
El Secreto del
Sonido Etereo
El aire denso y ligeramente rancio del estudio de grabación Studios 301, de Sídney, siempre olía a una mezcla peculiar de café recalentado, nicotina residual y la promesa inminente de un nuevo disco. Las paredes, cubiertas con paneles acústicos desgastados y posters de bandas olvidadas, parecían absorber no solo el sonido, sino también el tiempo. La luz tenue de una lámpara de pie, con la pantalla rota, creaba sombras danzantes sobre el equipo analógico, el imponente magnetófono de 24 pistas y la maraña indescifrable de cables que serpenteaban por el suelo como serpientes petrificadas. En el centro de la sala de control, la imponente mesa de mezclas, un monstruo de metal y potenciómetros brillaba bajo la luz cenital, esperando ser domada. Yo, Arthur Finch, el ingeniero de sonido jefe había visto pasar por allí a innumerables aspirantes a estrellas, pero la banda que se sentaba frente a mí ese día de 1981, The Church, prometía ser diferente. O al menos, tenía que serlo, si queríamos que este álbum viera la luz.
Los veía a través del cristal: Steve Kilbey, con su melena ensortijada y una presencia magnética, afinaba su bajo; Peter Koppes, silencioso y concentrado, pulía un riff en su Rickenbacker; y luego estaban Marty Willson-Piper y Nick Ward. Marty, con su guitarra de 12 cuerdas, parecía más preocupado por el ángulo de su flequillo que por el mi menor que intentaba alcanzar. Y Nick, detrás de su batería, golpeaba los parches con una determinación que no siempre se traducía en ritmo. La verdad cruda era que, si bien la visión de Steve y Peter era clara y su composición brillante, la ejecución de Marty y, en menor medida, de Nick, era... digamos, en desarrollo. Pero había algo, una chispa, una melancolía etérea en sus maquetas que me decía que valía la pena el esfuerzo.
La sesión debía empezar con "For a Moment We're Strangers", una pieza que, incluso en su versión más cruda, poseía una atmósfera envolvente.
"Bien, chicos", dije por el micrófono del talkback, "vamos a intentar 'For a Moment We're Strangers'. Marty, intenta mantener la nota un poco más, ¿vale? Y Nick, menos fuerza en el charles, por favor".
Un gruñido inaudible de Marty, una sacudida de cabeza de Nick. Resignación.

