
La Sinfonía de la Desesperación
La sala de visitas de la prisión de Soto del Real era un mausoleo de conversaciones rotas y esperanzas desvanecidas. Las paredes, pintadas de un aburrido tono grisáceo, absorbían el bullicio como una esponja. Mesas de formica desgastada y sillas de plástico duro componían el mobiliario, testigos mudos de incontables reencuentros agridulces. Un aire de resignación, una pesadez casi palpable, flotaba en el ambiente. El aire viciado olía a desinfectante barato y a desesperación rancia, una combinación que a Armando Nervión, abogado penalista de renombre (o eso creía él), le revolvía el estómago. Sentado en una silla, con la rodilla rebotando nerviosamente, observaba las puertas metálicas. Sudaba. No por el calor, que era moderado, sino por el miedo. Por esas puertas saldría en cualquier momento su cliente, el mismísimo Eustorgio "El Desollador" Pestaña. Un hombre que, sin necesidad de un apodo tan rimbombante, ya infundía pavor con solo mirarlo. Y Armando tenía una noticia para él, una noticia que haría que “El Desollador” pareciera un osito de peluche cabreado. "El Desollador", estaba acusado del… bueno, llamémosle “el crimen del siglo”. Un crimen tan abominable que, según el consenso popular, incluso el infierno le negaría su entrada. Y Armando, por decirlo suavemente, le temía al Desollador, más que al mismísimo Lucifer.
La puerta se abrió con un chirrido que arañó los nervios de Armando. Entraron dos fornidos funcionarios de prisiones, uno a cada lado de Eustorgio, quien los miraba con un desdén que podría congelar el Sáhara. La sombra del Desollador era mayor que el propio Desollador. Con la mirada sombría, los ojos inyectados en sangre y una boca perpetuamente fruncida en un gesto de disgusto, avanzaba como un huracán de malos humores. Sus ojos, pequeños y penetrantes, encontraron los de Armando y una sonrisa torcida, que no prometía nada bueno, se dibujó en sus labios. Eustorgio se desplomó en la silla frente a Armando, como si la misma gravedad se viera obligada a ceder a su voluntad.
"¿Y bien, abogado? ¿Qué noticias tienes? ¿Ya me sacan de este agujero?", gruñó Eustorgio, con una voz que sonaba a papel de lija, y que haría temblar al mismísimo Demonio.
Armando tragó saliva. La noticia era que la estancia en el agujero iba a ser, más bien, una larga temporada. Eustorgio había sido declarado culpable del "Crimen del Calcetín Olvidado", un acto tan atroz y sin precedentes, que la sociedad se había negado incluso a mencionarlo por su nombre.
"Eh... sí, Eustorgio, verás...", comenzó Armando, buscando desesperadamente una forma de suavizar el golpe. Tenía que abordar la situación, pero la idea de soltar la bomba lo aterraba. Tragando saliva, se atusó la corbata y carraspeó. De repente, una bombilla se encendió en su mente. Una bombilla con melodía. "Me he tomado la libertad de... bueno, como sé que eres un gran admirador de Supertramp..."
Eustorgio arqueó una ceja, cual cuchillo recién afilado. Su expresión de tigre enjaulado suavizándose apenas un ápice. "Supertramp, dices... ¿Y qué tiene que ver eso con mi libertad?"
"¡Todo, Eustorgio, todo!", exclamó Armando, con una euforia forzada. "Verás, he pensado que, antes de entrar en los detalles del caso, podríamos... ¿ambientar la conversación? He conseguido que nos traigan un reproductor de música. Y no cualquier disco, ¡sino el mismísimo 'Crime of the Century'! Una obra maestra, ¿no te parece?"
Un funcionario entró con un tocadiscos portátil y unos altavoces. Eustorgio lo miró con escepticismo, pero no dijo nada. Armando colocó el vinilo con manos temblorosas. ¡Vamos a sumergirnos en el glorioso álbum "Crime of the Century"! Un auténtico festín para los oídos…y una estrategia de evasión, claro". El primer arpegio de harmónica llenó la sala.
"¿Crimen del Siglo?", preguntó Rafa frunciendo el ceño, al tiempo que movía la cabeza a un lado y otro. "¿Así se llama ahora el sumario? Anda, suéltamelo, imbécil!".
"Ah, Eustorgio, ¡qué maravilla! El mismísimo 'Crime of the Century'. Es un álbum que, a pesar de su título, no tiene nada de criminal... ¡musicalmente hablando, claro!", Armando soltó una risa nerviosa que nadie compartió. "Este disco es una joya progresiva, un hito en la discografía de Supertramp. Es del año 1974, y marcó un antes y un después para la banda, catapultándolos al estrellato. La instrumentación es exquisita, la lírica profunda, y la producción... ¡impecable!"
