
La Portada que Nació del Sonido
El viejo tocadiscos del estudio de Klaus Voormann, un modelo de madera y metal con una aguja algo gastada giraba con una determinación casi silenciosa, solo superada por el crepitar ocasional del vinilo. La habitación, en el corazón de un tranquilo barrio londinense, era un santuario creativo y un caos ordenado que reflejaba la mente de su ocupante. Paredes de un blanco ya amarillento estaban cubiertas de arriba abajo por bocetos a medio terminar, fotografías recortadas de periódicos y revistas, postales de Hamburgo, y recortes de diseños de moda vanguardistas. Sobre una estantería improvisada con tablones y ladrillos, pilas de libros de arte y volúmenes sobre la Bauhaus convivían con carátulas de discos de jazz y de grupos beat.
El aire olía a una mezcla inconfundible de papel envejecido, tinta fresca y el dulzón aroma del pegamento, una fragancia que a Klaus le resultaba tan familiar como su propia piel. Su escritorio, un antiguo tablón de dibujo apoyado sobre caballetes, estaba invadido por montones de tijeras de distintos tamaños, botes de pegamento abiertos, lápices de grafito esparcidos, reglas metálicas y pilas de cartulina negra y blanca. Una taza de té a medio beber descansaba precaria entre un sinfín de fotografías de John, Paul, George y Ringo, algunas sonriendo, otras con ese aire melancólico de sus primeros años. Era primavera de 1966, y el mundo exterior bullía, ajeno a la revolución que se gestaba entre esas cuatro paredes.
Astrid Kirchherr, su cabello oscuro cayéndole suavemente sobre los hombros mientras tomaba asiento en un taburete cercano, observaba a Klaus con una sonrisa cómplice. Él, con su característico ceño fruncido de concentración, movía las manos como si bailaran con las tijeras, recortando con precisión una silueta de periódico.
"Entonces, el 'encargo secreto' de John," dijo Astrid, rompiendo el silencio. "¿Cómo suena esta vez? ¿Tan ruidoso como la última vez que te escapaste a los estudios EMI?"
Klaus dejó una tira de periódico recortada sobre el tablero y se echó hacia atrás, apoyándose en la silla de madera, cuyo respaldo crujió suavemente. "Ruidoso y... diferente, Astrid. No es solo música. Es como si hubieran abierto una puerta a otra dimensión. John me dijo que es su nuevo álbum. Se llamará 'Revolver'."
Astrid levantó una ceja, sus ojos azules escudriñando los recortes desordenados. "Revolver. Suena a un arma, o a algo que da vueltas."
"Ambas cosas, supongo," respondió Klaus, contemplando un recorte de la cara de George que aún no había encontrado su lugar en el naciente collage. "Este disco... es el más valiente que han hecho. Han dejado atrás las 'yeah, yeah, yeahs'. Aquí hay letras más profundas, sonidos extraños, instrumentos que nunca esperarías. Es pop, sí, pero estirado hasta el límite. Y más allá. Te golpea de frente, pero luego te envuelve. No sé cómo voy a meter todo eso en una sola imagen."
Klaus tomó un puñado de pequeñas fotografías, la mayoría de rostros anónimos que había coleccionado de revistas y periódicos viejos. Los esparció sobre la mesa, buscando alguna expresión, alguna mirada.
"Cuando escuché esta canción de este lado, pensé inmediatamente en estos rostros," dijo Klaus, señalando una foto descolorida de una anciana con un pañuelo en la cabeza. "Es... 'Eleanor Rigby'."
Astrid se acercó, escuchando la melodía melancólica de los violines que seguía en el tocadiscos, llenando el estudio de una quietud reflexiva. "Los violines, Klaus. Esos violines. Suena como una película de la posguerra, ¿no? Tan triste y formal, pero con una belleza extraña."
