
El horizonte se extendía implacable, una inmensidad de tierra rojiza bajo un cielo invernal de un azul pálido y límpio. A lo lejos, las siluetas dentadas de las MacDonnell Ranges se perfilaban con una nitidez fría y distante contra la atmósfera cristalina. La vegetación, austera y resistente, salpicaba el paisaje con tonos grises y ocres: matojos de spinifex endurecidos por las heladas nocturnas y eucaliptos de tronco plateado que susurraban con la brisa fresca. El aire, aunque seco, tenía una cualidad vivificante, y el sol, aunque brillante, ofrecía una calidez tenue sobre la extensión desolada.
En medio de esta vasta quietud invernal, como un refugio solitario en la lejanía, se alzaba "The Drunken Dingo". Sus paredes de madera rústica, curtidas por los elementos, ofrecían un respiro del aire fresco. Un letrero desvencijado, con la silueta desdibujada de un dingo, crujía suavemente con el viento helado. Alrededor, la llanura se extendía en una paleta de colores terrosos bajo la luz invernal, un silencio profundo solo interrumpido por el canto ocasional de un pájaro resistente o el eco distante de un vehículo rompiendo la calma del Outback en esta estación más fría.
El polvo rojo del outback australiano se arremolinaba en la entrada del "The Drunken Dingo", un solitario bar de carretera a unas cuantas horas polvorientas de Alice Springs. Era agosto del 84, y el aire vibraba con el helor del desierto. Dos figuras curtidas por el sol y el viento entraron al local casi al unísono. Eran Barry y Doug, ambos ganaderos de Brahman, con sus sombreros Akubra polvorientos y sus botas de cuero desgastadas.
Justo cuando la puerta chirrió al cerrarse tras ellos, la robusta dueña del bar, una mujer de pelo rojizo llamada Sheila, puso un disco en el tocadiscos. Un ritmo enérgico y guitarrero llenó el aire.
"¡Hoodoo Gurus!", exclamó Barry, dejando su bolsa de viaje sobre una mesa de madera tosca. "¡'Stoneage Romeos'! Buen gusto, Sheila." Estos tios son muy buenos. Y también son australianos...
Doug asintió, desabrochándose la camisa a cuadros. "Sí, señora. Un poco de buen rock and roll para quitarse el polvo del camino."
La aguja cayó sobre el vinilo y los primeros acordes de "(Let's All) Turn On" inundaron el bar.
Sheila les espetó con una sonrisa: ¿Qué les parece muchachos para empezar la tarde?
Barry golpeando el ritmo con el pie, afirmó: ¡Me encanta! Me encanta el rock guitarrero. Tiene esa energía bruta, ¿sabes? Como cuando arreábamos al ganado más terco al amanecer. Te despierta de golpe.
Doug sorbiendo una cerveza de golpe, continuó con la descripción: la guitarra tiene ese sonido... como un motor V8 recién arrancado. Y la voz, despreocupada, como si nada le importara excepto el momento.
Sí, esa actitud canalla que tienen, asintió Barry. Y el estribillo es pegadizo como una garrapata en verano. ¡Te dan ganas de salir a la carretera a toda velocidad!
Totalmente, confirmó Doug. Es una canción que te hace sentir joven otra vez, ¿no crees? Aunque mis rodillas me digan lo contrario después de un día en la silla de montar.
Sheila, riendo mientras les sirve otra ronda, interviene. ¡Hablando de sentirse joven, Barry, ¿cómo va ese nuevo tractor que compraste? ¿Sigue dando problemas?
¡Ni me lo recuerdes, Sheila! Le espetó Barry. Esa cosa tiene más mañas que un dingo viejo. El otro día se me paró en medio del campo y tuve que caminar tres kilómetros bajo el frio para buscar ayuda. ¡Casi me congelo como un filete en la nevera!
Doug, con una sonrisa burlona, le contestó: Ya te dije que tendrías que haberte quedado con el modelo antiguo. Esos sí que eran tractores de verdad.
¡Ah, sí! Como tu vieja camioneta, ¿no? Se revolvió Barry. La que tarda media hora en arrancar ahora en este tiempo.
Ambos hombres rieron, el sonido resonando en el bar casi vacío. Sheila limpiaba la barra con una sonrisa, disfrutando de la animada conversación.
La aguja del tocadiscos pasó a la siguiente canción. Un ritmo más melódico comenzó a sonar.
Sheila, de nuevo al quite: Aquí tienen otra del álbum. "'I Want You Back'".
La melodía más melancólica de "I Want You Back" llenó el ambiente.
