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Publicado agosto 30, 2024 por Aurelio Vázquez Sánchez con 6 comentarios

The Church-The Blurred Crusade

The Church-The Blurred Crusade

La Librería de los Ecos Velados

El sol de media mañana en Alicante se filtraba entre los viejos edificios, proyectando sombras alargadas sobre la Calle Maldonado. No era una vía principal, ni mucho menos. Estaba escondida, casi olvidada, entre callejones que olían a jazmín y salitre, un secreto a voces para aquellos que sabían buscar. Y Alejandro, con su olfato de sabueso melómano, había rastreado un rumor hasta allí: una librería-disquería de segunda mano llamada "Los Ecos Velados".

No era el típico establecimiento luminoso y ordenado. Su fachada, de piedra de tonos claros, con una puerta de madera oscura en el centro. Sobre la puerta, hay un farol y un escudo de armas tallado en la piedra. La puerta tiene un diseño rústico con herrajes metálicos. El rótulo, caligrafiado a mano con letras que se desdibujaban con el tiempo, apenas era visible. Al empujar la pesada puerta de roble, un suave tintineo de campanillas viejas anunció su llegada. El aire dentro, lejos de la humedad del exterior, era denso y cálido, con un aroma a papel antiguo, vinilo empolvado y algo más… algo inefable, como el susurro de incontables historias.

La librería era un laberinto. Estanterías de madera, tan altas que se perdían en la penumbra del techo, albergaban filas y filas de libros que parecían haber sido colocados allí por el propio tiempo, no por una mano humana. La luz, tenue y amarillenta, provenía de lámparas dispersas y la escasa claridad que se colaba por los cristales sucios. Había polvo, sí, pero no el molesto que irrita la garganta, sino uno brillante y casi mágico, que danzaba en los haces de luz como pequeñas partículas de memoria. El ambiente era un santuario de la quietud, donde el único sonido era el crujido ocasional de la madera o el roce de las páginas de un libro. Era un lugar donde el tiempo parecía ralentizarse, donde cada objeto, cada volumen, cada disco, contenía una historia latente, esperando ser descubierta. Y entre todo ese caos organizado, Alejandro intuía que se encontraba en el lugar perfecto para encontrar aquello que buscaba.

Freidora de aire Temu
Freidora de aire, para hacer una comida rápida, mientras escuchas La Playlist del Yeyo

Su objetivo era una edición original de “The Blurred Crusade” de The Church, en vinilo, por supuesto. Había rastreado coleccionistas, buceado en foros, pero la suerte le había eludido. Sin embargo, "Los Ecos Velados" prometía ser diferente. Mientras sus dedos rozaban los lomos de los libros, una extraña resonancia comenzó a manifestarse. No era un sonido real, sino una vibración en el aire, una melodía apenas perceptible que parecía surgir del propio tejido de la librería. Se sentía como si las estanterías, los libros y, sí, los viejos discos apilados por doquier estuvieran murmurando secretos musicales.

Alejandro se adentró en una sección de clásicos victorianos, y de repente, una sensación de familiaridad agridulce lo envolvió. No era la trama de una novela, sino algo más profundo, una nostalgia dulce que lo impulsaba a buscar algo perdido. Todo comenzaba con una batería potente, las guitarras sonaban distantes en su mente, como campanas lejanas en la bruma de un amanecer, mientras una línea de bajo suave lo guiaba. Era la melodía de una espera, de un anhelo que no termina de concretarse. Era la atmósfera de Almost With You, una introducción perfecta a ese viaje brumoso que es “The Blurred Crusade”. La voz, en su cabeza, era un eco lejano, pero reconocible, de Steve Kilbey, quien ya nos advertía que lo borroso no siempre era malo.

