La humedad se filtraba por las calles adoquinadas de South London, y ya desde lejos, el sonido del bajo latía con fuerza, anticipando la inmersión. Era octubre y las hojas doradas, empujadas por un viento gélido, bailaban una danza melancólica en torno a los semáforos rotos y los grafitis coloridos. En este barrio obrero, la vida era dura y el dinero escaseaba, pero la juventud se aferraba a la esperanza. Se consolaban buscando refugio en la música, en el baile y, a veces, en pequeñas transgresiones para escapar de la monotonía.
El "Electric Dreams", el único disco-pub que se dignaba a iluminar las noches de este rincón, era un crisol de contrastes y energía. La entrada, adornada con una endeble puerta metálica con una pegatina descolorida de The Specials, invitaba a un mundo aparte. Al entrar, el aire se volvía denso e inconfundible. El aroma de humo de cigarrillos y perfumes baratos, un toque agrio que indicaba la presencia de muchas fragancias fuertes mezclado con el sudor de cuerpos bailando, y el eco metálico del equipo de sonido vibraban por el local.
El interior del pub era una sinfonía de texturas. Las paredes, pintadas en un oscuro tono borgoña que ya no reflejaba la luz, estaban salpicadas de carteles desgastados de bandas new wave, punk y synth-pop. Abundaban los iconos musicales de la época. Un póster arrugado de The Clash, con la mítica imagen de Joe Strummer; un homenaje a Siouxsie and the Banshees, desafiando con su maquillaje gótico y actitud indomable. Bajo ellos, mesas pegajosas y taburetes desvencijados de formica, en colores chillones como el naranja quemado, el amarillo mostaza y el verde pistacho, creaban rincones y alturas irregulares donde se aglomeraban los parroquianos.
Una pista de baile pequeña y abarrotada, flanqueada por una barra larga y sinuosa con un frente de mosaicos agrietados. Sobre la barra, una fila de botellas de licor de colores brillantes, que ya estaban medio vacías, brillaba bajo las luces de neón parpadeantes, que deletreaban, con luces de colores, palabras ambiguas sobre la puerta. Era difícil saber el mensaje. Al fondo, a la derecha, una pequeña tarima, con unos altavoces enormes. A la derecha de la tarima, el DJ con su característica ropa de cuero y peinado exagerado, dominaba el escenario. El ruido era incesante. Y a la izquierda, un futbolín de grandes dimensiones, rodeado por muchachos jugándose el prestigio de mejor jugador del pub.
Un par de máquinas recreativas arcade, Pac-Man y Space Invaders, rabiaban al lado de la pared del fondo. Su presencia atraía la atención. Un par de jóvenes jugaban. Era imposible no fijarse. El ritmo lo marcaba, siempre. El movimiento de las manos era un ritmo frenético, que seguía siempre la música que procedía del dj.
En el centro de este caos organizado, en un rincón oscuro donde los ruidos quedaban diluidos, estaban sentados Sarah, una elegante Mod con un abrigo de corte impecable, falda escocesa y botas de cuero lustroso, y Liam, un Skinhead con la cabeza rapada, un peto vaquero y unas botas Dr. Martens.
Estaban acurrucados en un rincón, cada uno aferrándose a una pinta de cerveza tibia. El bajo, un murmullo constante y profundo, que latía en su interior.
"¿Qué hacemos, Liam?", susurró Sarah, apretando los labios.
"No lo sé, Sarah. Si nos descubren…". La frase quedó en el aire, con un matiz de miedo. Sus tribus eran como mundos separados por océanos de rivalidad. Mod contra Skin, la elegancia contra la rudeza, pero, en medio de la tormenta, habían encontrado algo que les hacía vibrar, un amor prohibido que no sabían cómo defender.
"Yo no sé tú, pero quiero verte bailar, conmigo… pero sin que se enteren."
Liam asintió, mirando a su alrededor. Las miradas asesinas y los gestos amenazantes eran pan de cada día en el barrio, donde la hostilidad se respiraba como el humo de los coches viejos.