Uhm, esta es diferente. Más...sentimental, ¿no crees? Añadió Doug mas reflexivo.
Sí, tiene ese toque de arrepentimiento, confirmó Barry. Como cuando vendes una buena vaca por un precio bajo y al día siguiente te enteras de que la vendieron al doble. Te queda esa sensación en el pecho...
Exacto, asintió Doug. La letra habla de querer recuperar a alguien. Apuesto a que todos hemos pasado por eso alguna vez. Ya sea una mujer, un buen perro pastor o incluso una herramienta que perdiste.
Barry, asintiendo pensativo, afirmó. Recuerdo una vez... tenía una perra kelpie, la llamé "Blue". Era la más lista y trabajadora que jamás tuve. Un día, simplemente desapareció. La busqué durante semanas. Esta canción me recuerda un poco a esa sensación. Querer que vuelva.
Sí... a mí me recuerda a cuando mi Jenny se fue a la ciudad un tiempo. Dijo Doug. La granja se sentía muy vacía sin ella. Esta canción tiene esa misma sensación de vacío. La música es más suave, como una noche tranquila sin el ladrido de los dingos.
Sheila, acercándose para rellenar sus vasos, aportó su sabiduría. El amor y la pérdida, muchachos. Son temas universales, supongo. Incluso en medio del desierto.
Así es, Sheila. Incluso aquí. Afirmó Barry. ¿Y tú, alguna vez has sentido algo así?
Sheila, con una sonrisa enigmática, les confirmó. Todos tenemos nuestras historias, Barry. Todos las tenemos.
El tocadiscos siguió girando, y la siguiente canción comenzó a sonar, con un ritmo más alegre y reconocible.
¡Ah! Aquí viene una de mis favoritas. "My Girl". Esa era Sheila. Y sonrió.
Los acordes pegadizos y optimistas de "My Girl" llenaron el bar. Barry sonrió.
¡Ah, esta sí que levanta el ánimo! Tiene ese ritmo que te hace mover los pies sin darte cuenta.
Doug asintiendo con la cabeza, dijo. Sí, es más alegre. Me recuerda a cuando mis hijos eran pequeños y corrían por la granja, llenos de energía. Esa despreocupación...
La letra es sencilla, pero efectiva. Continuó Barry. Habla de esa chica que te hace sentir bien, ¿sabes? Como cuando después de una larga sequía por fin llueve y ves reverdecer la tierra. Te da esperanza.
Totalmente. Y la melodía tiene ese toque... como si no se tomaran demasiado en serio, pero al mismo tiempo te contagian su alegría. Es como ver un atardecer rojizo después de un día duro. Te relaja. Esta fue la aportación de Doug.
Sheila, secando un vaso con un trapo, les preguntó curiosa. ¿Así que ambos tienen una "chica" que les trae esa sensación?
Barry le contestó rápidamente. Bueno, mi mujer, Carol, siempre ha sido mi roca. Incluso en los momentos más difíciles en la granja, siempre tiene una palabra de aliento y una sonrisa. Ella es mi "chica", sin duda.
Jenny también es mi faro. Continuó Doug. Con tantos kilómetros de tierra y a veces la soledad del campo, saber que ella está ahí hace toda la diferencia. Y ver a mis nietos corretear... eso también es una buena dosis de alegría.
Sí, los nietos... esos pequeños demonios te roban el corazón, ¿verdad? Contestó Barry. El mío el otro día intentó "ayudarme" a arreglar una cerca y terminó enredado en el alambre como un cordero perdido. ¡Menudo susto me dio!
¡Ja, Ja, Ja! Rió Doug. Los míos son igual. Una vez, la pequeña agarró un bote de pintura azul y decidió que las gallinas necesitaban un cambio de imagen. ¡Imagínate el panorama!
Los tres rieron ante las anécdotas familiares. El ambiente en el bar se había vuelto aún más cálido y distendido. La siguiente canción en sonar tenía un aire exótico.
Cambiamos de ritmo ahora. Sheila hizo de presentadora. Aquí viene "Leilani".
La melodía tropical y misteriosa de "Leilani" flotó en el aire.
Uh... esto es un cambio, ¿eh? Dijo sorprendido Doug. Suena como si estuviéramos de repente en una isla en lugar del medio del desierto.
Barry, entrecerrando los ojos, como si estuviera visualizando la escena, asintió. Sí, tiene ese aire... exótico. Como esas postales que a veces ves de lugares lejanos con palmeras y playas de arena blanca.
La guitarra tiene un sonido como de olas rompiendo suavemente. Y la voz... es como un susurro en la brisa cálida. No se parece a nada de lo anterior del álbum.