El Nacimiento de un Sonido Accidentado
La primera toma fue un desastre armonioso. Las cuerdas de Marty chirriaban en los cambios de acorde, y la batería de Nick sonaba... bueno, como si dos personas diferentes estuvieran tocando al mismo tiempo. Paré la grabación.
"Steve", dije, "la idea es genial, pero la ejecución...".
Steve Kilbey se recostó en su silla, cruzando los brazos. "Sabemos que Marty no es Clapton. Y Nick... hace lo que puede. Pero es nuestro sonido. Es lo que somos".
Marty asintió vigorosamente, su guitarra de 12 cuerdas colgando como un trofeo. "Es la imperfección, Arthur. Le da alma".
No pude evitar reírme. "La imperfección está bien, Marty. Pero esto es casi un... milagro si sacamos algo coherente. Mirad, tengo una idea. Sé que Marty tiene problemas para mantener los acordes limpios en los cambios rápidos. ¿Y si reducimos la velocidad de la cinta solo un poco para sus tomas? Podría grabarlas más lento y luego las aceleramos a la velocidad normal. El tono subirá ligeramente, pero podríamos compensarlo. Y para ti, Nick, vamos a doblar la pista de batería. Una base simple y luego algo más creativo encima, para rellenar los huecos".
Hubo un silencio. Marty y Nick se miraron. Steve frunció el ceño.
"¿Estás diciendo que no podemos tocar nuestras propias canciones?", espetó Marty.
"Estoy diciendo", respondí con calma, "que tenemos una oportunidad de oro con este material. La esencia está ahí. Si podemos pulir los bordes sin perder la magia, tendremos algo único. Pensad en ello como... vuestro toque distintivo. Una técnica que nadie más tendrá".
Tras una tensa deliberación, aceptaron a regañadientes. Y así, en las profundidades de Studio 301, comenzó el experimento. La magia, o la manipulación, como algunos la llamarían, de "Of Skins and Heart".
Para "For a Moment We're Strangers", el resultado fue asombroso. El rasgueo ligeramente "flotante" de Marty, antes un defecto, se convirtió en una cualidad onírica. La atmósfera se volvió densa, casi tangible, y la voz de Steve se elevó sobre el intrincado tapiz de guitarras de Peter y los ritmos ahora más estables de Nick. La canción se convirtió en una introducción perfecta al mundo sónico de The Church, un portal a paisajes melancólicos y misteriosos. Un presagio de lo que estaba por venir.
La Imperfección como Estilo
Las sesiones avanzaron, no sin desafíos. Para "The Unguarded Moment", el verdadero test de fuego, la técnica de ralentización se volvió crucial. La línea de guitarra de Marty, que en directo solía ser un amasijo glorioso pero caótico, aquí adquirió una claridad cristalina sin perder su nervio.
"¡Esto es lo que necesitamos!", exclamó Steve al escuchar la primera mezcla de "The Unguarded Moment". "Ese eco, esa reverberación. Suena como si saliera del éter".
La batería de Nick, grabada en capas, aportaba una base sólida que permitía que las guitarras brillaran. La canción era una obra maestra pop, sí, pero con un filo gótico y una cualidad agridulce que la elevaba por encima del resto. La forma en que la guitarra de 12 cuerdas de Marty "bailaba" alrededor de la melodía de voz, con esa ligera, casi imperceptible, distorsión de pitch debido a la aceleración de la cinta, le dio una identidad única. Esa misma técnica la utilizamos sutilmente en otros temas, lo que unificó el sonido del álbum.
“Memories In Future Tense” fue otro ejemplo de cómo las limitaciones se convirtieron en virtudes. La melodía era hipnótica, pero la ejecución de Marty seguía siendo un reto. La superposición de capas de guitarra, con la de Peter proporcionando la estructura y la de Marty el color, creó una profundidad que pocos esperaban. La canción se siente como un viaje introspectivo, con las guitarras entrelazándose como recuerdos difusos, envolviendo al oyente en una niebla sonora.
Con “Bel-Air”, el desafío fue capturar la energía en bruto sin dejar al descubierto las flaquezas. Optamos por una mezcla que favorecía la reverberación, creando una sensación de espacio que disimulaba los pequeños fallos y enfatizaba la atmósfera. El resultado es un tema que evoca una sensación de misterio y nostalgia, con una línea de bajo pulsante y las guitarras creando una bruma sonora que te transporta.
“She Never Said” nos permitió explorar un lado más íntimo. Aquí, la sutileza de las guitarras era clave. Marty tuvo que repetir sus tomas una y otra vez, y cada repetición, paradójicamente, le hacía mejorar. En este tema, la guitarra de 12 cuerdas brilla con una delicadeza inusual, creando una melodía melancólica que acompaña perfectamente la emotiva voz de Steve. Es un ejemplo perfecto de cómo, a base de esfuerzo, se pulió ese sonido "accidentalmente" perfecto.
Finalmente, para “Fighter Pilot... Korean War”, la banda realmente se soltó. La canción, con su energía propulsora, fue la que mejor camufló cualquier imperfección. La velocidad y la pasión se adueñaron del estudio, y aunque mis retoques con la cinta seguían siendo necesarios, la banda empezaba a cohesionarse de una manera que me llenaba de orgullo. La canción es una explosión post-punk, con una energía imparable que mantiene la intensidad antes del cierre del álbum.
La Verdadera Historia
La versión oficial, la que se contó a la prensa y a los fans durante años, fue que The Church eran unos genios innatos, cuyo sonido único era el resultado de una química mágica e instantánea. Se hablaba de largas jam sessions y de una conexión telepática entre sus miembros. Y sí, la química existía, la visión estaba ahí. Pero la verdad, la que yo viví en ese estudio, es que “Of Skins and Heart” fue una obra de arte forjada no solo por el talento, sino también por la ingeniosidad, la paciencia y un poco de engaño técnico. La discográfica y la banda acordaron que revelar que un miembro clave estaba aprendiendo a tocar el instrumento durante la grabación no vendería bien. La imagen de "genios naturales" era mucho más atractiva para el mercado. El "sonido The Church", ese sonido etéreo y distintivo, nació en parte de la necesidad, de adaptar la producción a las habilidades en desarrollo de Marty Willson-Piper y Nick Ward. Fue una orquestación brillante de la imperfección, que finalmente se convirtió en su mayor virtud. Y ese, mis queridos lectores de "La Playlist del Yeyo", es el verdadero secreto detrás de su álbum debut. Un gran disco después de todo.
Epílogo

“Of Skins and Heart”, el álbum debut de la banda australiana The Church, fue publicado oficialmente el 3 de marzo de 1981 en Australia, y con una lista de canciones ligeramente diferente (y bajo el simple título de "The Church") más tarde ese mismo año en otros territorios.