En ese momento, el DJ interrumpió el ritmo frenético. Unas luces de neón formaban una frase. "¿Ves?", decía una de las frases. "A bailar, esta noche". "El sueño hecho música", sentenciaba. A continuación: "¡Y ahora, para todos vosotros, el nuevo álbum de los Simple Minds! ¡New Gold Dream! ¡Para todos los románticos y los soñadores de este mundo!". El rugido de la multitud fue ensordecedor, un torrente de entusiasmo juvenil.
Sarah sonrió, sus ojos brillando. "Por fin. Lo grabamos ayer, ¿te acuerdas?", dijo, sacudiendo la cabeza. "Un disco sobre esperanza, ¿sabes? A pesar de todo lo jodido que está el mundo… sobre cómo los sueños aún pueden existir. Un canto a la búsqueda de algo más".
Liam asintió, frotándose la nuca rapada. "Un disco que te transporta a otro lugar. Letras profundas pero fáciles de entender, melodías épicas, una atmósfera… de esperanza y misterio al mismo tiempo. Parece un poco una descripción de lo que nos pasa a nosotros".
En el centro de la pista se fueron despejando los corrillos. Era hora de
bailar y disfrutar de la música.
Era hora de divertirse con New Gold Dream.
Las primeras notas de Someone, Somewhere, in Summertime llenaron el local, y llevaron a Sarah a la pista de baile, arrastrando consigo a Liam. Una lluvia de luces rojas y azules, se encendieron sobre ellos. Sarah cerró los ojos, saboreando cada segundo de felicidad y despreocupación. Las olas de emoción subieron y bajaron por todo su cuerpo. Y las letras de Jim Kerr envolvían a la pareja:
"Un encuentro con el paraíso", murmuró Sarah, perdiéndose en el sonido envolvente.
"Una melodía hipnótica y esa letra... sobre encontrar el amor y la belleza en medio del caos", añadió Liam, su voz apagada por la música. "Saben que, aunque el verano ya pasó, la chispa puede perdurar".
El ritmo aceleró con Promised You a Miracle. Era el tema perfecto para liberarse. El sintetizador ascendía como una flecha de esperanza. Sarah y Liam se movían, se deslizaban en la pista como una unidad, sincronizando cada movimiento. Olvidaron los miedos, el pasado, el futuro.
"Promesas...", musitó Sarah. "¿Recuerdas todas las promesas que nos hemos hecho? Que pase lo que pase, siempre juntos".
"Y esas ganas que nos da", contestó Liam, que tenía la piel de gallina, emocionado por la energía que se generaba.
"Aunque para ello haya que luchar mucho", continuó la mod, "en nuestra promesa… siempre hay una explosión. Nos liberamos, prometiéndonos, algo diferente para los dos".
Con Glittering Prize, la adrenalina explotó. Los amantes sudaron bajo la luz del escenario. Se reían mientras gritaban:
"El deseo… el sueño de escalar alto, de tener todo… lo que siempre has deseado, hasta ahora, ¿verdad?", preguntó Liam, jadeando. "En realidad… el amor ya es nuestro… nuestro mayor tesoro, el brillo, ya lo tenemos".
"Y cuando piensas en el triunfo que vamos a obtener juntos", afirmó Sarah.
El mundo a su alrededor desapareció, fusionándose en un torbellino de baile. Un premio, para ellos, estaba en juego. Y los dos se entregarían por ese premio. El del triunfo y el amor.
El ritmo pausado y oscuro de Hunter and the Hunted envolvió el local. Las sombras de las tribus bailaban alrededor. Y Liam, preocupado, preguntó a Sarah, temiendo la reacción del barrio.
"Como si el destino nos pusiera trampas", explicó, preocupado. "Ahora nos toca, salir a escena… y ser los cazadores".
"Defender nuestra verdad… nos obliga a tomar riesgos, a que haya gente que no te vea bien", confesó la mod. "Pero en este juego, al menos, en nuestra vida, no estamos huyendo, nunca".
La pareja bailaba, decidida, abrazándose, fortaleciéndose. Como dos sombras acechando. Listos para actuar.
Las luces se atenuaron, dejando la oscuridad, pero, aún en el escenario, en las miradas de los dos, se abrazaron, sintiendo el sudor que bañaba sus cuerpos, mientras Somebody Up There Likes You llenaba el local.
