El frío londinense de 2024, con su llovizna perpetua y la monotonía del reguetón vomitivo que inundaba cada esquina, había apagado el brillo en los ojos de nuestra pandilla. Liam, Maya, Chloe y Ben, amigos inseparables, estaban hartos. Hartos de la música prefabricada, de la cultura desechable, de la constante repetición de lo mismo. Buscaban algo real, algo que removiera las entrañas, aunque para ello tuvieran que mirar al pasado.
Fue Liam, siempre curioso, quien descubrió la pista. En una callejuela olvidada, escondido entre grafitis desvaídos, se encontraba un edificio que una vez fue señal de alegría y competencia: “Galaxy Games”. Las ventanas rotas revelaban el fantasma de un salón recreativo, un lúgubre testimonio de épocas mejores.
Con una mezcla de audacia y aburrimiento, se colaron. Dentro, el silencio se hacía palpable, un silencio cargado de ecos de risas y destellos de luces. El tiempo, implacable, había transformado el brillo en un gris polvo que lo cubría todo. La luz filtrada por las vidrieras rotas apenas iluminaba las siluetas espectrales de las máquinas recreativas.
La atmósfera era densa, pesada. Se podía oler el rancio olor a humedad, a plástico descompuesto y al fantasma de la nicotina impregnada en el aire. Restos de viejas máquinas, apiladas en un rincón, recordaban la locura de los juegos arcade de antaño: naves espaciales pixeladas, coches de carreras en circuito cerrado y aquellos clásicos con pistolas láser y gráficos bidimensionales que hoy eran reliquias del pasado. La moqueta descolorida, que alguna vez fue roja brillante, ahora se deshacía bajo sus pies.
En medio de la penumbra, se vislumbraban siluetas de máquinas recreativas, corroídas por el óxido, pero aún con su encanto. El corazón del salón era sin duda la zona de pinballs: las pistas brillantes, la parafernalia multicolor, las palas mecánicas… máquinas que esperaban un nuevo golpe de adrenalina. Los cristales empañados, el polvo depositado, pero la posibilidad de un nuevo resurgimiento...
Con una mezcla de temor y esperanza, Liam, impulsado por su curiosidad insaciable, tanteó los cables, intentando identificar las fuentes de alimentación de las máquinas de pinball.
La electricidad, inexplicablemente, pareció responder a su presencia. Una a una, las luces fluorescentes se encendieron con un zumbido metálico, revelando el desolador panorama de Galaxy Games. Las luces de las máquinas parpadearon a su vez, invitándoles a una aventura. La sala, silenciosa y polvorienta, se despertó a la vida de forma mágica.
Cuando la última máquina de pinball se iluminó, las luces del salón parpadearon frenéticamente, y desde la esquina, como un recuerdo de otros tiempos, un viejo jukebox con adornos cromados y una imponente columna de luces de colores empezó a escupir melodías. ¡Tommy! de The Who. El altavoz del jukebox, polvoriento y rasgado, resopló una introducción conocida, una cascada de notas potentes y furiosas que llenó el local.
Un escalofrío recorrió el cuerpo de los amigos. Nunca habían escuchado nada igual. El sonido poderoso y a la vez complejo, que combinaba riffs de guitarra atronadores con la energía salvaje de la batería y las complejidades sinfónicas, inundaba el local, el alma.
De pronto, en la penumbra, apareció. Era un tipo de unos 32 años, con una chaqueta de cuero desgastada que parecía haber vivido mil conciertos. Tenía el pelo alborotado, como si acabara de despertar de un sueño salvaje, y sus ojos brillaban con una intensidad febril, una mezcla de pasión y melancolía. En su cuello, una pequeña cruz dorada contrastaba con la rudimentaria camiseta que vestía.
"¡Chicos, esto es Tommy!", exclamó el rockero, con una sonrisa que abarcaba toda la sala. "Un concepto revolucionario de 1969. ¡Una ópera rock! La historia de Tommy es la historia de un chico sordo, ciego y mudo… pero es, sobre todo, la historia de la liberación, la lucha y la victoria. Cada acorde, cada verso es una emoción. Un reflejo de la vida, desde sus gritos más intensos a sus silencios más profundos.”