Caminó hacia una sección de filosofía antigua, y allí, entre tratados empolvados, la vibración se hizo más insistente, más rítmica. Sentía una fuerza subyacente, un pulso constante y una energía que no era agresiva, sino persistente, casi ritualista. Las capas de sonido en su mente se superponían: una guitarra que serpenteaba como una llama danzante, otra que aportaba un arpegio brillante, y una sección rítmica que era el corazón latente de todo. Era la esencia de “A Fire Burns”, una canción que, sin ser un hit radiofónico, mostraba la madurez de la banda, su habilidad para crear un ambiente hipnótico y absorbente. La librería, en ese rincón, parecía arder con una luz interior, invitándolo a dejarse llevar por la profundidad de sus secretos.

Luego, Alejandro se detuvo ante una vitrina llena de instrumentos musicales viejos: un violín sin cuerdas, una armónica oxidada, un gramófono mudo. Una punzada de melancolía lo invadió. La reverberación de la librería cambió, volviéndose más espacial, más vacía, como si algo importante hubiera sido arrancado. Un bajo inundó de pronto el ambiente. Las guitarras, antes envolventes, ahora sonaban con una energía contenida pero vibrante, un jangly característico que pulsaba con un anhelo sutil. La batería marcaba un ritmo firme pero evocador, y la voz de Kilbey se sentía más expuesta, cargada de una vulnerabilidad palpable que flotaba sobre la instrumentación. Era la resonancia de “You Took”, una pista que, sin ser una balada, posee una profunda emotividad y una atmósfera de pérdida y anhelo que la hacen destacar. Muestra la maestría de The Church para fusionar el jangle pop con una melancolía reflexiva, creando una canción que te atrapa con su sonido distintivo. El aire de la librería, en ese punto, parecía retener el eco de algo que se había perdido para siempre, dejando una marca indeleble.

Alejandro siguió un pasillo estrecho que desembocaba en un pequeño patio interior, lleno de plantas y enredaderas que se aferraban a las paredes. La luz era más clara aquí, y el ambiente, de repente, se volvió más íntimo, más cercano, como un secreto compartido entre amigos. Las guitarras sonaban más claras, la batería más definida, y la melodía era pura, directa al corazón. Era la calidez y la promesa contenidas en “Just For You”, una de las gemas ocultas del álbum que muestra la faceta más accesible y emotiva de The Church. Se sentía como si la librería le estuviera susurrando confidencias, una conexión personal que solo la música de este calibre puede forjar. Era la joya perfecta para su colección.

Finalmente, Alejandro llegó a la sección de discos, un santuario propio dentro del santuario. Entre montones de vinilos, CD’s viejos y cintas de casete, una energía final, más reflexiva y profunda, lo envolvió. Las melodías se volvieron más densas, la instrumentación más elaborada, y la voz de Kilbey, más introspectiva, casi etérea. Era la cumbre del viaje, la inmersión total en la bruma lírica y sonora de “To Be In Your Eyes”. La canción capturaba la esencia de “The Blurred Crusade”: un álbum que no busca respuestas fáciles, sino que explora las nebulosas del subconsciente, la belleza de lo ambiguo y la profundidad de la emoción humana. La librería, en ese momento, ya no era solo un lugar; era una experiencia, una sinfonía de ecos y sensaciones que culminaba en esa profunda contemplación.

Con la cabeza zumbando de melodías y ecos, Alejandro alzó la vista y, justo frente a él, en un estante polvoriento donde se apilaban ediciones raras de vinilos, vio el lomo inconfundible. “The Blurred Crusade”. ¡Allí estaba! Una edición en vinilo que parecía haber sido traída por el propio viento, ligeramente gastada por el tiempo, pero intacta. Su fondo negro era característico, con esas armaduras medievales, sujetando un frágil pajarillo. No había duda, un poco descolorido, pero era su joya.

Sonriendo para sí, tomó el álbum. En ese instante, el anciano y enigmático dueño de la librería, a quien Alejandro no había visto hasta entonces, apareció de la nada, como surgido de entre las sombras. Llevaba unas gafas diminutas que resbalaban por su nariz y un jersey de lana que parecía tener tantos años como los libros que vendía.