"Exacto," asintió Klaus, mientras sus dedos buscaban entre los recortes de ojos y bocas. "Y la letra... 'Ah, mira a toda la gente solitaria'. No hablan de amor romántico, ni de coches o chicas. Hablan de la soledad, de la gente que vive y muere sin que nadie se dé cuenta. Es crudo, pero con una belleza increíble. Me hizo pensar en todas las almas perdidas que vi en Hamburgo, en la gente que se sentaba sola en los parques, o en los vagabundos de Liverpool." Sus ojos se posaron en un recorte de un paisaje urbano gris.
Astrid suspiró. "Es una canción muy visual. Puedes ver a la gente en tu cabeza, como si fueran los personajes de tu collage."
"Y eso es lo que quiero capturar," dijo Klaus, empezando a cortar cuidadosamente uno de los rostros con sus tijeras afiladas. "Esa mezcla de desolación y la delicada belleza de la música. Como un susurro en una catedral vacía que resuena entre mis papeles."
Mientras los violines de "Eleanor Rigby" se desvanecían, una melodía suave y dulce, como un rayo de luz que se colaba por la ventana del estudio, llenó la habitación. Klaus sonrió, relajando sus hombros tensos.
"Y luego, de repente, llega esto," dijo, señalando el tocadiscos. "Es como un respiro, un rayo de sol después de la tormenta. 'Here, There and Everywhere'."
"Es Paul," dijo Astrid, con los ojos cerrados, dejándose llevar por la melodía. "Su voz es tan... pura. Como una nana, o el sonido de un arroyo."
"Sí," Klaus asintió, tomando un lápiz más suave y un papel de arroz. "Es de una delicadeza que casi asusta. Después de la tristeza de Eleanor, oír esta melodía tan intrincada, tan amorosa... es un recordatorio de que en la vida, incluso en el caos, hay refugios. Es una balada preciosa, sin trucos, solo la melodía perfecta y una letra sencilla, pero que lo dice todo. Me hace pensar en los primeros días en Hamburgo, cuando todo era más simple y el amor parecía tan fácil, tan presente."
Klaus empezó a dibujar unas líneas fluidas, orgánicas, que contrastaban con los bordes afilados de los recortes anteriores. "Necesito un elemento en la portada que capture esta ternura, esta pausa, esta armonía tan perfecta."
Un riff de guitarra potente y unos metales vibrantes irrumpieron en el estudio, haciendo vibrar los cristales de la ventana. Klaus empezó a golpear rítmicamente el lápiz contra la mesa, su pie siguiendo el compás.
"¡Ah, esto es diferente!" exclamó Astrid, abriendo los ojos y sonriendo con entusiasmo. "¡Esa batería! ¡Y esas trompetas! Suena... ¡fresco!"
"¡Lo sé, ¿verdad?!" Klaus reía, la energía de la canción contagiándose. "Es 'Got to Get You Into My Life'. Cuando la escuché, no podía creerlo. ¡Es casi funk, con un aire de soul! John me dijo que Paul se inspiró en el sonido Motown, y se nota. La forma en que entran los vientos, tan directos y potentes, como un golpe seco. Es pura energía, pura explosión. Es la energía de la banda evolucionando, probando cosas nuevas. Me hace sentir que el mundo se mueve más rápido, que el tiempo se acelera."
Klaus se levantó y empezó a caminar por la habitación, moviendo las manos como si estuviera dirigiendo una orquesta invisible, sus ojos escaneando las fotos de los Beatles. "Necesito que la portada tenga esa sensación de movimiento, de ir hacia adelante, de sorprender al ojo. No puede ser estática, ni solo melancólica. Debe tener este pulso vital."
La música tomó un giro más complejo, con las guitarras de George y John tejiendo una melodía hipnótica y ligeramente agridulce, como una conversación entre dos mentes brillantes.
