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Publicado agosto 11, 2025 por Aurelio Vázquez Sánchez con 0 comentarios

Maná-¿Donde jugarán los niños?

Donde jugarán los niños Maná

La Noche que Maná Casi Tocó para Nosotros

El aire en la pequeña oficina de una comisaría de Guadalajara olía a cloro y a café viejo. Las paredes, de un color crema descolorido, apenas estaban decoradas con un calendario viejo y un reglamento empolvado. Una mesa metálica en el centro y unas bancas duras a los lados completaban el mobiliario de aquella estancia, que, aunque limpia, no dejaba de sentirse fría y un tanto lúgubre para tres chamacos. Afuera, la noche tapatía de un día de finales de 1993, seguía su curso, ajena al drama de Diego, Ximena y Mateo, que en lugar de estar rockeando en el Estadio 3 de Marzo, estaban sentados en aquellas bancas duras, con la moral por los suelos.   

Estaban Diego, el más aventado y el que siempre tenía un plan (aunque no siempre saliera bien); Ximena, la más lista, la que siempre pensaba dos veces antes de actuar (pero esta vez la emoción le ganó); y Mateo, el más tranquilo, el que siempre iba a donde lo llevaran sus amigos. Los tres, con sus playeras de Maná y sus caras de tristeza y decepción, se miraban de reojo.

Una policía, con su uniforme impecable y una sonrisa amable, los observaba desde su escritorio. Era la Agente Ramírez, una mujer de unos treinta y tantos, con ojos vivaces y una paciencia de santa.

"A ver, chamacos, cuéntenme bien cómo estuvo el asunto", dijo la Agente Ramírez, apoyando la barbilla en su mano. "Ya sé que se querían colar al concierto de Maná, ¿pero cómo fue que los agarraron? Si son tan truchas, ¿cómo no se les ocurrió un plan mejor?"

policia con niños en Maná

Diego, con un suspiro dramático, empezó a narrar: "¡Ay, jefa! Estábamos bien metidos, ¿eh? Habíamos planeado todo. Nos metimos por la barda de atrás, por donde están los árboles, y nos arrastramos un buen tramo. Ya estábamos adentro, cerquita de la cancha, ¡ya se oía la gente gritar y todo!"

Ximena lo interrumpió, con un tono de frustración: "Sí, ¡y ya casi llegábamos a donde se veía bien el escenario! Ya nos habíamos quitado el lodo de la ropa y todo. Pero de repente, ¡zas! Unos guardias nos cayeron de la nada. ¡Ni los vimos venir!"

Mateo, con su voz calmada, añadió: "Sí, nos jalaron del brazo y nos sacaron. Ni siquiera pudimos ver a Fher. ¡Qué coraje!", su cara era de rabia.

La Agente Ramírez soltó una risita. "Ay, mis chavos. Es que no se anden con esas. Saben que es peligroso, ¿verdad? Y además, es ilegal. Ahora, a esperar a sus papás. Ya les hablé, y vienen en camino. Tendrán que pagar una multa, ¿eh? No es cualquier cosa".

Los tres agacharon la cabeza. La multa era lo de menos; lo que les dolía era haberse perdido a Maná.

"Pero bueno", continuó la Agente Ramírez, "ya que estamos aquí, y para que no se me aburran, ¿qué les parece si echamos la plática? Yo también soy bien fan de Maná, ¿eh? Y el disco de ¿Dónde Jugarán los Niños?... ¡Uf! Es una joya, ¿no creen?"

Los ojos de los niños se iluminaron. ¡Una policía fan de Maná! Esto era inesperado.

"¡Sí, jefa!", exclamó Diego. "Está bien chido ese disco. Todas las rolas son un hit".

"A mí me encanta", dijo Ximena, "es como que te hace pensar, pero también te pone a bailar. Y la voz de Fher... ¡ay, es la onda!"

Mateo asintió. "Sí, y la batería de Alex está con todo. ¡Es el mejor baterista del mundo!"

La Agente Ramírez sonrió. "Exacto, chamacos. Es un disco que marcó a muchos, ¿saben? Y tiene mensajes bien importantes. ¿Cuál es la rola que más les gusta de ese disco? A ver, díganme".

Diego se adelantó: "¡A mí me fascina 'De Pies a Cabeza'! Es bien prendida. Como que te dan ganas de salir a correr y gritar. Y la letra está bien chistosa, ¿no? Eso de que 'te quiero de pies a cabeza, de la cabeza a los pies'".

