
La Noche Inolvidable de Lyon.
El aire de Lyon, la noche del 18 de octubre de 1984, vibraba aún con la electricidad contenida del Espace Tony Garnier. Decenas de miles de almas eufóricas se derramaban por las calles adyacentes, sus voces coreando estrofas sueltas de "Sunday Bloody Sunday" o los riffs icónicos de "Pride". El ambiente era un torbellino de euforia juvenil, camisetas de U2 descoloridas, chaquetas vaqueras adornadas con parches de la banda, y la dulce resaca de un directo legendario. Los puestos callejeros de bocadillos y bebidas hacían su agosto mientras risas y comentarios apasionados salpicaban la noche. Era una marea humana flotando en la gloria de haber presenciado, de primera mano, la evolución de una de las bandas más grandes del planeta.
Entre esa marea, cuatro figuras de unos veinte años, con la adrenalina aun bombeando a mil por hora, se abrían paso a codazos y sonrisas. Eran Marc, el más elocuente y siempre con una opinión; Antoine, el cerebrito musical; Jean-Luc, el silencioso observador; y Rémy, el anfitrión de la noche, el único que ya tenía en sus manos el tesoro recién publicado: The Unforgettable Fire.
“¡Increíble! ¡Simplemente increíble!” gritaba Marc, sus brazos agitándose en el aire. “Bono ha estado poseído, ¿lo habéis visto? ¡Esa energía en ‘Gloria’! Y Edge… ¡Edge es un mago! Esos delays… nadie más suena así”.
Antoine asentía, con los ojos aún brillantes. “Larry ha estado como un metrónomo humano, cada golpe de batería, puro nervio. Y Adam… ¡Adam es el pegamento! El bajo de ‘New Year’s Day’ ha sonado más potente que nunca. ¡U2 son imparables!”
Jean-Luc, inusualmente efusivo, añadió: “Lo mejor ha sido cuando han puesto ‘Pride’… Todo el pabellón cantando. Piel de gallina, tíos, ¡piel de gallina!”
Rémy, sin quitar la sonrisa de oreja a oreja, lanzó el único pero: “Sí, sí, todo brutal… ¡Pero habéis notado lo que yo! Las canciones nuevas… las de The Unforgettable Fire… sonaban un poco… ¿flojas? No sé, como si no las tuvieran del todo pilladas para el directo. ‘Bad’ es una obra de arte, pero en vivo le faltaba algo. Y ‘The Unforgettable Fire’ también. Supongo que es porque son muy diferentes a lo que hacían antes, ¿no? Muy ambientales”.
Marc frunció el ceño. “Puede ser. Son otra liga. Eno y Lanois les han metido en otra dimensión. Pero no importa, ¡lo demás ha sido una salvajada! La mejor banda del mundo, ¡y punto!”
Mientras caminaban, el entusiasmo no decaía. Rémy, entonces, tuvo una idea. “¡Chicos! Acabo de recordar que me llegó el vinilo hoy. Si queréis, subimos a mi casa. Lo ponemos a tope y hablamos del disco en condiciones. ¡Tenemos que diseccionarlo!”
Los ojos de los otros tres se iluminaron. “¡Vamos!” exclamaron al unísono, y aceleraron el paso hacia el portal de Rémy.
Ya en la acogedora pero abarrotada habitación de Rémy, con el icónico artwork del álbum presidiendo la escena desde la portada del vinilo, los cuatro se sentaron, listos para la disección musical. Rémy colocó con reverencia la aguja sobre el disco.
“Bueno, chicos,” comenzó Marc, con tono casi solemne. “Aquí lo tenemos. The Unforgettable Fire. ¿Qué os parece esta bestia? Antoine, tú que eres el más técnico, ¡suelta la bomba!”
Antoine se ajustó las gafas. “Pues mirad, para mí, este disco es como si U2 hubiera decidido que las guitarras no solo tienen que sonar potentes, sino que pueden pintar cuadros. Ya no es solo el ‘punch’, es la atmósfera. Eno y Lanois han abierto una puerta gigante. Es como si hubieran pasado de la rabia controlada de War a una especie de… ¿esperanza épica? Las canciones suenan enormes, pero también tienen una fragilidad que antes no tenían. Es más profundo, más maduro.”
Jean-Luc, que solía hablar poco, sorprendió a todos. “A mí me ha costado un poco al principio. Las primeras veces que lo escuché, pensaba: ‘¿Dónde está la energía de ‘Sunday Bloody Sunday’?’ Pero luego, me ha enganchado. Es un disco para escuchar con auriculares, para cerrar los ojos y que te transporte. Bono está… ¿cómo decirlo? Más reflexivo. Como si hubiera crecido mucho de repente”.
“¡Exacto!” interrumpió Rémy con entusiasmo. “Es menos ‘puño en alto’ y más ‘alma abierta’. Es como si antes te dijeran lo que sentían, y ahora te invitan a sentirlo tú mismo. No es fácil de digerir a la primera, pero una vez que te entra, no puedes parar. Es un paso gigante para ellos. Un riesgo que les ha salido de maravilla, ¿verdad?”