"Esta es 'And Your Bird Can Sing'," dijo Klaus, señalando el tocadiscos, su mirada fija en los retratos de los miembros de la banda. "John la canta con un toque de ironía, ¿no crees? 'Dices que tienes todo lo que quieres / y tu pájaro puede cantar / Pero no puedes ver lo que realmente necesitas.' Es como si se burlaran de la gente que lo tiene todo y aun así está vacía, o de la hipocresía en el mundo."
Astrid asintió, su mirada fija en el techo, siguiendo los intrincados giros de las guitarras. "Y las guitarras... Suenan como dos voces discutiendo y luego abrazándose. Muy intrincadas, casi juguetonas, pero con un mensaje serio debajo."
"Exacto. Es un diálogo. Una conversación en sí misma," comentó Klaus, volviendo a su tablero. "Me hace pensar en cómo la gente a veces dice una cosa pero siente otra, o cómo las verdades se disfrazan de apariencias. Hay una dualidad aquí que quiero reflejar en los rostros que estoy pegando. La expresión de lo que se muestra y lo que se esconde, la forma en que los elementos se superponen y revelan cosas nuevas." Empezó a superponer recortes de caras, creando un efecto de múltiples perspectivas.
Un ritmo más enfático, casi perezoso, pero con una melodía insistente y un órgano que le daba un aire de secreto, llenó el estudio. La voz de John tenía un aire de complicidad, casi un guiño.
"'Doctor Robert'," musitó Klaus, sonriendo, mientras sus dedos jugaban con pequeños trozos de papel negro. "Una canción sobre... un doctor muy especial en Nueva York, ¿verdad? Uno que 'te ayuda a ver las cosas claramente' con sus 'píldoras'. Es tan ingeniosa, tan sutilmente rebelde. Parece inofensiva, pero sabes que hay algo más, un subtexto que te invita a mirar con otros ojos."
Astrid rió suavemente. "Sí, los Beatles siempre tienen esos pequeños secretos, esas alusiones. Cosas que no dicen del todo, pero que todos entienden."
"Y eso es lo que me fascina," dijo Klaus, tomando unos lápices más oscuros y experimentando con sombras. "Cómo insinúan cosas sin ser explícitos. Me inspira a añadir elementos que no sean obvios a primera vista en el collage. Detalles que el espectador tenga que descubrir, o que le dejen pensando. Pequeñas sombras, figuras ocultas entre las líneas. Como si la portada misma tuviera sus propios 'secretos' para 'ayudarte a ver las cosas de otra manera', para invitarte a la curiosidad."
De repente, el estudio se llenó de un zumbido hipnótico, tambores repetitivos y casi tribales, y voces que parecían venir de otro mundo, girando y distorsionándose. La voz de John sonaba distante, etérea, procesada, como si cantara desde un trance. La lámpara del techo pareció vibrar con el sonido.
"¡Por el amor de Dios, Klaus! ¿Qué es eso?" exclamó Astrid, algo sorprendida y fascinada a la vez, sus ojos muy abiertos. "¡Suena como si los altavoces estuvieran rotos, pero de una manera extraña y hermosa!"
Klaus, sin embargo, estaba transfigurado. Sus ojos brillaban, una chispa de locura creativa en ellos. "¡Esto, Astrid, esto es el futuro! Es 'Tomorrow Never Knows'. John la grabó con la voz pasada por un altavoz Leslie de órgano, como los de la iglesia, ¡pero distorsionada! Y Ringo tocó la batería de una forma que suena a bucle, a trance, aunque es él tocando. Hay cintas al revés, bucles de sonido de gorriones, risas distorsionadas. ¡Es como si los sonidos estuvieran volando alrededor de mi cabeza, desintegrándose y volviendo a formarse!"