Se movió con una extraña familiaridad, casi como si este lugar fuera parte de su ser. Con una mirada soñadora, les invitó a escuchar.
"Empecemos por el principio, con 'Overture', el mismísimo nacimiento. Un crisol. El comienzo del caos. Una amalgama de emociones y sonidos que te agarra del cuello y no te suelta. Un torbellino de ideas que te golpea y te revuelve el estómago. Escuchad la complejidad musical, la fuerza instrumental, la manera en que The Who te dicen, '¡Atención, que aquí hay algo grande!'. La batería de este tema te muestra la pura genialidad de los inicios de The Who y su estilo original."
Tomó aire, y la emoción de sus palabras impregnaba el ambiente, casi como si las máquinas del salón respondieran a sus sentimientos.
“Después viene... un golpe demoledor. 1921“
“La tragedia y la luz se entrecruzan aquí, donde escuchamos los orígenes del niño Tommy, los orígenes de una historia... ¿por qué la banda escoge estos momentos, estos periodos, esta guerra…? Te están diciendo que Tommy nace a través de la destrucción. Ojalá supieran cómo iba a ser el final del héroe... The Who en estado puro."
Se quedó mirando al vacío unos segundos. Sus ojos volvieron a su órbita.
De pronto, Liam recordó una de las máquinas del salón, un pinball de aquella época. El rockero intuyó la conexión con la siguiente canción, y con una mirada picara, continuó su análisis.
“Pero, un momento… El propio Tommy necesita una evasión, para poder escapar de su terrible realidad. De alguna forma... la música del pinball es como ese refugio.”
Con la velocidad y energía que le caracterizaban, comenzó su explicación.
“¡Y así es! Llegamos a 'Pinball Wizard', una maravilla, uno de los grandes himnos de este disco. Imagínate esta situación: un muchacho encerrado en sí mismo, encuentra en este juego de pinball su propia vía de escape y redención. Un tema musical frenético, trepidante, donde los riffs de guitarra de Townshend son un auténtico huracán y donde los redobles de batería, las evoluciones que inventa, Moon es un virtuoso del pinball… pero a la vez de la batería. Esta canción resume el concepto entero de Tommy.”
La energía del rockero volvía a sentirse. En ese momento de la conversación se incorporó Chloe y Ben, los cuales quedaron absortos y con la emoción del instante. Liam preguntó por más temas, y Keith continuo su explicación:
"Pero uno de los momentos más importantes y emocionantes es cuando te topas con 'Go to the Mirror!'. El alma de Tommy y el dilema existencial de este personaje, se ve plasmado de tal forma, que solo The Who puede lograr, con esas notas desgarradoras. El personaje es... frágil. Y solo quiere… un cambio en sí mismo, no estar muerto en vida.”
Con cada frase, con cada comentario, el rockero se abría, revelando la profunda conexión emocional que tenía con esta obra maestra. Cada expresión parecía llevarnos a un instante.
"La historia da un giro tremendo en 'I’m Free'. De alguna manera, es el reflejo de la luz. Todo es nuevo, fresco, en plena luz del día. Tommy se abre al mundo y con ello es como si The Who te invitase a volar, como Tommy vuela por el cielo. Es, quizás, una de las canciones más felices de toda su obra, donde sientes la plena liberación."
Su mirada viajó por todo el local, con un brillo místico. Su cuerpo parecía levitar.
Y la despedida final de Keith, es... See Me, Feel Me
"La culminación. Un tema donde te dejan ver al personaje con el paso de los años y sus vivencias. Sientes al héroe. Siéntelo dentro de ti. El mensaje final de Tommy, de The Who. Lo que trasciendes, lo que puedes crear... para llegar al olimpo."
Ben, con los ojos humedecidos, no pudo evitar exclamar: “¡Es increíble! ¿Cómo no habíamos escuchado esto antes? ¡Es el puto Génesis…!”
