
El jardín de la abuela Elvira no era un jardín cualquiera. Era un universo en miniatura, un ecosistema de intrigas, dramas y, para algunos de sus habitantes, una fuente inagotable de reflexión filosófica. El sol de la mañana, filtrándose entre las hojas de una parra vieja y un limonero rebosante, proyectaba patrones de luz danzantes sobre la tierra. El aire olía a humedad, a geranios recién regados y a la promesa de un día cálido. Bajo la superficie, la vida bullía en una red de túneles y galerías, donde las raíces de las plantas se entrelazaban como una madeja gigante, y los restos de hojas y flores marchitas formaban un festín continuo para la población local.
En el corazón de este submundo vivía Brad, un gusano de tierra. Pero no era un gusano común. Brad tenía un aire de pensador, una curiosidad insaciable que lo llevaba a explorar más allá de los límites habituales de su especie. Era de un tono rosáceo pálido, más largo y ligeramente más robusto que el promedio, lo que le daba un aire de autoridad entre sus pares, aunque su verdadera distinción radicaba en su mente.
Su fiel compañera y confidente era Melanie, una lombriz algo más pequeña, de un marrón más oscuro, y con un pragmatismo que compensaba las divagaciones de Brad. Siempre con los "pies en la tierra", o más bien, con el "cuerpo en la tierra", era la voz de la razón. También estaba Gus, un caracol anciano y sabio, conocido por su lentitud exasperante y sus aforismos crípticos, que a menudo dejaba un rastro brillante en su paso. Y, por supuesto, Terry, un saltamontes ruidoso y despistado que vivía en la superficie y solía caer por accidente en las entradas de los túneles, trayendo consigo noticias (a menudo exageradas) del "mundo exterior".
Un día particularmente caluroso, Brad se deslizaba lentamente por su túnel favorito, un pasadizo junto a la raíz de un rosal, cuando una vibración inusual y sostenida sacudió el suelo. Era profunda, melancólica, y resonaba con una regularidad hipnótica.
"¿Otra vez el gigante haciendo ruidos extraños?", murmuró Brad para sí mismo. Eran la abuela Elvira, que se había dejado unos auriculares inalámbricos cerca mientras podaba. De ellos, se filtraba una música que hacía vibrar la tierra. Justo al lado de los auriculares, Terry el saltamontes había aterrizado torpemente sobre una pieza de cartón brillante.
"¡Brad! ¡Melanie! ¡Gus!", gritó Terry desde la superficie, con su voz chillona. "¡No sabéis lo que acabo de encontrar! ¡Una especie de señal del cielo! ¡Dice... 'Crash Test Dummies' y 'A Worm's Life'!" leyó con cierta dificultad.
Brad se quedó inmóvil, absorbiendo cada onda de sonido que salía de los auriculares y procesando la información de Terry. No solo escuchaba la música; ahora tenía un nombre. Convencido de que era una revelación, la música de Crash Test Dummies, específicamente su álbum "A Worm's Life", se convirtió en su nuevo oráculo.
Brad, con su sensibilidad peculiar, pronto se convirtió en el "crítico" no oficial del jardín. Para él, "A Worm's Life" no era solo un álbum; era una obra maestra que mostraba la esencia de la existencia de un gusano. La crítica lírica que Brad, sin saberlo, elaboraba en sus monólogos a Melanie, se centraba en la profunda capacidad de las letras de Roberts para evocar imágenes y emociones con una economía de palabras asombrosa, aunque a veces con un matiz enigmático que él interpretaba a su antojo. El álbum exploraba narrativas más complejas y personajes peculiares, alejándose de los temas más generales de sus éxitos anteriores. Era un viaje a través de lo mundano elevado a lo poético, con un toque de melancolía y humor absurdo.
Musicalmente, Brad percibía la voz de barítono de Roberts como una fuerza telúrica, una vibración que resonaba con el mismo núcleo de la tierra. Los arreglos del álbum le parecían ricos y variados, a menudo con un sonido más crudo y orgánico que en discos anteriores, mezclando elementos de folk, rock y un toque de blues. Pero claro, eso Brad no lo sabía. Para él, era la sinfonía perfecta para la vida subterránea: llena de texturas, movimientos inesperados y pausas reflexivas. En su conjunto, desde un punto de vista más objetivo, la banda logró una evolución sutil pero significativa, creando un disco que recompensa la escucha atenta y revela nuevas capas con cada reproducción. Estaba introduciendo el rock en su pequeño mundo subterráneo.
Ese álbum, A Worm’s Life, de Crash Test Dummies, había calado tanto en su cabecita de gusano, que se grabó a fuego cada nota, cada arreglo, cada textura, y no lo iba a olvidar nunca.
