
El aire frío de principios de 1996 se colaba por las rendijas de las ventanas de la vieja casa de los Johnson en Altoona, Iowa. La luz grisácea del atardecer invernal teñía la habitación de tonos azulados mientras la nieve, que había comenzado a caer tímidamente por la mañana, ahora lo hacía con más decisión, creando una manta blanca y silenciosa sobre el pequeño pueblo. Dentro, el calor emanaba de un viejo radiador de hierro y del resplandor de tres monitores de ordenador que iluminaban los rostros absortos de Mark, David y Kevin.
La habitación era un santuario para estos tres jóvenes de veintipocos años, un espacio donde la tecnología y la música se fusionaban en una sinfonía de pitidos electrónicos y ritmos incipientes. Cables serpenteaban por el suelo alfombrado, conectando torres de ordenador polvorientas, teclados amarillentos y una maraña de altavoces. Revistas de informática apiladas en las esquinas compartían espacio con cajas de disquetes etiquetados con nombres crípticos y carátulas de viejos videojuegos. Sobre un escritorio atestado, una pila de CDs brillaba bajo la tenue luz, y en la cima, inconfundible, destacaba la portada del álbum debut, con sus plumitas de color rosa, de una banda que había capturado por completo su atención: "Garbage".
Mark, el anfitrión, tecleaba con rapidez en su vetusto i486, los dedos ágiles moviéndose entre las teclas con una familiaridad casi intuitiva. A su lado, David ajustaba los diales de una pequeña mesa de mezclas, sus auriculares cubriendo sus orejas mientras un loop rítmico resonaba en la habitación. Kevin, recostado en una silla giratoria, hojeaba las escuetas notas del libreto del CD de Garbage, con una sonrisa dibujándose en sus labios.
"¿Habéis oído cómo mete Butch Vig esas baterías en 'Queer'?", exclamó David, quitándose un auricular. "Es como si la percusión te golpeara desde todos los ángulos. Y esa línea de bajo... ¡es hipnótica!"
Mark asintió sin apartar la vista de su pantalla. "Y la voz de Shirley Manson... tiene una fuerza y una fragilidad al mismo tiempo que te atrapa. La forma en que se entrelaza con esos samplers industriales crea una atmósfera oscura y sensual."
Kevin dejó el libreto sobre la mesa. "'Queer' es como una declaración de intenciones, ¿sabéis? Te introduce en su mundo sonoro de una manera muy directa. Es cruda, pero también tiene una melodía de fondo que te engancha."
Un silencio breve llenó la habitación, roto solo por el zumbido de los ordenadores. David retomó su trabajo en la mesa de mezclas, intentando replicar la textura arenosa del sonido de "Queer" con los modestos recursos de su equipo.
"Luego está Vow", continuó Kevin, cogiendo de nuevo el libreto. "¡Uf! Esa canción es pura rabia contenida. La distorsión de las guitarras, la intensidad de la batería, ese efecto maravilloso al principio... y la letra, ese sentimiento de venganza... es como una patada en el estómago."
Mark hizo una pausa en su tecleo. "Me encanta cómo la melodía vocal contrasta con la agresividad de la instrumentación. Shirley canta con una fuerza increíble, pero también hay una vulnerabilidad ahí. Y ese estribillo... se te queda grabado en la cabeza durante días."
David asintió, ahora concentrado en encontrar un sample de guitarra con la suficiente distorsión. "Vow" tiene una energía increíble. Es perfecta para subir el volumen a tope."
La tarde avanzaba, tiñendo el cielo exterior de tonos anaranjados y morados. Los tres amigos continuaron su particular disección del álbum de Garbage, cada uno aportando su perspectiva técnica y emocional.
"Y qué me decís de 'Only Happy When It Rains'?", preguntó Mark, sonriendo. "Es la más 'pop' del disco, pero sigue teniendo ese toque oscuro y melancólico que los caracteriza."
"Me encanta la ironía de la letra", respondió Kevin. "Esa sensación de que la felicidad siempre viene acompañada de algo de tristeza. Y la melodía es pegadiza a más no poder. Es de esas canciones que puedes escuchar una y otra vez sin cansarte."
David finalmente encontró un sonido que le satisfizo en su sampler. "La producción de esta canción es impecable. Cada instrumento está en su sitio, y la voz de Shirley brilla de una manera especial. Además, ese riff de guitarra es sencillamente genial."
