Publicado noviembre 14, 2024 por Aurelio Vázquez Sánchez con 2 comentarios

Wings-Band on the Run

Wings-Band on the Run

2025, la vibrante ciudad de Lagos, Nigeria, me esperaba. No por sus bulliciosos mercados o su deslumbrante vida nocturna, sino por una cita que prometía desenterrar uno de los mayores enigmas de la historia del rock. "La Playlist del Yeyo", mi blog, había viajado miles de kilómetros para encontrarse con el excéntrico millonario Ibrahim Yakubu. Conmigo, el siempre perspicaz crítico musical Luis Fonseca, cuya misión era verificar lo inverificable.

La Mansión de Ibrahim Yakubu

La limusina se deslizó por un camino de tierra rojiza, dejando atrás el caos y la algarabía de la ciudad para adentrarse en un oasis de opulencia. La mansión de Ibrahim Yakubu era una fortaleza de modernidad y tradición, un titán arquitectónico que desafiaba el horizonte. Sus muros, de un blanco impoluto, se alzaban majestuosos, salpicados por intrincados motivos geométricos tallados en madera oscura que recordaban la artesanía yoruba. Grandes ventanales polarizados reflejaban el sol poniente, convirtiendo la fachada en un espejo dorado que se fusionaba con el crepúsculo africano.

El jardín que la rodeaba era un edén tropical: palmeras centenarias se mecían perezosamente, sus hojas susurrando secretos al viento, mientras orquídeas de colores imposibles salpicaban la cuidada vegetación. Una serie de cascadas artificiales serpenteaban entre rocas volcánicas, desembocando en una piscina de azulejos azules que brillaba como un zafiro líquido. Se podía escuchar el suave murmullo del agua, una banda sonora constante que contrastaba con el estruendo de Lagos que habíamos dejado atrás.

Al acercarnos a la entrada principal, flanqueada por dos imponentes puertas de caoba tallada a mano, pudimos ver figuras imponentes de guerreros yorubas, forjadas en bronce, que montaban guardia. El aire, denso y húmedo, estaba impregnado del aroma a jazmín y algo más exótico, quizás especias quemadas o incienso. La seguridad era discreta pero palpable; cámaras ocultas parpadeaban entre la frondosa vegetación y guardias uniformados se movían con una eficiencia silenciosa.

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Famoso coche cucaracha tan típico de la época hippie de los 60

Un Secreto bien guardado

Un mayordomo impecablemente vestido nos recibió con una reverencia, guiándonos por un vestíbulo donde el mármol pulido reflejaba lámparas de araña de cristal de Murano. Ibrahim Yakubu apareció poco después, un hombre de mediana edad con una sonrisa franca y unos ojos que parecían haber visto mucho. Vestía una túnica de lino blanco inmaculado, adornada con discretos bordados dorados, y su apretón de manos fue firme y cálido.

"¡Bienvenidos a mi humilde morada!", exclamó, con un acento británico impecable. "Es un honor tener a 'La Playlist del Yeyo' y al estimado Luis Fonseca aquí. Espero que su viaje haya sido placentero".

Tras las presentaciones y un breve intercambio de cortesías en un salón decorado con arte africano contemporáneo y antigüedades invaluables, Yakubu nos invitó a seguirle. "Ahora, lo que vinieron a ver", dijo con un brillo en los ojos, y nos condujo por un pasillo aparentemente normal. De repente, se detuvo frente a lo que parecía ser una estantería empotrada, que giró silenciosamente para revelar una puerta de acero. Tras introducir una clave y el escaneo de su huella dactilar, la puerta se abrió con un silbido, revelando una habitación con control de temperatura y humedad.

El aire allí dentro era más fresco, casi clínico, y un ligero aroma a papel antiguo flotaba en el ambiente. La habitación no era grande, pero estaba dedicada por completo a la preservación. En el centro, sobre una gran mesa con iluminación especial, había cajas archivadoras de conservación. Yakubu señaló una de ellas con un gesto teatral.