Una tarde, Brad estaba recostado junto a una raíz de fresa, meditando, mientras Melanie terminaba de excavar un nuevo túnel de ventilación. Gus se acercaba lentamente, dejando una estela brillante a su paso.
"Melanie", empezó Brad, su voz profunda para un gusano, "he estado reflexionando sobre las últimas vibraciones que nos llegaron de la superficie. Hablaban de... 'My Enemies'."
Melanie rodó un poco, sin detener su trabajo. "Ah, ¿te refieres a la canción que te hizo pensar que la lombriz del compost te quería robar el mejor trozo de hoja de roble? ¡Brad, solo estaba buscando comida!"
"¡No es tan simple, Melanie!", replicó Brad, alzando su diminuta cabeza. "Esa canción, con su ritmo incesante y esa sensación de tensión, es una metáfora. Los Crash Test Dummies la usan para hablar de los adversarios que todos enfrentamos. La letra sugiere una vigilancia constante, una lucha que no siempre es física, sino quizás interna. Es la ansiedad de no saber quién está en tu contra. Para nosotros, ¿no son 'nuestros enemigos' los pájaros que acechan, o la pala del jardinero que aparece de la nada?"
Gus, finalmente llegando, asintió lentamente. "El que no ve el peligro, ya está perdido."
"Exacto, Gus", dijo Brad. "Pero no solo el peligro físico. ¿Qué hay de la tentación de la tierra menos fértil? ¡Esa es una lucha contra uno mismo!"
Unos días después, una fuerte tormenta había dejado el jardín en un caos de charcos y barro. Brad y Melanie se refugiaban en su túnel más profundo.
"¡Uf! ¡El mundo es un lugar peligroso, Brad!", exclamó Melanie, aún con el susto en el cuerpo por el agua que había inundado parcialmente su túnel.
"Justo como lo predijo el Gran Barítono", respondió Brad, con un tono solemne. "Escuché esa pieza, 'There Are Many Dangers', sonando en el agua. ¡Qué premonitorio! La canción real, con su tono más sombrío y reflexivo, aborda la vulnerabilidad y los riesgos inherentes a la vida, con una atmósfera casi de cuento gótico. Brad la interpretó como un mapa de minas antipájaros y trampas de jardín. Se negó a salir de su túnel por días, acumulando una reserva de tierra que, para su tamaño, era digna de un acaparador compulsivo."
Melanie resopló. "Yo solo quiero que pare de llover para poder salir a buscar un buen trozo de tallo."
Una semana después, el jardín estaba radiante. Las abejas zumbaban con frenesí, las hormigas transportaban migas gigantes, y Terry, el saltamontes, saltaba de flor en flor con una energía inagotable.
"¡Mira a Terry!", exclamó Brad, con un aire de envidia. "¡Y a las hormigas! Son los 'Overachievers'."
Melanie dejó de comer una raíz. "¿Los qué?" preguntó con incredulidad.
Los 'superlogradores', explicó Brad con dramatismo. "Escuché esa canción, 'Overachievers', cuando Terry aterrizó cerca de los auriculares. Es una pieza con un ritmo más enérgico y un toque de ironía, que habla de la ambición desmedida y la presión constante por sobresalir, a menudo a costa de la propia satisfacción. Terry siempre tiene que saltar más alto, las hormigas tienen que construir su hormiguero más grande. ¿No es agotador? Esa canción nos advierte sobre el peligro de esa búsqueda incesante." Brad suspiró. "Prefiero una buena siesta en la tierra húmeda."
"A mí me parece que Terry solo quiere llegar a las flores más altas", comentó Melanie, encogiéndose de hombros.
Pocos días después, una escena inusual se desarrolló en la superficie. La abuela Elvira, la "gran divinidad", estaba discutiendo animadamente con su nieta, haciendo gestos amplios con las manos. Brad, que observaba desde una grieta cercana, se sintió iluminado.
"¡Lo tengo, Melanie! ¡La canción 'Our Driver Gestures'! Es una pieza etérea y casi mística, que parece explorar la comunicación no verbal, los pequeños movimientos que guían nuestras vidas", sentenció Brad. "La canción habla de cómo los gestos sutiles de quienes nos 'conducen' o nos influyen pueden alterar nuestro camino, a veces sin que lo notemos. Es la danza invisible del destino, o al menos de la abuela Elvira decidiendo dónde va a plantar las nuevas petunias."
Melanie observó a la abuela Elvira señalar una maceta. "Yo solo veo que la abuela quiere mover esa planta."
"¡Pero qué significa el "gesto", Melanie! ¡Ese es el misterio!"
Finalmente, la última "revelación" llegó a Brad mientras se arrastraba por un túnel recién excavado, sintiéndose particularmente en sintonía con la tierra. La canción que sonaba en su cabecita era 'I'm a Dog'.
