es más que "encajar".

Liam estaba interesado, grabando la conversación, por encima de su relación anterior...

– Entiendo perfectamente. A veces es necesario replantearse todo. Yo también pasé por eso… Hace tiempo – Dijo Liam, con la mirada perdida un instante. La pregunta flotaba en el aire... ¿Qué fue lo que pasó...? ¿Lo entendería...? Después, reaccionó rápidamente – No es tan importante. Pero se necesita tiempo. El camino no es fácil. Hay piedras por todas partes. – Liam le devolvió la mirada a Amelia, mostrándose con más sencillez... - Y, supongo que para sobrevivir a los vaivenes del amor, necesitas creer, y buscar, un poco en el futuro, un poquito en el pasado… para encontrar eso, tan tuyo, que te complete y te haga seguir, hacia algo mejor...

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Hubo un breve silencio, una pausa necesaria en esa especie de confesión mutua. Liam le sonríe, de nuevo con esa genuina alegría.

– Bueno, basta de penas – Dijo Liam – Hablemos de cosas alegres... ¿Has viajado mucho? ¿Qué te gusta hacer aparte de frotar vinilos y escapar del trabajo? –
Amelia irritante, sintiendo una oleada de alegría y alivio al romper la tensión emocional que se había creado.

– Siempre me ha gustado viajar… Pero… ya sabes, no es fácil… Con la pasta, el tiempo y demás… me encanta el cine y pasear. Y hacer fotografías, de vez en cuando.

Liam, de nuevo, admitió.

– Coincidimos – Sonrió Liam, mostrando su lado más "humano"–. Aunque… de momento, me gusta salir con mis amigos por las noches, tocar la guitarra con ellos, y esas cosas de hacer el idiota, que te acaban ayudando a seguir adelante... ¿Hay alguien que te guste?
Amelia no se sorprendió de esta sincera, pero a la vez delicada pregunta... A lo que se acercaba sin ruborizarse. Liam sonriendo, mirando, en ese momento, hacia la portada del disco, con ganas de evadirse del interrogatorio amoroso…
– Entonces… creo que te propongo… una terapia más eficaz para tus tormentas amorosas. ¿Qué te parece seguir explorando las joyitas que esconde este disco…? ¿De Oasis? – sonriendo con complicidad y volvió a sacar el disco con entusiasmo… El mundo, o Camden, volvió a girar... 

De nuevo en el local, de vuelta de sus charlas más íntimas, el álbum continuó con la melancolía necesaria para encarar lo que deparaba su charla con la letra y música de, Don’t Look Back in Anger...

Liam entonó suavemente las primeras líneas de Don’t Look Back in Anger.

– Siempre he visto esta canción como un himno de superación, de no rendirse. Es como… una caricia después de una caída – comentó Liam.

Amelia, apoyada en la mesa, asentía con la cabeza.

– Es un mensaje de esperanza. Es difícil no dejarse llevar por ese crescendo épico y esa melodía pegadiza que invita a cantar.

Cuando le tocó el turno a She’s Electric, los dos, tras horas de conversación, sintieron el golpe del final de un día perfecto.

La guitarra eléctrica danzaba con ritmo frenético...

– Un momento puro de locura y energía. Las letras son puro torrente…

El sol de la tarde, desatando la eclosión de sensaciones y sonidos en el local... Pero antes de que cada uno cogiese sus caminos... El cielo debía caer… Champagne Supernova, como no...

El cierre. Una oda lisérgica a la psicodelia.

– ¿Ves?… Esta canción te hace sentir que eres capaz de cualquier cosa, que no hay límites. Una obra maestra que encierra el espíritu de la banda...

La luz del sol ya caía sobre las calles de Camden mientras Amelia y Liam salían del local. Habían charlado durante horas, perdiéndose en las canciones de Oasis, compartiendo risas y confidencias. La atmósfera se sentía electrizante, con la magia de la complicidad flotando entre ellos.

– Gracias, Liam. De verdad. Ha sido… especial – dijo Amelia, con una sonrisa.

– El placer ha sido mío, Amelia. Ya sabes… – Liam sonrió con ese aire enigmático, buscando la mejor despedida posible. La melancolía del disco y la conexión entre ambos volvían a fluir – Supongo que las coincidencias suceden por alguna razón.