Se levantó de un salto y empezó a pegar frenéticamente, sus manos moviéndose con una urgencia febril. "Cuando escuché esto por primera vez, sentí que mi cabeza iba a explotar, pero de una buena manera. Es la psicodelia pura, la ruptura total con todo lo conocido en la música. Me da permiso para romper mis propias reglas visuales. ¡La portada no puede ser 'bonita' en el sentido tradicional! Tiene que ser desorientadora, fragmentada, surrealista, pero al mismo tiempo un todo cohesivo. Tiene que reflejar esta locura hermosa, esta deconstrucción del sonido, esta inmersión en lo desconocido." Klaus tomó los recortes de las caras de los Beatles y empezó a distorsionarlas, a superponerlas de formas imposibles, mezclando líneas y sombras.
Después de la vorágine sonora de "Tomorrow Never Knows", llegó una canción con un riff de piano insistente y una voz ansiosa, casi febril, de George Harrison. El ambiente en el estudio se volvió más introspectivo, pero igualmente intenso.
"George," dijo Astrid, reconociendo la voz. "Suena como si tuviera algo muy importante que decir, pero le cuesta encontrar las palabras correctas. Hay una urgencia en su voz."
"Exacto," Klaus asintió, mientras repasaba los últimos detalles con un pincel fino. "Es 'I Want To Tell You'. La sensación de tener una idea tan grande en tu cabeza que no sabes cómo sacarla, cómo comunicarla. Es algo que siento yo también con esta portada. Quiero que la gente vea y sienta lo que yo escuché en este disco, pero es tan... complejo, tan lleno de matices que es difícil traducirlo a una sola imagen."
Klaus estaba en los últimos toques, añadiendo sombras y detalles finos que daban profundidad al collage. "Esta canción me recuerda la lucha de todo artista, de todo ser humano, por expresarse de una forma que realmente conecte. La frustración de no ser entendido del todo, y la urgencia de seguir intentándolo. Como el álbum mismo, que está intentando decirnos algo radical, algo nuevo, y lo hace con una sinceridad aplastante."
Finalmente, una melodía pegadiza y juguetona llenó el estudio. La tensión de la experimentación y la introspección se disipó con la voz reconocible y amistosa de Ringo Starr.
"Y para terminar," dijo Astrid, riendo y alzando una ceja. "Un submarino amarillo. Parece una canción para niños, ¿no crees? ¡Qué contraste después de todo lo demás!"
Klaus se echó hacia atrás, observando el collage casi terminado, con una sonrisa cansada pero satisfecha. "Sí, 'Yellow Submarine'. Después de toda esa experimentación, esa profundidad, esa locura... es un golpe de aire fresco. Es ingenua, es simple, es una canción para cantar en la ducha, o para que la cante un borracho en el pub. Pero en el contexto de todo el álbum, te das cuenta de que es brillante. Te recuerda que la música también puede ser pura alegría, pura fantasía. Es el toque de diversión que equilibra toda la intensidad, que te trae de vuelta a la tierra sin dejar de soñar."
"Es un ancla," dijo Astrid, su mano apoyándose suavemente en el hombro de Klaus. "Un recordatorio de que, por muy lejos que se vayan, siguen siendo los Beatles, capaces de tocar el corazón de todos."
"Y mi portada," Klaus dijo, señalando el collage con orgullo. "Tiene que ser
así. Compleja, experimental, sí. Pero con un punto de conexión, algo que te
invite a entrar, a sonreír, incluso si al principio no entiendes del todo lo
que estás viendo. Como un abrazo amistoso después de un viaje salvaje."
Klaus Voormann se sentó frente a su creación, la luz de la tarde tiñendo de oro el estudio y sus creaciones. La portada de 'Revolver' estaba terminada. Un complejo entramado de dibujos lineales y fotografías superpuestas, algunas distorsionadas, otras nítidas, todas formando una especie de gran cara-collage con los ojos de John, los labios de Paul, la nariz de George y la barbilla de Ringo. Era caótica y ordenada a la vez, surrealista y directa, como el álbum que representaba, una explosión de creatividad contenida en un cuadrado de cartón.