"Ah, el muchacho de los ecos," musitó el librero, con una voz rasposa pero amable. "Has tardado lo tuyo en encontrarlo. ¿Lo has escuchado ya, o solo lo has sentido?"

Alejandro, algo aturdido, respondió: "Creo que... lo he vivido, señor."

El anciano asintió con una sonrisa. "Así debe ser la buena música, joven. No es solo para los oídos, es para el alma. Ese disco en particular... es una bruma que te envuelve, ¿verdad? No te da todas las respuestas, pero te hace sentir que las preguntas son hermosas."

Guitarra madera TemuPrimera guitarra para aprender, por un precio realmente sorprendente

Alejandro pagó el vinilo, aún bajo el hechizo de la librería. Al salir a la calle, el sol de Alicante lo cegó por un instante, y el bullicio de la ciudad le pareció estridente. Se guardó el disco bajo el brazo, consciente de que no solo había comprado un vinilo, sino que había vivido una inmersión completa en la esencia de The Blurred Crusade. Era un álbum que, en 1982, consolidó a The Church como maestros del jangle pop y la neo-psicodelia, elevando su sonido a una atmósfera etérea y compleja que pocos han igualado. Con sus letras crípticas, guitarras reverberantes y una producción exquisita, este disco sigue siendo una obra fundamental que te invita a la introspección y a perderte en sus nebulosas sonoras. No es un disco para escuchar de fondo; es una experiencia que te llama a sumergirte en ella, como si estuvieras flotando en un sueño lúcido. Y Alejandro, ahora lo sabía, nunca volvería a escucharlo de la misma manera.

Al doblar la esquina, Alejandro se detuvo de golpe. Se dio cuenta de que había olvidado preguntar al anciano el precio del disco. Miró hacia atrás, pero la Calle Maldonado estaba vacía. La fachada de "Los Ecos Velados" había cambiado, lo que había era un “Rincón Bohemio”, como si la librería, nunca hubiera estado allí. ¿Había sido todo un sueño? Alejandro se encogió de hombros, con una sonrisa cómplice. Quizás algunas melodías, y algunas librerías, solo existen en la bruma de lo inmaterial. Lo único que importaba era que tenía el vinilo, y una historia que contar. Y que era muy probable que el disco le hubiera salido gratis.

Epílogo

The Blurrade Crusade, es el segundo album de los Church, y fue publicado en Marzo de 1982. Fue compuesto principalmente por Steve Kilbey, y está caracterizado por el protagonismo de las guitarras. Me declaro fan de las bandas guitarreras, y esta es una de ellas. Adoro la guitarra eléctrica, no conozco mejor instrumento, ni mas representativo,que defina mejor, lo que es el rock. Un buen riff de guitarra, es gloria para los oidos, es una delicia escuchar su timbre, su distorsión del sonido, sus notas deformadas, y todo ello en unos auriculares decentes, y a alto volumen. Una gozada.

El album The Blurred Crusade, de The Church, hoy en dia, tiene ese tufillo a música retro o vintage, como querais llamarlo, que me encanta. Es una música puramente rockera, guitarrera, como ya he dicho antes, con ritmo, pegadiza y bailable. Es una delicia. Sencillamente exquisita; es mi opinión pero creo que puede ser compartida por vosotros, si la escuchais con paciencia, mente abierta y tranquilidad. Estoy seguro que ahí fuera, debe haber alguien a quien le guste este disco o esta banda, aunque no conozco a nadie personalmente. Me siento como una isla "eclesiástica", un islote perdido lejos de las tierras de los canguros. Me gustaría saber si a ti, lector, te gusta este album, y por eso te invito a que me lo digas en un comentario. Me gustaría compartir contigo este gusto por los Church. Saber si alguien más sabe de ellos, si les gusta este album, si lo tienen en formato físico, en fin, quiero saber de alguien que los conozca. Decidme algo, por favor...Gracias.

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¡¡Hasta la próxima!!