"Ah, 'School'", dijo Armando, cerrando los ojos con teatralidad. "¡Qué manera de empezar un disco! "Esa harmónica inicial…la voz de Roger Hodgson, el piano que marca el ritmo... El saxo de John Helliwell…todo perfecto, una pieza maestra. Escucha, escucha cómo evoluciona, el crescendo… El órgano Hammond. Todo muy progresivo y moderno. Sin la frescura del movimiento. Es muy Supertramp, ¿sabes? Todo muy bien medido". Esa melodía melancólica, casi infantil, que evoca los recuerdos de la escuela, ¿verdad? La letra, Eustorgio, ¡es brillante! Una crítica mordaz al sistema educativo, que moldea mentes jóvenes y las encierra en la conformidad. Esa sensación de estar atrapado, de anhelar la libertad... ¿no te parece que recuerda a... ciertas situaciones?" Armando miró a Eustorgio con la esperanza de una señal de entendimiento, pero el recluso solo tamborileaba los dedos en la mesa, con una expresión impaciente.
"¿Y la sentencia, abogado? ¿De qué color es la sentencia?", interrumpió Eustorgio, con voz cargada de un tono amenazante. "Vete al grano, abogado. ¡Ya! ¿Qué dice el juez? ¿Soy libre o no?".
"¡Paciencia, Eustorgio, paciencia!", dijo Armando, sudando frío. "Llegaremos a la sentencia, te lo prometo. Pero es que la sentencia tiene un contexto, y ese contexto está intrínsecamente ligado a la siguiente joya del álbum..."
"¡Y ahora, 'Bloody Well Right'!", exclamó Armando, con una sonrisa forzada. "¡Qué cambio de ritmo, Eustorgio! Esa entrada de piano eléctrico. Y luego esa explosión de energía con la guitarra de Roger Hodgson. Es una canción con una actitud descarada, ¿no crees? La letra, otra vez, es puro Supertramp: una sátira a la hipocresía social, a aquellos que creen tener la verdad absoluta. Es como si te dijeran: '¿Crees que lo sabes todo? ¡Pues te equivocas, colega!' "¡Una patada en el culo al sistema! Un ritmo trepidante…un grito de rebeldía... Es un puñetazo directo al hígado", argumentó Armando con ardor. Y ese solo de saxofón... ¡Dios mío, Eustorgio, es un éxtasis musical! Te transporta, te eleva, te hace olvidar... eh... cualquier preocupación mundana." Armando miró de reojo a Eustorgio, que ahora tenía el ceño fruncido y una vena palpitante en la sien.
"Ya, Eustorgio, ya… tranquilo. ¡Escucha! Luego nos adentraremos en los pormenores de tu caso", dijo Armando con tono tranquilizador. "Pero esta canción es crucial. Imagina la rebeldía contra la autoridad. El rechazo a las convenciones sociales… Muy importante, en ciertos contextos, claro".
"¡Pero, abogado! ¡Me está empezando a cansar con su sarta de tonterías musicales! ¿Me va a decir ya lo del juicio? ¡¿Soy inocente o no?!", gruñó Eustorgio con una impaciencia que hacía temblar los dientes de Armando. ¡Porque si soy culpable, alguien va a aprender a bailar sin música!" La voz de Eustorgio era un gruñido.
Armando, ya bañado en sudor frío, casi se cae de la silla. "¡Culpable! ¡No, no, Eustorgio, no te precipites! La inocencia... la culpabilidad... es un espectro, un matiz, como la luz y la sombra en... en la siguiente canción, ¡que es una auténtica maravilla para el alma!"
"'Hide in Your Shell'", anunció Armando, con voz temblorosa, subiendo el volumen para que el piano de Rick Davies llenara el ambiente. "Esta es una de las baladas más conmovedoras de Supertramp. La vulnerabilidad, Eustorgio, la necesidad de esconderse del mundo cuando uno se siente herido o incomprendido. Es un mensaje de esperanza, ¿no te parece? De salir de uno mismo, de afrontar la realidad... por dura que sea. ¡El culmen de la sensibilidad! Y la voz de Roger Hodgson aquí es simplemente sublime, te llega al alma. Es como un abrazo musical." Armando suspiró, intentando transmitir paz, aunque por dentro sus órganos internos bailaban una sardana enloquecida.