Días después, la portada fue enviada a EMI. La reacción inicial de la discográfica fue de perplejidad, acostumbrados a imágenes más convencionales. Incluso Paul, aunque fascinado por la audacia, dudó ante el dibujo de su propio rostro, viéndose a la vez familiar y extrañamente ajeno. En la realidad, Paul le pidió a Klaus que retocara ligeramente esa parte. Pero en esta versión de la historia, Klaus, sintiéndose imbuido por el espíritu audaz e inquebrantable del propio Revolver, se mantuvo firme.
"He escuchado este disco una y otra vez, Paul," le dijo Klaus por teléfono, su voz suave pero inquebrantable, resonando con la convicción de un artista. "Cada línea, cada sombra, cada distorsión en esta portada es un eco de lo que he sentido con vuestra música. No puedo cambiarla sin traicionar la verdad de 'Tomorrow Never Knows', la melancolía de 'Eleanor Rigby' o la energía de 'Got to Get You Into My Life'. Es un 'Revolver', Paul, y es así como debe girar: rompiendo moldes, sorprendiendo."
Hubo un silencio al otro lado de la línea. Finalmente, Paul suspiró, una risa suave en su voz. "De acuerdo, Klaus. Tú ganas. Sabes, supongo que tienes razón. Es... diferente. Y este disco es muy, muy diferente. Supongo que una portada así es la única que le iría bien."
Y así, la portada de Revolver, tal como la conocemos hoy, fue entregada al mundo. No solo como un diseño gráfico galardonado, sino como un reflejo visual de una revolución sonora, defendida con pasión por el artista que la entendió desde lo más profundo de su ser, uniendo su visión a la de los genios de Liverpool.
Epílogo
El álbum 'Revolver' de The Beatles, publicado el 5 de agosto de 1966, fue un punto de inflexión no solo para la banda, sino para la historia de la música popular. Se grabó tras un periodo de intensa experimentación en el estudio de Abbey Road y representó una madurez artística y una audacia compositiva sin precedentes en la música popular de su tiempo.
La crítica lo abrazó de inmediato, aunque muchos aún procesaban su audacia. La prensa musical británica y estadounidense lo aclamó como un paso adelante significativo. Melody Maker lo describió como "pop progresivo en su mejor momento y un paso gigante para el grupo", mientras que New Musical Express lo calificó de "un disco que cambiará el mundo del pop y la cara de la música en general". Los críticos quedaron asombrados por la diversidad de estilos y la innovación sonora, desde la conmovedora orquestación de "Eleanor Rigby" hasta la vanguardia psicodélica de "Tomorrow Never Knows". Fue evidente que los Beatles ya no eran solo una banda de pop, sino artistas que exploraban sin miedo los límites del medio, convirtiéndose en arquitectos sonoros.
En cuanto a las ventas, Revolver fue, como era de esperar de los Beatles en su apogeo, un éxito masivo. Alcanzó el número 1 en las listas del Reino Unido y permaneció allí durante siete semanas consecutivas. En Estados Unidos, también llegó a la cima de las listas de Billboard. Aunque no alcanzó las cifras estratosféricas de ventas de sus predecesores inmediatos (en parte debido a la creciente piratería y la competencia), sus ventas globales se cuentan por millones y sigue siendo uno de los álbumes más vendidos y de mayor influencia en la historia. Universalmente aclamado, con el tiempo se le ha considerado de forma consistente como uno de los álbumes más grandes e influyentes de todos los tiempos por publicaciones como Rolling Stone, que lo coloca en puestos muy altos en sus listas de los mejores discos.
La portada de Klaus Voormann, con su diseño en blanco y negro y su estilo collage que mezclaba dibujo y fotografía, no solo ganó un premio Grammy al mejor diseño de portada, sino que se convirtió en una de las imágenes más reconocibles e icónicas de la historia del rock. Se decía que capturaba a la perfección la esencia del álbum: la fragmentación de la realidad y la explosión de nuevas ideas que los Beatles estaban desatando en el panorama musical.
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