Llegaron a una esquina. Ambos dudaban, en un momento en que la marcha era inexorable… A ella, el miedo a una despedida rápida... A él, a ser descubierto…

– Bueno, creo que por aquí… – dijo Liam, señalando en una dirección.

– Sí… Supongo… Adiós… – contestó Amelia, no muy segura de sí misma…

La verdad, tenía la sensación de haber hablado con una persona especial.

Amelia extendió su mano para despedirse, algo duditativa, sabiendo que le sería fácil echarlo de menos…

Liam estrechó su mano, y por un breve instante, la besó ligeramente, mirándola directamente a los ojos. No dijo nada, sólo la miró fijamente.

Después se separaron y comenzaron a caminar en direcciones opuestas. Amelia se detuvo, sintiendo un vacío repentino. Aquel encuentro había sido como una llamarada fugaz. Giró para verlo por última vez.

Y fue entonces cuando ocurrió. Un grupo de adolescentes se acercó corriendo a Liam, que acababa de girar la esquina y fue interceptado… Los chicos se acercaron a él, gritando su nombre y pidiendo fotos. Amelia, incrédula, contuvo el aliento.

Las letras de Oasis se le vinieron a la mente, cuando vio un cúmulo de muchachos persiguiendo al Liam desconocido... La revelación la golpeó como una descarga eléctrica. Era “Liam Gallagher”, el cantante de Oasis, el tipo con el que acababa de pasar la tarde hablando de canciones, amores rotos y la vida en Camden. Su rostro se ruborizó de golpe.

Se quedó de pie, mirando cómo se alejaba rodeado de fans, sumida en una mezcla de sorpresa, incredulidad y una pizca de arrepentimiento. Se tocó el cuello con los dedos, como buscando algo, queriendo, sin éxito, frenar la situación.

Sombrerito de Oasis Temu
Para protegerte del sol, mientras luces a tu banda favorita

Había conocido a una estrella de rock, a uno de los iconos de una época, sin saberlo.

Con un suspiro, Amelia reaccionó, con cierta confusión y desasosiego, caminando, perdida en sus pensamientos, y en los recuerdos, al sonido de su *Morning Glory* mental. La risa del líder de Oasis, al igual que su perfume, el ligero roce de sus manos… Ya quedaban atrás, pero la imagen perduraría en su mente. Sabía que la música de Oasis resonaría de manera diferente a partir de ese momento.

Volvió a recordar las canciones, el disco, la conversación. De pronto, se sintió cómplice de algo más grande, algo secreto. Al poner rumbo a casa, con la bolsa con el CD de Oasis, se sentía distinta.

Cuando cruzó una intersección en la que pasaba un autobús, se encontró con una pintada. En ese momento se sintió como en un universo paralelo. Ahí estaban, el cartel del Morning Glory… Su álbum y... Wonderwall. La melodía se apoderó de su pensamiento, caminando lentamente... Y esa misma noche, al llegar a su habitación, al mirar por la ventana, susurro para ella y el universo entero… Y se arrepintió... De no haber preguntado... No haber reaccionado a tiempo…

Epílogo

Cuando escuché este álbum, debo reconocer que me provocó un sabor agridulce. Había disfrutado, me había comprado, me había vuelto loco, el Definitely Maybe, (del cual ya he hablado en La Playlist del Yeyo), por lo que el listón lo tenían muy alto para mi gusto. Y quitando un par de canciones o tres, el resto me dejó un poco mas apagado, quizá por que me esperaba mas. Tuve que dejar pasar algo de tiempo, para que, una vez pasado el efecto del primer álbum, pudiera escuchar mas tranquilamente este (What's the Story) Morning Glory? sin dejarme llevar por influencias internas y propias. Y ahora si, pude aprender a gozarlo, me gustó mucho mas que la primera vez, y supe sacarle mas partido. Es muy bueno, un discazo, pero sigo sin entender cómo vendió el doble de copias que el primero. En fin, misterios de la música... Pero La Playlist del Yeyo no tiene misterios, el álbum es bueno, a mi me gusta, y tiene buenas canciones, por tanto, va palante, como diría aquella.

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