En el momento de su lanzamiento, la recepción de la crítica fue mixta, pero se inclinaba hacia lo positivo. Muchos críticos quedaron prendados por el sonido "jangly" de las guitarras, la voz enigmática de Steve Kilbey y la atmósfera etérea y melancólica que impregnaba el disco. Aunque no fue un éxito de ventas masivo inmediato a nivel mundial, en Australia sí logró un impacto considerable. La canción "The Unguarded Moment" se convirtió en un Top 20 en las listas australianas, cimentando su estatus. Las cifras de ventas exactas de la época son difíciles de precisar, pero se estima que superó las 50.000 copias en Australia en sus primeros años, un logro notable para una banda debutante en la escena independiente.
Con el paso de los años, la reputación de "Of Skins and Heart" ha crecido exponencialmente. Ha sido reevaluado por la crítica y los fans como un álbum de culto y una pieza fundamental del rock alternativo y el jangle pop de principios de los 80. Hoy en día, es considerado un clásico, un testimonio de la visión única de The Church y su habilidad para crear paisajes sonoros distintivos. Su influencia se puede rastrear en numerosas bandas que vinieron después, y sigue siendo una escucha esencial para entender la evolución de un sonido que, como hemos visto, fue tanto una creación orgánica como un brillante acto de ingeniería.
Podcast



La opinión del Yeyo

Conocí a The Church, a finales de los 80, cuando publicaron su álbum
Starfish en 1988, y me encantó el disco entero, empezando por su tema
estrella, Under the milky way. No es el momento ahora de hablar de el, ya
llegará su hora, solo puedo decir que fue en los primeros 90, cuando entré de
lleno a buscar cosas de los Church, y a comprarme discos de ellos. Me
compré The Blurred Crusade, Heyday, y Gold Afternoon Fix dejándome otros
trabajos, para más adelante. Ese “más adelante”, fue ya en el siglo XXI con
las plataformas de streaming, y descubrí otros discos anteriores, como este
Of Skins and Heart, y Seance.

La verdad es que cuando me gusta un determinado sonido, y encuentro una banda
que lo toca, todo lo que hace me gusta, ya sea bueno, malo o medio regular.
Este es el caso. Me encanta el sonido de las guitarras en una canción rockera,
adoro las bandas guitarreras, y The Church lo es. Tiene un sonido especial,
unas guitarras muy llamativas, la voz es profunda, grave, y atractiva al oído,
un ritmo que te mueve, y unas melodías ciertamente fáciles de escuchar, te
enganchan. La verdad es que me encanta todo lo que hacen estos australianos. Y
a La Playlist del Yeyo, también, por eso está aquí. Y por muchos discos...
Podeis visitar la página de La Playlist del Yeyo, en la que están ubicados todos los videos colgados en el blog, a modo de playlist, incluidos los de The Church, para que los disfruteis todos juntos, y en el orden que querais. También teneis una emisora con La Radio del Yeyo, que contiene los hits de las décadas de finales del siglo XX. Y si buscas una canción o un video que no está en La Playlist del Yeyo, lo puedes localizar en el Buscador del Yeyo, procurando especificar bien el video o canción que quieres localizar.
¡¡Hasta la próxima!!
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Chapeau, menudo artículo amigo. No es un género que acabe de volverme loco pero una cosa es eso y otra reconocer la cantidad de datos e información sobre este grupo e indirectamente sobre el grupo. Me quito el sombrero, que no llevo. Escribes desde España supongo, supongo que tampoco querrás dar mas.informacion solo.prmque.eoamosmtu blog
ResponderEliminarHola anónimo, me alegro de que te haya gustado el artículo, y te agradezco profundamente tus palabras, pero quiero aclararte una cosa a ti y a todo el que pueda leer este comentario. El artículo consiste en una historia alternativa basada en un sucinto análisis del album y algunas de sus canciones, las que a mi mas me gustan, pero creada con un poco de imaginación y creatividad, a la vez que ayudada por la IA, para entre ambos, elaborar la historia. Los únicos datos e información real que tienen este y el resto de artículos del blog, se concentran en el epílogo. Si quieres mas información sobre un grupo, o álbum, te recomiendo la wikipedia, pues allí tendrás toda la información que hay sobre ello. Mi único propósito con este blog, es entretener a los que tengan a bien leerme, y compartir con ellos la música de la segunda mitad del siglo XX, que es la que me gusta a mi. Si te ha gustado, me alegro por ello, y seguiré esforzándome para seguir así. Espero no haberte defraudado y sigas visitando el blog mas veces, pues creo que te puede gustar, y te lo puedes pasar bien, al menos ese es mi objetivo. Si piensas seguir visitándo La playlist del Yeyo, te sugiero que te suscribas, para así poder informarte personalmente de todas las novedades que se produzcan en el blog. Gracias, y espero verte por aquí de nuevo. Un saludo
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