"¡Melanie, Gus! ¡He descifrado el último mensaje del Gran Barítono!", exclamó, emocionado. "¡La canción 'I'm a Dog' no es literal! Es una metáfora profunda sobre la lealtad y la incondicionalidad. Esa pieza, más cruda y con un toque blues-rock, usa la figura del perro para hablar de la fidelidad sin límites, de una conexión instintiva y primaria. Nos dice que debemos ser 'perros' el uno para el otro. Leales a nuestra tierra, a nuestro propósito, y a nuestros amigos gusanos, ¡incluso si somos lombrices!" Brad intentó un pequeño movimiento con la cola, sin éxito.
Gus, que había estado a punto de quedarse dormido, abrió un ojo. "Los caracoles somos leales a la babosa, siempre."
Melanie se rió, una risa suave y vibrante que resonó en el túnel. "Brad, eres el único gusano que conozco que analiza la vida a través de una banda de rock canadiense."
Brad sonrió, si un gusano pudiera sonreír. "Es mi misión, Melanie. Entender la vida... una vibración a la vez. Al final, 'A Worm's Life' es un disco que te invita a la reflexión, a encontrar significado en lo inesperado. Como la vida de un gusano en este jardín: a veces una locura, a veces una sinfonía." Los Crash Test Dummies son unos genios.
Mientras Brad, Melanie y Gus seguían su peculiar debate existencial bajo tierra, la vida en el jardín de la abuela Elvira continuaba su curso inalterable. El sol seguía calentando la tierra, las abejas zumbaban incansablemente entre las flores recién brotadas, y Terry, el saltamontes, seguía ensayando sus saltos acrobáticos. La abuela Elvira, ajena a los profundos análisis musicales que se gestaban bajo sus pies, regaba sus geranios, podaba sus rosales, gustaba de escuchar buen rock y, de vez en cuando, dejaba caer algún auricular inalámbrico olvidado. La sinfonía del jardín, con sus zumbidos, susurros y, a veces, las vibraciones de un bajo profundo, seguía sonando, esperando ser interpretadas por el próximo pensador subterráneo. ¡Quién sabe qué sería lo próximo!
Epílogo
Este album fue publicado el 2 de octubre de 1996, y fue compuesto en su totalidad por su lider y cantante principal, el mencionado Brad Roberts. Este A Worm's Life, marca, como he dicho, un punto de inflexión en la discografía de los Crash Test Dummies, abandonando el estilo mas folk de sus inicios, e introduciéndose en el rock, y el sonido de la guitarra mas distorsionada, y mas puramente rockera. Pero eso si, no pierde las características distintivas que los hicieron famosos. Es el caso de la voz tan peculiar de Brad Roberts, muy profunda, brindándole una textura única y que lo hace distinto de los demás grupos del momento, y quizá, de la historia del rock. Y también de su guitarra, muy distorsionada, y pesada. El tema principal del album, es He Liked To Feel It, que fue su primer sencillo, pero no alcanzó puestos altos en las listas de éxitos principales, solo en Canadá, tuvo aceptación. Si quieres escucharlo, merece la pena, pues es buenísimo, lo puedes hacer en el siguiente enlace, que te llevará al post que hay en La Playlist del Yeyo, sobre los Crash Test Dummies. El video promocional de este tema, fue muy mal visto por la gente de la época, cosa que no entiendo pues yo lo veo muy divertido.
Este A Worm's Life te mantiene enganchado a su recorrido desde el principio, y no te permite salir de el, porque te atrapa con su sonido limpio, y agreste a la vez, para abandonarlo con cierta nostalgia cuando llega la ultima canción, que, en mi humilde opinión, es la mas floja de todo el disco, aunque no desvaría en casi nada del resto del album. Los Crash Test Dummies, con Brad Roberts a la cabeza, con su voz tan peculiar, y ese encanto tan maravilloso que le impone a sus canciones, ofrecen un album cargado de creatividad y talento, mezclado con buen humor, (la prueba está en la portada del disco, y el título, "la vida de un gusano"), melancolía, y música muy accesible para el gusto de mucha gente, otra cosa es que no calara en el público en su tiempo, pero si lo escuchas ahora, seguro que te gustará. La sucesión de temas es deliciosa, y su audición, a mi, me saca los sentimientos mas emotivos, sensibles, y vibrantes a la vez, cosa que me eriza el vello, y me hace respirar profundo y admirar esta gran banda, y este magnífico trabajo. La Playlist del Yeyo, incluye en su repertorio, este A Worm's Life, como uno de los mejores discos de los 90, en mi humilde modo de ver. Y no exagero.
Podcast



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¡¡Hasta la próxima!!
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