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6 comentarios:

  1. Sigo a The Church desde el año 1986. Lo curioso de este grupo es que con los altibajos, ha mantenido la esencia y un sonido que inmediatamente lo identificas, sea el disco que sea. Evidentemente The blurred Crusade es un álbum de altísimo nivel. Eso no quita que los más recientes, aún habiendo perdido toda la formación a excepción de Kilbey, mantiene un nivel más que aceptable. Hasta 1992 sacaron álbumes muy destacables, y tras unos años que parecían el fin del grupo, publicaron algunos trabajos de una mayor complejidad y aptos ,creo yo, para churchs adictos. El directo, a pesar de la marchitada voz de Kilbey, es sencillamente algo que no debes perderte.

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  2. Yo también les sigo la pista desde mediados de los 80, pero les perdí el rastro desde aquel album Priest-Aura, que fue el último que tuve en mis manos, y que por supuesto, me gustó, aunque el estilo de música era diferente, y vi una evolución que no me agradó tanto. En mi humilde opinión, los primeros discos de esta banda son los mejores, cuyo estilo es el que a mi me gusta, guitarreo, y rock puro y duro. No te pierdas de vista el blog, pues pienso incluir en La Playlist del Yeyo, algún disco mas de esta magnífica banda. Para eso, te recomiendo que te suscribas, y lo podrás comprobar. Gracias por tu comentario, anónimo.

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  3. Sigo a los Church desde que tenía 10 años en el año 82. Es una banda que me ha acompañado a lo largo de mi vida disco a disco, viéndoles evolucionar de manera progresiva. Escucho infinidad de grupos y puedo decir que no hay ninguno que esté al nivel de the Church, no solo por calidad musical sino por haber sabido evolucionar sin quedarse anquilosados en el pasado. Creo que deben de tener 24 álbumes publicados que se dice pronto. Steve Kilbey debe de ser el músico más prolífico del planeta ya que aparte de the Church saca muchos álbumes en solitario y en colaboración con otros. Todo un universo para descubrir y disfrutar. El último disco de the Church “Hypnogogue” es una joya. No pierden vigencia. Me siento afortunado de haber podido seguirlos desde sus inicios. Por cierto, Priest = Aura es un disco inconmensurable que denota madurez. Enfin, se nota que soy fan no?

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    1. Gracias, anónimo, por tu comentario. Veo que eres muy fan de los Church, y conoces su historia y discografía, mejor que yo. Como dije en un comentario anterior, la pista sobre los Church, la perdí en aquel disco Priest=Aura, que también me gustó, pero vi la evolución, y me hizo ver que sus orígenes estaban cambiando, y dejé de seguirlos, por lo que desconozco sus discos posteriores. De todas formas, como veo que tu me dices que han seguido respetando su idiosincrasia, a pesar de la progresión, lógica por el paso del tiempo, estoy muy dispuesto y abierto a escuchar, discos de este siglo, aunque sea por puro placer, pues en este blog, solo se incluyen discos del siglo XX, como bien sabes si eres seguidor del blog. Repito, te agradezco que me hayas escrito y aportado tus conocimientos sobre este fantástico grupo australiano. Te sugiero que te suscribas al blog, para estar informado de todo, pues en el futuro, voy a incluir mas discos de los Church, y como ejemplos te puedo poner, Heyday, Starfish, Gold Afternoon Fix, Of Skins and Heart, Seance, el propio Priest=Aura, y alguno mas que se me escapa, seguro. Hasta pronto, espero...

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  4. Les sigo desde siempre. Les he visto en directo infinidad de veces. Es evidente que este álbum y hasta priest aura son las joyas. Unos años depresivos, que coinciden con la salida de Marty. Lo actual no es malo, pero no emociona, y menos ya sin Koppes.

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    1. Comparto contigo, los sigo desde el primer disco, y me encantan, hasta el Priest-Aura. Desde ahí, uuuffffff, me cuesta escucharlos...😥

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