Eustorgio, rojo de ira, a punto de saltar de su asiento, lo agarró del cuello de la camisa, sin importarle la presencia de los guardias de prisiones.
"¡Que me diga lo que está pasando! ¡No aguanto más este tinglado musical, abogado! ¡Soy culpable o no lo soy!".
"¡Estamos a punto, Eustorgio, a punto!", dijo Armando, la gota fría resbalando por su espalda. "Pero no puedo dejarte sin la guinda del pastel, sin el himno a la esperanza, la culminación de esta obra maestra. ¡La canción que te hará soñar con un futuro mejor, incluso... en las circunstancias más adversas!"
"Ya casi, Eustorgio. ¡Es la última canción, la que lo explica todo, créeme!
"¡Y finalmente, 'Dreamer'!", proclamó Armando, casi gritando por encima de la introducción de piano, sintiendo que el tiempo se le agotaba como arena entre los dedos. "¡Qué himno, Eustorgio, qué explosión de alegría y optimismo! La voz de Roger Hodgson, llena de vida, esas armonías vocales... ¡es pura energía. Es el sueño, Eustorgio, el sueño de una vida sin ataduras, sin límites. Te invita a soñar, a imaginar, a creer que todo es posible. ¡Es la canción perfecta para... para afrontar cualquier... desafío que la vida te ponga por delante!" "¿Eres o no eres un soñador? Todos tenemos sueños… Un viaje por el universo…con una flauta mágica… ¡la melodía, el mensaje! Una fantasía que acaba siempre con un “Hola, sueño". ¡Pero que importante es soñar, Eustorgio!", sentenció Armando. ¡¡Esto es la poesía pura!!
"¡Ya está bien, abogado! ¡Se acabó la musiquita! ¿La sentencia, coño, la sentencia!" Eustorgio se levantó de golpe, la silla raspó el suelo y el estruendo resonó en la pequeña sala. Su rostro era una máscara de pura furia contenida.
Armando, viendo que no había escape, y con la adrenalina disparada, soltó las palabras como una ráfaga de ametralladora: "¡Eustorgioveredictoculpablenoabsolutoriotreintañosdeprisióncorrer!" Y sin esperar ni un segundo la reacción de "El Desollador", Armando se abalanzó hacia la puerta, abriéndola de golpe y salió corriendo como alma que lleva el diablo por el pasillo de la prisión, sin mirar atrás, sus zapatos resonando en el silencio sepulcral de los muros.
Eustorgio se quedó plantado en medio de la sala, con los brazos caídos, la boca ligeramente abierta, procesando la explosión verbal de su abogado. Los funcionarios de prisiones, que habían estado observando la escena con una mezcla de perplejidad y diversión, entraron en la sala, con sonrisas apenas contenidas.
"Bueno, señor Pestaña", dijo uno de ellos, con una amabilidad sospechosamente dulce, "parece que va a tener mucho tiempo para escuchar a Supertramp. Nos lo llevamos, la celda le espera. Treinta añitos, ¿eh? Da para escuchar el 'Crime of the Century' unas cuantas veces."
Mientras lo agarraban por los brazos para llevárselo, Eustorgio, el temible "Desollador", rompió a llorar amargamente. Sus sollozos resonaron en la sala vacía, un sonido sorprendentemente satisfactorio. La verdad era que, para un hombre tan desagradable, y tan criminal, aquella amargura era casi una dulce melodía.
Epílogo
Crime of the Century, fue el 3º álbum de la banda británica Supertramp, publicado el 21 de septiembre de 1974, y supuso un cambio drástico en la carrera musical de los Supertramp, pues fue el comienzo de su exitosa trayectoria donde se empezaron a recoger las grandes canciones que los han encumbrado a las mas altas cimas del mundo del rock. Dentro de este amplio campo, ellos hicieron su música dentro del rock sinfónico, incluyendo instrumentos tan variados como el piano de cola, teclados, el saxofón, y otros instrumentos de viento. En mi humilde opinión, destaco el sonido maravilloso del piano, que es una delicia escucharlo, el magnífico saxo de Helliwell, y sobre todo, el tono maravilloso de voz, y su falsete de Roger Hodgson. Estos detalles caracterizan perfectamente el sonido de los Supertramp, haciéndoles completamente inimitables, y únicos. En cuanto a ventas, están considerados como una de las bandas mas influyentes de la música, del mundo, vendiendo mas de 70 millones de discos. Y la crítica, lo tuvo en muy buena consideración colocándolo en muy buenas posiciones entre sus preferencias.
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