"Aquí está", dijo con una voz casi reverente. "Las maquetas y los manuscritos que, según se cuenta, fueron robados a Paul McCartney y su esposa en 1973, aquí en Lagos. No preguntéis cómo llegaron a mis manos; es una historia muy larga que quizás algún día cuente. Pero os aseguro, caballeros, que es material auténtico."

Luis Fonseca, que hasta ese momento había mantenido su habitual compostura, se acercó a la mesa con una mezcla de curiosidad y escepticismo profesional. Con guantes blancos, abrió la primera caja. Dentro, cintas de carrete y cuadernos amarillentos esperaban.

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Si te gustan los Wings, esta es tu gorra

La Revelación de Fonseca: Una Réplica Magistral

Luis Fonseca no era un hombre de grandes exclamaciones. Su respeto por la música era profundo, casi sagrado, y su método de análisis, meticuloso. Se puso unas gafas de lectura y, con un magnetófono de alta calidad que había traído consigo, comenzó a reproducir las maquetas. Luego, abrió los cuadernos, comparando las letras manuscritas con el audio y con su conocimiento enciclopédico del "Band on the Run" de los Wings.

El silencio en la habitación era casi palpable, roto solo por el siseo de las cintas y el ocasional murmullo de Fonseca. Las primeras notas de las maquetas de "Band on the Run" llenaron el aire, crudas pero inconfundibles. Mientras Luis examinaba los manuscritos, sus ojos se abrían ligeramente, una señal casi imperceptible de asombro.

"Es... es extraordinario", musitó finalmente, su voz teñida de una admiración inusual. "La estructura de las canciones, las armonías vocales esbozadas, los arreglos de bajo... incluso las pequeñas marcas y correcciones en las letras. Es exactamente lo que escuchamos en el álbum final. Esta maqueta de 'Band on the Run'", dijo, su voz elevándose con cada palabra, "muestra la génesis de esa obra maestra fragmentada. Desde ese arpegio de guitarra que nos transporta, hasta la explosión rítmica que da paso a la narrativa de escapar de la ley, está todo aquí. La genialidad de esa transición, la manera en que los distintos segmentos de la canción encajan como un puzle perfecto... Ya estaba concebida en este borrador. Es una epopeya en miniatura, la quintaesencia del rock progresivo con alma pop."

A continuación, Fonseca puso la siguiente maqueta, mientras seguía comparando con los manuscritos.

"Y 'Jet'...", continuó, su voz casi un susurro. "Aquí se siente la inmediatez, la potencia. La línea de bajo es ya un puñetazo en el estómago, un ritmo imparable. La letra, una cascada de imágenes oníricas y personales, tan viva y enérgica como la versión final. Se percibe esa urgencia, esa explosión de energía que la convirtió en un himno instantáneo. La crudeza de la maqueta solo subraya la brillantez de la composición."

Luis hizo una pausa, moviendo la cabeza con una sonrisa incrédula. "Es simplemente asombroso. Lo que Paul McCartney logró después de ese robo, reconstruyendo todo esto de memoria... es una proeza. No se perdió nada. Absolutamente nada. Cada giro melódico, cada frase lírica, cada arreglo sutil que amamos del álbum final, ya estaba contenido aquí. Estas maquetas y manuscritos son el mapa genético exacto de 'Band on the Run'. Confirma, sin lugar a dudas, que el genio de McCartney no reside solo en la ejecución, sino en la concepción original. Replicó su propia visión con una fidelidad que desafía la lógica".

Pero el tesoro no terminaba con el álbum principal. Entre el material robado, había varias cintas etiquetadas con lo que parecían ser canciones sueltas o descartes. Luis Fonseca se preparó para el siguiente acto de su descubrimiento.