Ximena se rió. "Sí, es como cuando te gusta alguien mucho y no sabes ni por dónde empezar a decirlo. Es bien alegre".

Mateo añadió: "Y el bajo de Juan es bien marcado en esa. Te hace mover el esqueleto".

"¡Buena elección!", dijo la Agente Ramírez. "Ahora, ¿qué tal 'Oye Mi Amor'? Esa es un clásico, ¿no?"

"¡Uf, sí!", dijo Ximena. "Esa es para cuando estás enamorado y quieres que la otra persona se dé cuenta. Es bien movida y romántica, pero muy rockera. Como que te llega al corazón".

Diego hizo una mueca. "A mí me gusta, pero es más de niñas, ¿no? Es como para dedicar. Pero sí, la guitarra suena bien chido".

Mateo se encogió de hombros. "Es pegajosa. Y la letra es fácil de aprender". Y muy bailable.

"¡Jajaja, Diego, no seas así! El amor es para todos", bromeó la Agente Ramírez. "¿Y qué me dicen de 'Cachito'? Esa es más tranquila, ¿verdad?"

"¡Esa sí me gusta más!", dijo Diego. "Es como para bailar agarrado en la fiesta. Y la letra es medio pícara, ¿no? Eso de 'un cachito de tu boca, un cachito de tu piel'. Como que te dan ganas de un beso, pero sin que se note mucho".

Ximena se sonrojó un poco. "¡Diego! Pero sí, es divertida. Y el ritmo es bien bonito".

Mateo, con una sonrisa, comentó: "Es de esas que te ponen de buenas. No puedes estar histérico escuchando 'Cachito'".

"¡Así es! Es pura buena vibra", concordó la Agente Ramírez. "Ahora, vamos a una más profunda: 'Vivir Sin Aire'. Esa sí que te llega, ¿eh?"

Ximena se puso seria. "Esa es mi favorita. Es tan triste, pero tan bonita. Es como si te quitaran algo bien importante y ya no pudieras respirar. Como cuando se te va alguien que quieres mucho".

Diego se rascó la cabeza. "Sí, es de esas que te ponen melancólico. Pero la música es bien bonita, con el violín y todo. Te hace sentir la canción".

Mateo, pensativo, dijo: "Es de las que te hacen pensar en lo importante que es la gente que tienes. Sin ellos, es como vivir sin aire".

"¡Exacto, chamacos! Esa canción es un himno al amor y a la dependencia emocional", dijo la agente. "¿Y qué tal 'Cómo Te Deseo'? Esa es pura pasión, ¿no?"

Diego sonrió. "¡Esa es bien rockera! Es como si estuvieras desesperado por alguien y no puedes dejar de pensar en esa persona. ¡Te pone la piel chinita!"

Ximena asintió. "Sí, es bien intensa. Como que te atrapa".

Mateo, con los ojos cerrados, movió la cabeza al ritmo imaginario. "Esa es para escucharla con el volumen a todo lo que da. Te hace sentir el rock".

"¡Totalmente de acuerdo!", exclamó la Agente Ramírez. "Y para cerrar con broche de oro, ¿qué me dicen de 'Te Lloré un Río'? Esa es otra que te rompe el corazón, ¿eh?"

Ximena suspiró. "Ay, esa es la que te hace llorar de verdad. Es como cuando alguien te deja y te sientes tan triste que podrías llenar un río con tus lágrimas. Es tan real".

Diego, esta vez más serio, dijo: "Sí, es bien triste. Pero es de esas canciones que te acompañan cuando estás bajoneado. Como que te entiende".

Mateo, con una voz suave, añadió: "Es una de las mejores. Te hace sentir todo lo que dice la letra. Es muy poderosa".

Justo cuando terminaron de hablar de las canciones, en ese momento la puerta de la oficina se abrió y entró un policía alto y robusto, el Agente Morales, con una sonrisa en la cara.

"Agente Ramírez, ya llegaron los padres de los chamacos. Y... hay una sorpresa para ellos. El Comisario los quiere ver en su oficina".

Los niños se miraron, extrañados y con caras de miedo. ¿Sorpresa? ¿El Comisario? Se levantaron con cautela y siguieron al Agente Morales, con la Agente Ramírez detrás de ellos.

Al entrar al despacho del Comisario, los ojos de Diego, Ximena y Mateo se abrieron como platos. Allí estaban sus papás, con caras de preocupación, pero también de alivio. Y junto a ellos, con una sonrisa amable y una gorra de béisbol, ¡estaba Fher Olvera, el mismísimo líder de Maná!