"Un canto a la esperanza, después de todo. Y una demostración, a ver… para que se sepa", anunció Sarah, besando al joven.
"Es una forma de decir… estamos bien, esto… debe seguir. Pase lo que pase", replicó Liam, correspondiendo a los besos de Sarah.
"Porque alguien nos protege", asintió ella, muy tranquila.
"Por fin, se ha desvelado el misterio... alguien allá arriba, es testigo… el amor es fuerte, al menos en este barrio... estamos salvados".
El final de la noche llegó demasiado rápido. Con los últimos acordes de "Somebody Up There Likes You" resonando en el Electric Dreams, Sarah y Liam sintieron la realidad golpearlos de nuevo. El mundo a su alrededor los juzgaba y era mucho el daño que podían hacerles. Ahora todos lo sabían. ¡Que sea lo que Dios quiera!
El encuentro llegó unos días después, donde un mensaje anónimo los citó. Era la hora de la verdad.
"Tenemos que marcharnos", le dijo Sarah, después de recibir el mensaje. "Lo importante es que estemos juntos… lo demás… ¿Qué más da?".
Un mes después, la lluvia cayó sobre una nueva ciudad.
Sarah y Liam, con dos chaquetas negras y una mirada renovada, descubrieron un pub donde ponían música parecida, y donde la gente se parecía más a ellos, allí donde habían comenzado el viaje. No habían abandonado su identidad, habían renacido con un "New Gold Dream". Se habían deshecho de los ataduras de las tribus, no era sencillo, pero tampoco imposible. Se prometieron un futuro, en cualquier rincón del mundo, y vivieron siempre enamorados, luchando por lo que sentían, contra viento y marea, unidos por la magia de New Gold Dream, un álbum que los acompañaría por siempre, porque, en aquel Londres de 1982, demostraron que el amor, a pesar de todas las adversidades, podía florecer, incluso, en las calles grises de South London.
Epílogo
Este álbum fue el quinto de la banda escocesa, que fue publicado el 17 de septiembre de 1982, y se extrajeron varios sencillos que obtuvieron mucho éxito en las listas de medio mundo. El New Gold Dream, es considerado por los críticos como un álbum esencial dentro de la música comtemporanea.
"New Gold Dream (81-82-83-84)", que ese es su título completo, es una obra maestra de la New Wave y el synth-pop que logró un equilibrio casi perfecto entre la ambición artística y la accesibilidad comercial. Después de álbumes más experimentales y post-punk, Simple Minds, liderados por un carismático Jim Kerr, encontraron su sonido más pulido y expansivo. El álbum, está lleno de texturas cuidadas, sintetizadores exuberantes y una atmósfera onírica.
Canciones como "Someone Somewhere In Summertime", "Promised You a Miracle" y la épica "New Gold Dream (81-82-83-84)" son ejemplos brillantes de cómo lograron combinar melodías pegadizas con arreglos complejos y un sentido de la grandiosidad. La producción de Peter Walsh es impecable, creando un sonido rico y envolvente que se siente a la vez vasto e íntimo.
La banda demostró una madurez notable, con la voz de Jim Kerr utilizándose casi como un instrumento más, las líneas de bajo de Derek Forbes aportando un groove distintivo y las guitarras de Charlie Burchill tejiendo un tapiz sonoro brillante. Es un álbum que te transporta, evocando imágenes de paisajes amplios y emociones profundas. Se le considera un disco atemporal, que ha sido la banda sonora de la vida de muchas personas y sigue recordándose hoy en día.
"New Gold Dream" fue un éxito comercial significativo para Simple Minds, consolidándolos como una banda importante a nivel internacional. En el momento de su publicación, "New Gold Dream" fue recibido con una aclamación generalizada por parte de la crítica. Los críticos quedaron impresionados por la evolución de la banda y la belleza constante de su música.
Podcast
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Muy interesante como todos los artículos. Bien hecho.
ResponderEliminarGracias Anónimo, me alegro que te gusten los artículos, espero seguir mejorando cada dia para poder contentaros a todos mis lectores.
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