Fonseca reprodujo una de las cintas, y la icónica "Band on the Run" llenó la habitación. "Esta primera maqueta nos devuelve al corazón del álbum, a esa sensación de urgencia y fuga. Aquí, McCartney teje una narrativa compleja con transiciones magistrales. Se percibe la intención de contar una historia, con sus cambios de ritmo y melodía que reflejan los distintos actos de una huida. La línea de bajo es ya un ancla, y las melodías vocales, aunque en bruto, son inconfundibles. La genialidad de su estructura ya estaba impresa en este boceto inicial."

La siguiente cinta contenía "Jet". "Con 'Jet', la maqueta es una explosión de energía pura. Desde el primer riff de guitarra, sabes que es un tema que empuja hacia adelante. La voz de Paul, aunque más cruda, ya tiene esa pasión distintiva. Se nota que esta canción nació con una fuerza arrolladora, diseñada para ser un himno de rock and roll. Es la simplicidad y la potencia de un tren a toda velocidad, y la maqueta captura esa inmediatez."

Luego, Fonseca pasó a "Mrs. Vanderbilt". "Esta maqueta de 'Mrs. Vanderbilt' revela la astucia melódica de McCartney. La canción es juguetona, casi con un aire de vodevil, pero con una base rítmica pegadiza. Se pueden escuchar las ideas para los coros, que invitan al canto colectivo. Hay una ligereza y una alegría que se perciben incluso en esta versión preliminar, un claro indicio de la maestría pop del ex-Beatle."

La siguiente en la lista fue "Bluebird". "'Bluebird' es una joya acústica, y la maqueta lo subraya. Aquí la delicadeza de la guitarra y la voz de Paul son las protagonistas. Es una balada íntima y melancólica, casi una nana. Ya en esta versión primigenia, la canción te envuelve con su calidez y su suave melodía. Muestra la faceta más tierna y reflexiva de McCartney, un contrapunto perfecto a la energía de otros temas del álbum."

Fonseca sonrió al escuchar los primeros acordes de "Let Me Roll It". "'Let Me Roll It' es el grito de libertad rockero del álbum, y esta maqueta lo atestigua. La guitarra es contundente, casi furiosa, y la voz de Paul tiene una intensidad que presagia la furia controlada de la versión final. Aquí se siente la energía cruda de una banda de rock sin ataduras. Es una declaración de intenciones, un regreso a las raíces más eléctricas."

Finalmente, llegó a "Nineteen Hundred And Eighty Five". "Para cerrar este ciclo, 'Nineteen Hundred And Eighty Five' en maqueta es una bestia. Ya desde este punto, la ambición de la canción es evidente. Ese piano insistente, la grandilocuencia que se va construyendo poco a poco hasta esa explosión final de metales y orquestación. Es un final épico, casi cinematográfico, y la maqueta nos da una ventana a la mente de un compositor que piensa en grande, que visualiza la pieza completa desde sus primeros pasos."

Un Genio Inigualable

Al terminar el último análisis, Luis Fonseca se quitó los guantes y las gafas, y nos miró a mí y a Ibrahim Yakubu con una expresión de asombro que rara vez se veía en su rostro normalmente imperturbable.

"Es... es sencillamente incomprensible", dijo Luis, con una voz que transmitía una mezcla de reverencia y perplejidad. "Pensar que un artista, después de perder todo este material, fuera capaz de recrearlo con una exactitud tan pasmosa. No es solo un talento musical, es una memoria auditiva y compositiva que escapa a la comprensión. Paul McCartney no solo es un genio; es un fenómeno. Haber logrado 'Band on the Run' bajo esas circunstancias, y que el resultado final sea idéntico en espíritu y contenido a estas maquetas, es la mayor prueba de su genio inigualable."

Ibrahim Yakubu asintió, su sonrisa más amplia que nunca. "Es una prueba irrefutable de que, a veces, los obstáculos solo sirven para cimentar la grandeza. Un hombre que puede replicar su propia creación con tal fidelidad, después de un golpe así, es digno de toda admiración."