Marc resumió con pasión: “Es la banda sonora de un sueño. O de una vigilia introspectiva. No sé. Es un disco que te eleva, que te hace pensar, que te emociona de una manera distinta. No te grita, te susurra al oído cosas importantes. Es jodidamente bonito, simple y llanamente. Y lo han hecho con cuatro acordes, pero suenan a orquesta. ¡U2, maestros de la simplicidad épica!”
El tocadiscos giraba, y Remy cogió la aguja y empezó a reproducir el repertorio del álbum pero según su orden particular. Los chicos se acomodaron, listos para sumergirse de lleno. ¿Cuál iba a ser la primera?
Bad
Rémy subió el volumen. Las notas de guitarra reverberantes de Edge flotaron en el aire, seguidas por el bajo hipnótico de Adam y la percusión contenida de Larry. Bono entró, su voz cargada de una vulnerabilidad cruda.
“¡Aquí está la bestia!” exclamó Marc, con un respeto casi religioso en su voz. “Esta canción… es un viaje. Desde que empieza con esa atmósfera casi fantasmal hasta que rompe en esa explosión emocional. Es pura catarsis. Bono se deja el alma, tío. Puedes sentir cada palabra, cada suspiro. Es… ¡es desgarradoramente hermosa! Habla de la adicción, de la lucha interna… te agarra y no te suelta. Para mí, el mejor momento del álbum.”
Antoine asintió. “Musicalmente, es una obra maestra de las texturas. Edge crea paisajes sonoros con su guitarra que son alucinantes. No hay solos ostentosos, solo atmósfera. Y la progresión es lenta, pero te va envolviendo hasta que, de repente, ¡zas!, explota. Por eso ha sonado un poco rara en directo al principio, porque requiere de un montón de capas que en un pabellón es difícil que se aprecien a la primera.”
Rémy añadió: “Y esa parte final, cuando repite ‘I’m wide awake, I’m not sleeping’… Te pone los pelos de punta. ¡Es un grito a la vida! A salir de la oscuridad.”
Pride (In The Name Of Love)
El ritmo icónico de la batería de Larry Mullen Jr. y la reconocible melodía de guitarra de Edge llenaron la sala. Los cuatro sonrieron.
“¡El himno!” gritó Jean-Luc, levantando un puño. “¡Este tema es pura energía y esperanza! Es el que te hace querer salir a cambiar el mundo. Habla de Martin Luther King, de la lucha por la igualdad… ¡Es un mensaje universal! En el concierto, la gente se volvió loca. Es un chute de optimismo”.
Marc, moviendo la cabeza al ritmo, continuó: “Es la canción que demuestra que pueden hacer un éxito sin perder su esencia. Es directa, pegadiza, pero sigue teniendo esa profundidad lírica que los hace únicos. Y la forma en que Bono canta ‘Free at last, they took your life, but they could not take your pride’… ¡Es pura poesía! Es un canto a la resistencia, a la dignidad”.
“Es un tema que te levanta el ánimo sí o sí”, dijo Rémy. “No puedes escucharla y quedarte quieto. Te obliga a creer en algo. Es U2 en estado puro, con su mensaje de esperanza.”
A Sort Of Homecoming
Las notas iniciales, melancólicas y majestuosas, comenzaron a sonar.
“Esta es la que abre el disco, ¿verdad?” preguntó Antoine. “Y te transporta al instante. Es como si te diera la bienvenida a este nuevo universo sonoro de U2. Es épica, sí, pero también tiene una intimidad. Habla de volver a casa, de encontrar tu lugar, pero también de la búsqueda constante, de no conformarse. Esa línea de ‘The room is spinning 'round and 'round, and I can't catch my breath’… es brutal.”
Rémy asintió. “Es una declaración de intenciones. Te dice: ‘esto es lo que viene, abrid vuestras mentes’. La guitarra de Edge es casi como un paisaje sonoro. Y la batería de Larry, aunque sutil, le da una fuerza interior tremenda. Te sientes como si estuvieras flotando en el aire”.
Marc cerró los ojos, disfrutando. “Tiene un aire de himno de estadio, pero al mismo tiempo es muy personal. Es la mezcla perfecta entre lo grandioso y lo íntimo. Una joya escondida para muchos, pero fundamental para entender este disco.”
Wire
El cambio de ambiente fue brusco. "Wire" irrumpió con un ritmo frenético y una energía cruda, casi punky.
“¡Esta es la sorpresa del álbum!” exclamó Rémy, sus ojos brillando. No te lo esperas, y de repente ¡zas! ‘Wire’ te golpea en la cara. Es rápida, es salvaje. Demuestra que, aunque estén explorando nuevos sonidos, U2 sigue teniendo esa garra y esa energía cruda que les hizo grandes. Es una explosión, tío.”
Antoine, con una sonrisa, añadió: “Es como si sacaran el nervio oculto del disco. La batería de Larry es implacable, y Edge suelta unos riffs que te taladran el cerebro. Bono suena casi desquiciado en algunas partes. Es una descarga de adrenalina pura. Es su lado más rockero en este disco, sin duda.”