Maya asintió, emocionada, sacudiendo la cabeza, incrédula. “Es… diferente. Es… vivo. Siento que estoy viviendo, no escuchando una canción.”
Liam, con la chispa encendida, con ganas de aprender de este gran conocedor musical, quiso saber más.
Y al tiempo, en ese momento el rockero, sintió que su misión había terminado y con la sonrisa de saber que los muchachos estaban por el camino correcto, les lanzó una última frase, que iba destinada para él… "En verdad os digo, el espíritu del Rock 'n' Roll, siempre permanece entre nosotros" Y así, sin que nadie se diera cuenta, se esfumó, dejando un extraño regusto a despedida y recuerdo en aquel mugriento salón de máquinas.
Desapareció entre las sombras del salón de recreativos. La música seguía, pero la presencia, el aura del hombre de la chaqueta de cuero, se había ido.
Se miraron unos a otros, con la impresión que acababan de vivir, o más bien de asistir, a un ritual místico. Recordaron la placa, la chaqueta de cuero, la familiaridad… Se fundieron los recuerdos en una sola certeza. De alguna manera, el mítico baterista de The Who, había reencarnado para, por unos instantes, rememorar el álbum Tommy, con aquellas almas jóvenes y curiosas, que descubrieron su música, y por extensión su esencia inmortal.
Confusos pero con una inmensa gratitud por haber escuchado aquellas historias musicales, se quedaron embelesados con las canciones finales de aquel gran disco. Se miraron unos a otros, preguntándose qué acababa de suceder. De pronto, Chloe descubrió una pequeña placa en la parte posterior del jukebox. Leyó en voz alta: “Dedicado a Keith”.
Un escalofrío heló sus espaldas. Keith. Recordaron la chaqueta, el estilo…
Epílogo
Esta ópera-rock, Tommy, de The Who, está compuesta y grabada a caballo entre 1968 y 1969, publicada en marzo de 1969, e influenciada por un gurú que se creía un avatar de Dios. El compositor y seguidor de este gurú, era Pete Townshend, guitarrista de The Who, y a la postre, creador de casi toda la obra. A veces de las situaciones mas inverosímiles, nacen las mejores obras humanas. Pues eso es lo que ha ocurrido con este disco, el album es muy bueno; una sucesión de 24 temas en un disco doble, que tienen una continuidad en su temática, y con una similitud en todas sus canciones en cuanto al sonido se refiere, que la hacen, una obra muy homogenea, y uniforme.
La sinopsis de la ópera rock, según la wikipedia, cuenta de un chico llamado Tommy, que queda sordo, mudo y ciego tras un episodio traumático. Durante su convalecencia, Tommy sufre abusos de su primo Kevin y de su tío Ernie, es engañado por una prostituta que intenta curarle mediante el uso de drogas alucinógenas y descubre su afición al pinball, al que juega con gran éxito mediante su único sentido disponible: el tacto. La trama evoluciona hacia la recuperación de sus sentidos cuando su madre rompe los espejos de la casa y la ganancia de adeptos que reconocen en Tommy una figura mesiánica por su «cura milagrosa». Sin embargo, la actitud despótica de Tommy en el campamento de verano creado por su tío Ernie hace que sus discípulos le abandonen y el protagonista vuelva a refugiarse en su fuero interno.
Tommy fue un éxito comercial y crítico significativo. El álbum alcanzó el puesto número 2 en las listas del Reino Unido y el número 4 en el Billboard 200 de Estados Unidos, logrando un estatus de quíntuple platino en este último. Vendió millones de copias, consolidando a The Who como una de las bandas más grandes de su tiempo. La crítica inicial fue en gran parte positiva. Muchos elogiaron la ambición del proyecto, la complejidad narrativa y la cohesión musical. Se le consideró una obra innovadora que elevó el concepto de álbum más allá de una simple colección de canciones, presentándolo como una narrativa completa. La prensa musical reconoció el talento compositivo de Pete Townshend y la poderosa instrumentación de la banda.
Podcast
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Très bon article et très bon site.Bravo!
ResponderEliminarMerci pour vos mots, anonyme.
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