Los niños se quedaron boquiabiertos, sin poder decir una palabra. Era como un sueño.

Fher se acercó a ellos con una sonrisa. "Hola, chavos. Acabamos de terminar el concierto y me enteré de lo que pasó. Lamento mucho que no hayan podido disfrutar del espectáculo. Sé que estaban muy emocionados".

Los niños seguían mudos, asimilando la situación. Sus caras de asombro, y también de alegría. No podían creer lo que estaban viendo.

"Pero bueno", continuó Fher, "quería venir a saludarlos y a darles algo para que no se queden con las ganas. Sé que este disco es importante para ustedes".

De una bolsa, Fher sacó tres copias del álbum ¿Dónde Jugarán los Niños?, cada una con un autógrafo de toda la banda. Los niños tomaron los discos como si fueran tesoros. Los miraban, como si nunca los hubieran visto.

Fher regalando discos a los niños

"Y no solo eso", añadió Fher, "aquí tienen unas invitaciones especiales para los próximos conciertos de Maná aquí en Guadalajara. Serán nuestros invitados de honor". 

Los ojos de los niños brillaron con una emoción indescriptible. ¡Invitados a los conciertos de Maná! ¡Por el mismísimo Fher! Esto era lo más alucinante.

Fher los miró con cariño, pero su tono se volvió un poco más serio. "Eso sí, chavos. Esto es una excepción, ¿eh? Siempre es importante que valoren el trabajo de los artistas y de toda la gente que hace posible un concierto. Cuando quieran ir a un show o comprar un disco, hay que pagar el precio que vale. Así es como apoyamos la música y a los que la hacemos. ¿Me prometen que la próxima vez comprarán sus boletos?"

Los tres niños, con sus discos firmados en las manos, asintieron enérgicamente. "¡Sí, Fher! ¡Lo prometemos!"

Sus padres se acercaron, aliviados y orgullosos. Después de pagar la multa, se despidieron de los agentes y de Fher, que les dio un último apretón de manos. Salieron de la comisaría con una historia que nadie les creería, pero que ellos jamás olvidarían. Habían perdido un concierto, pero habían ganado una anécdota legendaria y un encuentro inolvidable con su ídolo.

Y así, mientras las luces de la comisaría se apagaban en el recuerdo, aquellos tres niños sabían que no solo se llevaban un disco firmado y una promesa de concierto, sino la lección imborrable de que '¿Dónde Jugarán los Niños?' no fue solo música; fue la melodía que les enseñó a soñar, a comprometerse, y a descubrir el valor de cada nota y de cada paso honesto en el camino.

Epílogo

El álbum ¿Dónde Jugarán los Niños?, de Maná, publicado el 27 de octubre de 1992, no fue solo un disco más en la carrera de Maná; fue el punto de inflexión que los catapultó al estrellato internacional y los convirtió en una de las bandas de rock en español más influyentes de todos los tiempos. Grabado en los Devon Shire Studios y Ocean Way Recording de Hollywood, California, este disco marcó un antes y un después en la música latina.

El éxito de ¿Dónde Jugarán los Niños? fue rotundo y global. Vendió más de 13 millones de copias en todo el mundo, convirtiéndose en el álbum de rock en español más vendido de la historia. En Estados Unidos, obtuvo la certificación de Duodécimo Disco de Platino, y en Chile, Doble Disco de Platino. El álbum se mantuvo en las listas de Billboard Top Latin Albums por más de 97 semanas, alcanzando la posición número 4, y en Latin Pop Albums, llegó al número 2. Sencillos como "Oye Mi Amor," "Vivir Sin Aire," "De Pies a Cabeza," "Cómo Te Deseo," y "Te Lloré un Río" se convirtieron en himnos generacionales y dominaron las radios y los canales de música.

La crítica recibió el álbum con entusiasmo, destacando la madurez musical de la banda, la fuerza de sus letras y la fusión de rock con ritmos latinos. Fue elogiado por su capacidad para abordar temas sociales y ambientales junto a baladas emotivas y canciones de rock enérgicas. Con el paso del tiempo, ¿Dónde Jugarán los Niños? de Maná, no solo ha mantenido su relevancia, sino que se ha consolidado como un clásico atemporal. Sus canciones siguen siendo coreadas en conciertos, y su mensaje sobre el cuidado del planeta y la importancia del amor y las relaciones humanas se mantiene en las nuevas generaciones. Es un disco que demostró la capacidad del rock latino para trascender fronteras y dejar una huella imborrable en la historia de la música.

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