No, es verdad. Es como una pequeña escapada sonora. Barry tampoco se quedó manco. Me imagino estar tirado en una hamaca con un trago frío en la mano, sin tener que preocuparme por las sequías o los precios del ganado. ¡Un buen cambio de aire!
Sheila, apoyada en la barra, aportó también lo suyo. Siempre me gustó esta canción por eso. Te transporta a otro lugar por un momento. ¿Alguna vez han tenido la oportunidad de viajar fuera de esta zona, muchachos?
Yo fui una vez a la costa, hace años. Respondió Doug. El océano era inmenso, nunca había visto tanta agua junta. Era... impresionante, pero también un poco intimidante. Prefiero la inmensidad seca del Outback, supongo. Al menos aquí sabes a qué atenerte.
Barry, afirmó con cara de tristeza. Yo nunca salí de esta parte del país. Mi padre era ganadero, y yo seguí sus pasos. Siempre hay trabajo que hacer aquí. Pero sí que he soñado a veces con ver esos lugares que salen en las revistas. Islas tropicales, montañas nevadas...
Soñar es gratis, Barry. Y esta canción te da un poquito de ese sueño. Aunque luego vuelves a la realidad del polvo y las moscas.
Ambos compartieron una pequeña risa melancólica. La canción "Leilani" terminaba, dejando una sensación suave y onírica en el ambiente. La siguiente canción en sonar tenía un título corto y enigmático.
Sheila, como DJ, anticipó la siguiente canción. Y ahora... "Tojo". Brutal.
Los primeros acordes de "Tojo" sonaron con una energía cruda y casi punk.
¡Uf! Esto es más directo, ¿eh? Sin rodeos.
Sí, tiene una fuerza... casi agresiva. Como un toro Brahman embistiendo una cerca.
La batería marca un ritmo implacable. Y la guitarra es afilada, como alambre de púas. No es una canción para bailar lento, precisamente.
La letra... bueno, es un poco enigmática, ¿no? Ese "Tojo"... ¿a quién se referirán?
Barry contestó la duda. Quién sabe. Quizás algún personaje que les dio problemas. Como ese inspector de ganado que siempre nos ponía pegas con las marcas. ¡Ese sí que era un "Tojo"!
Sheila, riendo, les espetó. ¡Ah, sí! El viejo Peterson. Siempre con su libretita y sus normas.
Esta canción tiene esa sensación de frustración contenida que a veces sientes cuando las cosas no salen como quieres en la granja. El clima, los precios... a veces dan ganas de gritar.
Exacto. Es como un desahogo musical. Aunque no sepas exactamente de qué están hablando, sientes la rabia y la intensidad.
Sheila, aportó su filosofía. Es curioso cómo una canción sin una letra clara puede transmitir tantas cosas, ¿verdad?
Supongo que la música tiene su propio lenguaje. A veces no necesitas palabras para entender lo que se siente.
El último acorde de "Tojo" resonó en el bar. Hubo un breve silencio antes de que Sheila levantara la aguja del tocadiscos.
Bueno, muchachos. Era Sheila, la que intervenía curiosa. Hemos recorrido un buen trozo del álbum. ¿Qué les ha parecido la experiencia en general?
Ha sido... interesante. Me ha hecho pensar en cosas. Y recordar otras. Buena música para un bar de carretera en medio de la nada.
Sí, Sheila. Gracias por ponerlo. Ha sido mejor que escuchar el motor de mi vieja camioneta durante horas.
Sheila sonrió satisfecha. No es un consuelo, pero me vale...
Me alegra que lo hayan disfrutado. ¿Otra ronda antes de que se pongan de nuevo en camino?
Por mi, sí. Doug?
Una más no le hace daño a nadie.
Bueno, Doug, después de escuchar todo el disco... ¿qué te parece en general? Ahora hablaban los dos ganaderos entre ellos.
Doug, pensativo, rascándose la barba, afirmó con cara de entendido. Es puro rock, y a mi me gusta el buen rock. Es... variado. Tiene sus momentos de energía bruta, como "(Let's All) Turn On" y "Tojo", que te dan una patada en el trasero. Pero también tiene otras más... melódicas, como "I Want You Back" y esa "Leilani" que te transporta a otro mundo.
Sí, esa es la palabra. Variado. No es un disco que se quede en un solo estilo. Te sorprende con cada canción. Algunas te dan ganas de acelerar con la camioneta por un camino polvoriento, y otras te hacen pensar un poco más.
Para ser sincero, algunas letras son un poco... raras, ¿no crees Barry? Como esa de "Leilani". No sé muy bien de qué va, pero la melodía te atrapa.