Yo, por mi parte, sentía un escalofrío. "La Playlist del Yeyo" acababa de ser testigo de algo único. El misterio del robo de Lagos no era una historia de pérdida, sino una historia de triunfo absoluto del espíritu creativo de Paul McCartney.

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Furgoneta hippie años 60

El sol africano comenzaba a caer, tiñendo el cielo de naranjas y púrpuras. El material original, esas cintas y manuscritos que habían estado perdidos durante más de medio siglo, quedaron sobre la mesa. ¿Qué fue de ellos? ¿Se quedaron en la colección inexpugnable de Ibrahim Yakubu, custodiados en su mansión en Lagos? ¿O quizás, en un giro inesperado, "La Playlist del Yeyo" consiguió hacerse con una parte, o incluso con el total?

La verdad, como muchos secretos valiosos, se perdió en el crepúsculo. Solo el viento en las palmeras de la mansión de Yakubu podría contarlo, y el viento, a menudo, guarda silencio.

Epílogo

Publicado a primeros de diciembre de 1973, "Band on the Run" es ampliamente considerado no solo como el mejor álbum de Wings, sino también como una de las obras más destacadas en la carrera post-Beatles de Paul McCartney. Este disco marcó un punto de inflexión, restaurando su credibilidad artística y su favor entre la crítica tras unos años de recepción mixta para sus proyectos anteriores.

El álbum surgió de un período particularmente turbulento para Paul McCartney. Justo antes de que la banda Wings partiera hacia Lagos, Nigeria, para grabar el álbum, dos de sus miembros, Henry McCullough y Denny Seiwell, abandonaron el grupo. Esto dejó a McCartney, su esposa Linda y Denny Laine (co-fundador de The Moody Blues y una pieza clave en Wings) como el núcleo para las sesiones de grabación.

Las condiciones en Lagos fueron desafiantes. El estudio de EMI era rudimentario y mal equipado, y para colmo, Paul y Linda fueron asaltados a punta de cuchillo, perdiendo las cintas de las demos y las letras de las canciones. A pesar de estos contratiempos, McCartney, asumiendo gran parte de los instrumentos (incluyendo batería, bajo, guitarras y algunos teclados), junto a Linda en los teclados y Denny Laine en la guitarra y voces, lograron crear un álbum cohesivo y ambicioso. Esta adversidad parece haber impulsado a McCartney a su "pico musical", forzándolo a una creatividad y determinación que se reflejan en el sonido final.

"Band on the Run" es un álbum que exhibe la maestría melódica de McCartney y su habilidad para la instrumentación y la producción (él mismo produjo el álbum).

Inicialmente, las ventas de "Band on the Run" fueron modestas, pero el álbum despegó gracias al éxito de dos sencillos clave: "Jet" y la propia "Band on the Run". El álbum  ha vendido 7 millones de copias en todo el mundo. La recepción crítica fue en gran medida favorable, un cambio significativo con respecto a sus trabajos previos en solitario y con Wings. Muchos críticos lo vieron como el disco que esperaban que McCartney hiciera desde la separación de los Beatles. Se destacó la ambición de su composición, la diversidad estilística y la impecable calidad de las pistas. Los críticos elogiaron la capacidad de McCartney para ser experimental en su forma y, al mismo tiempo, crear melodías deliciosamente pegadizas.

En resumen, "Band on the Run" no es solo un disco exitoso comercialmente, sino un testimonio del talento resiliente de Paul McCartney, que logró crear una obra maestra del pop-rock bajo circunstancias extremas, solidificando su estatus como uno de los grandes compositores y músicos de la historia.

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2 comentarios:

  1. Maria Paz Escrig Gimenez16 de noviembre de 2024, 1:04

    Me ha encantado!!!

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    Respuestas
    1. Gracias Mª Paz, me alegro que te haya gustado, me esforzaré mas para que en próximos artículos, también te gusten. Lo dicho, gracias.

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