“Me encanta porque rompe con todo lo demás”, dijo Marc. “Es como un recordatorio de que no se han ablandado. Que siguen siendo los U2 que conocíamos, pero con un traje nuevo. Una canción para saltar y gritar, sin más. Puro fuego.”
The Unforgettable Fire
La canción que da título al álbum, con sus delicadas notas de piano y su ambiente etéreo, inundó la habitación, creando una atmósfera casi onírica.
“Y aquí está, el corazón del disco,” susurró Marc, su voz más suave. “La canción que le da nombre. Es… es un poema hecho música. Esa melodía de piano… te envuelve. Te hace sentir que estás en otro lugar, flotando. Es una belleza melancólica, pero llena de esperanza. Habla de recuerdos, de la inmortalidad del arte, de la ciudad de Hiroshima, de la belleza que puede surgir de la tragedia… Es profunda. Muy profunda.”
Jean-Luc, que había estado especialmente callado durante esta canción, finalmente habló. “Es mi favorita del disco. Me parece la más emotiva. Bono canta con una sensibilidad que te llega al alma. Y la instrumentación, tan suave, tan delicada… Es como una caricia. Es el ‘fuego inolvidable’ que te marca por dentro.”
Rémy, con una expresión de reverencia, concluyó: “Es la culminación de todo lo que Eno y Lanois aportaron. La atmósfera, la emotividad, la introspección. Esta canción es la prueba de que U2 no solo querían ser la banda de rock más grande, sino también la más profunda. Te deja pensando, te deja sintiendo. Una obra de arte, sin más.”
Los cuatro se quedaron en silencio por un momento, la aguja aun girando en el surco final de la cara B, el eco de la última nota desvaneciéndose en el aire. La luna ya brillaba alta en el cielo nocturno de Lyon.
De repente, la puerta de la habitación se abrió suavemente. Era el padre de Rémy, en pijama y con el pelo revuelto. Su cara, una mezcla de paciencia y cansancio, se iluminó con una sonrisa.
“Hijos míos,” dijo con voz tranquila pero firme, “ya sé que los U2 son muy buenos y os han dejado el alma en un puño. Pero son casi las tres de la mañana, y los vecinos, por muy fans que sean, no creo que aprecien a Bono gritando a estas horas. El fuego inolvidable está muy bien, pero es hora de apagarlo y dormir. ¡Mañana más!”
Los cuatro chicos, un poco avergonzados pero asintiendo con la cabeza, se levantaron. “Lo siento, papá,” dijo Rémy. “Nos hemos embalado.”
Recogieron sus cosas rápidamente. Se despidieron del padre de Rémy con un “¡Buenas noches!” y salieron al pasillo. Un poco cabizbajos, pero con la mente aún repleta de los sonidos de U2, cada uno fue desfilando hacia su casa.
Pero antes de que Marc abriera la puerta principal, Rémy lo detuvo. “¡Mañana por la tarde! ¿Volvemos a quedar? ¡Tenemos que escuchar el disco otra vez! ¡Y tengo algunas ideas sobre cómo podrían mejorar esas cuatro canciones en vivo!”
Marc sonrió. “¡Hecho! Mañana seguimos el fuego.” Y con esa promesa, la noche inolvidable de Lyon llegó a su fin, sabiendo que la música de U2 seguiría encendiendo sus almas por mucho, mucho tiempo.
Epílogo
The Unforgettable Fire, es un album de transición hacia el sonido que quería U2, desde los discos anteriores, del punk rock, a un sonido mas artístico y mas elaborado, sin salirse del rock. Pero no se conforma con ser un simple escalón en ese viaje, quiere todo el protagonismo, y a fe mía que lo tiene, y se ha convertido en mi opinión, en uno de los mejores discos de la banda irlandesa. El productor Brian Eno, y la banda en su conjunto, hicieron un gran trabajo de experimentación, que a priori, no sabían si sería un fracaso o un éxito, y se arriesgaron. El éxito sonrie a los valientes, y en mi opinión, les ha salido muy bien, ha salido un gran disco, con muy buenos temas, y muy completo. Destaco, además de los que ya he nombrado, canciones como 'Promenade', 'Indian Summer Sky', 'Elvis Prestley and America' o 'MLK', como buenas canciones que completan el disco. Si tengo que hacer una excepción, no me gusta '4th of July' que es la típica canción rara de Eno, muy envolvente pero pesada, y mira que me gusta ese tipo de música, pero parece que está puesta ahí de relleno. En resumen, The Unforgettable Fire, es un pedazo de album, muy bueno en todas sus hechuras, bien cosido, y con todos los pespuntes en su sitio. Ha salido un vestido, en mi humilde opinión, digno del mejor diseñador, y cosido por el mejor modisto. La pataforma musical puede estar satisfecha de ver desfilar este album por su pasarela. Y La playlist del Yeyo, se enorgullece de tenerlo en su repertorio.
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