¡Bah! Las letras... a veces no importa mucho. Lo importante es el ritmo y cómo te hace sentir la música. Y en eso, creo que estos Hoodoo Gurus saben lo que hacen. Tienen ese sonido australiano, ¿sabes? Un poco desaliñado pero con fuerza.
Si, es verdad. Afirmó Doug. No suenan como esas bandas melosas que ponen a veces en la radio de la ciudad. Estos tienen más... garra. Es un disco que podrías poner en el bar mientras te tomas una cerveza después de un día duro en el campo.
Exacto. No es pretencioso. Es rock and roll directo, sin muchas complicaciones. Algunas canciones te las aprendes a la primera escucha. Otras te intrigan un poco más. En general, diría que es un buen disco para tener en la colección.
Sí, coincido. Confirmó Doug. No es el mejor disco que he escuchado en mi vida, pero tiene canciones pegadizas y una energía que se agradece. Le daría un... ¿qué dirías tú, Barry? ¿Un siete sobre diez?
Yo quizás un siete y medio. Por esa "My Girl", que me levanta el ánimo cada vez que la escucho. Y por esa rareza de "Leilani". Sí, un siete y medio suena justo. Un buen disco australiano para gente de verdad. Sencilla, humilde, del desierto, como nosotros.
Sheila comenzó a servirles otra ronda. En ese momento, la puerta del bar se abrió y entró una mujer menuda, vestida con ropa de viaje y con un mapa arrugado en la mano. Miró alrededor con aire desorientado.
Disculpen... ¿esta es la carretera hacia Oodnadatta? Preguntó la mujer con cierto apuro.
Barry y Doug se miraron.
Barry, con una sonrisa pícara, le contestó. Bueno, señora... depende de si tiene un buen vehículo y mucha paciencia. Y si le gusta hablar con canguros.
Doug, guiñándole un ojo a Barry, le añadió. Y si sabe cómo arreglar un pinchazo bajo las heladas de la noche.
La mujer los miró confundida. Sheila se acercó con una sonrisa amable.
Tranquila, cariño. Estás en el lugar correcto. Estos dos solo están bromeando. Son nuestros "expertos" locales en caminos polvorientos y fauna peculiar.
Barry y Doug se encogieron de hombros con una sonrisa inocente.
Solo decíamos la verdad, señora. Esa fue la excusa de Barry.
Sí, solo queríamos darle una... cálida bienvenida australiana.
Y así, en medio de las risas y el eco lejano del rock and roll de los Hoodoo Gurus, la vida seguía su curso en el peculiar universo del "The Drunken Dingo".
Epílogo
La banda australiana Hoodoo Gurus se formó en Sídney en 1981. Inicialmente, la banda contaba con Dave Faulkner (voz principal y guitarra), Roddy Radalj (guitarra) y Kimble Rendall (guitarra), junto con James Baker en la batería. Su sonido se caracterizó por una mezcla de garage rock, power pop y referencias a la cultura pop americana. Tras algunos cambios iniciales en la formación, incluyendo la salida de Radalj y Rendall, se unieron Clyde Bramley (bajo) y Brad Shepherd (guitarra), consolidando una alineación definitiva.
Su álbum debut, "Stoneage Romeos", fue lanzado en marzo de 1984. Este álbum, lleno de canciones de garage punk con toques pop, fue un éxito en Australia, alcanzando el puesto 29 en las listas australianas y obteniendo el disco de oro por sus ventas. En Nueva Zelanda llegó al puesto 32 y en Suecia al 38. Además, tuvo un impacto notable en las listas universitarias de Estados Unidos, donde llegó al número 1. El álbum incluía sencillos como "Leilani", "Tojo", "My Girl" e "I Want You Back", contribuyendo a establecer la reputación de la banda tanto por sus grabaciones como por sus enérgicas presentaciones en vivo.
Yo conocí a esta magnífica banda, en los finales años 80, gracias a mi buen amigo Jose, que me los recomendó. Escuché primero, su segundo álbum, el Mars Needs Guitars!, del cual quedé sumamente encantado de su música tan rockera y tan guitarrera. Y después, conseguí grabarme este Stoneage Romeos, en un CD virgen, años después; me diseñé la portada en papel, le conseguí una cajita de CD, y aun lo conservo, entre mis CD's en su hueco correspondiente. Esta banda no hace sino acentuar mi gusto por las bandas australianas, de algunas de las cuales ya he dado buena cuenta en La Playlist del Yeyo. Y aun han de venir mas. Seguir atentos y lo comprobareis.
Podcast



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