Mientras la nieve seguía cayendo afuera, y el frío arreciaba mas aun si cabe, creando un ambiente aún más acogedor dentro de la habitación, Kevin puso la siguiente canción en el reproductor de CD.
"Ahora llegamos a una de mis favoritas: 'Stupid Girl'", anunció. "Ese ritmo... ¡es tan adictivo! Y la forma en que samplearon 'Train in Vain' de The Clash... ¡genial!"
Mark se unió a la conversación. "La crudeza de la letra también me gusta mucho. Esa honestidad brutal sobre las inseguridades y las relaciones complicadas. Y la voz de Shirley aquí es más desafiante, casi burlona."
David movía la cabeza al ritmo de la canción. "Stupid Girl tiene una fuerza increíble. Es directa, sin rodeos. Y ese bajo marca el pulso de una manera muy potente."
La última canción que querían analizar esa tarde era una que los tres apreciaban especialmente por su atmósfera más íntima y melancólica.
"Llegamos a Milk", dijo Kevin con un tono más suave. "Esta canción es diferente a las demás del disco. Es más delicada, más vulnerable."
Mark suspiró. "La melodía es preciosa, y la forma en que la voz de Shirley se desliza sobre la instrumentación crea una sensación casi onírica. Y la letra... habla de una dependencia emocional de una manera muy poética."
David asintió lentamente. "Milk te envuelve. Es como una caricia sonora. Los arreglos son sutiles pero muy efectivos. Es una canción que te llega al corazón."
Habían pasado horas inmersos en el universo sonoro de Garbage, analizando cada capa de sonido, cada matiz lírico. La pasión que sentían por la música se mezclaba con su fascinación por la tecnología, encontrando en la banda de Madison, Wisconsin, una perfecta combinación de ambos mundos.
De repente, la madre de Mark asomó la cabeza por la puerta. "Chicos, la cena está lista. Pizza."
Los tres se miraron con una sonrisa cómplice. La perspectiva de una pizza caliente era una excelente manera de poner fin a su intensa sesión de análisis musical. Mientras se levantaban entre el laberinto de cables y aparatos, David tropezó torpemente con una caja de disquetes, esparciéndolos por todo el suelo.
"¡Oh, genial!", exclamó Mark con sarcasmo divertido. "Ahora tendremos que ordenar este caos."
Kevin se agachó para ayudar a recoger los disquetes. "No te preocupes, Mark. Lo vemos como una oportunidad para practicar nuestras habilidades de organización de archivos... ¡en el mundo real!"
Los tres rieron mientras recogían los disquetes, sabiendo que, a pesar del desorden, al día siguiente volverían a reunirse en ese santuario de la informática y la música, listos para explorar nuevos sonidos y seguir alimentando su pasión compartida. Y quizás, intentar crear su propia "basura" sonora, inspirados por sus ídolos.
Epílogo
Garbage, fué publicado en agosto de 1995, y rápidamente entró en las listas de medio mundo, y alcanzó puestos altos en todas ellas. Fué aclamado por la crítica y también por el público por su innovadora mezcla de rock, pop, y electrónica. Eran canciones muy potentes, y también bailables, pegadizas, y atractivas al oido. Eran los tiempos del grunge y el britpop, y las guitarras habían copado todo el protagonismo en la música de aquellos años, y este Garbage, album, tiene mucho de esas guitarras, potentes, desgarradas, y distorsionadas, tan típicas del grunge. Todo ello, junto a todos los grandes avances electrónicos que había por aquellos años 90, mezclados convenientemente, hacen de este album, una explosión sónica de rock, "un esclafit de soroll", como decimos los valencianos, pero no cualquier ruido, sino una amalgama de estridencias perfectamente sincronizadas, y organizadas, que producen un sonido mágico y maravilloso, en forma de guitarras grunge, y teclados vanguardistas.
El album debut de Garbage, irrumpió en la escena musical de los 90, con una fuerza innovadora, fusionando elementos de rok alternativo, grunge, electrónica, pop, una producción impecable, y una voz femenina poderosa. Fue el primer trabajo de Garbage, pero fue tan bueno que los catapultó a la fama internacional. Tiene 30 años pero aun conserva su frescura y relevancia, y es indispensable en cualquier discografía que se precie. Yo, desde luego, la incorporo a La Playlist del Yeyo. Es como una droga, me engancha, me fascina; siempre que lo quito, me quedo con pena, busco otro momento para seguir escuchándolo.
Podcast



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