
La noche del 26 de diciembre de 1965 era de esas que te helaban los huesos, pero el alma la tenías caliente de pura alegría navideña. El aire, limpio y gélido, picaba en la nariz, y cada aliento se convertía en una pequeña nube de vaho que se disipaba en la oscuridad. Las estrellas, incontables y nítidas, titilaban como diamantes esparcidos sobre un terciopelo negro, y en lo alto, la luna llena reinaba majestuosa, un orbe plateado y magnificente que lo bañaba todo con una luz fantasmagórica. Los campos, desnudos y dormidos bajo el frío invernal, se extendían a ambos lados de la estrecha carretera rural, sus siluetas apenas perceptibles bajo el tenue resplandor lunar. Las copas desnudas de los árboles, como esqueletos gigantes, arañaban el cielo, y el silencio solo lo rompía el zumbido de los motores y el lejano ladrido de algún perro. Eran las cercanías de Wirral, junto a Liverpool.

Un joven, a lomos de su ciclomotor, sentía el viento cortarle la cara mientras seguía la estela de su amigo. Ambos, envueltos en la libertad que solo la carretera y esa luna increíblemente grande podían ofrecer, se sentían invencibles. La luna, sin embargo, se volvió un punto de distracción. Un instante, un parpadeo, y la rueda delantera patinó en una capa invisible de hielo. El mundo dio una vuelta, el asfalto se abalanzó, y el joven sintió un dolor punzante en el labio y la boca antes de que todo se detuviera en una maraña de metal y adoquines.
Su amigo, ajeno al percance, siguió su camino, la melodía de su propia aventura resonando en el aire. El joven, maltrecho y solo, se incorporó con dificultad, la boca sangrando y un diente menos. El frío de la noche se coló por sus ropas, y un gélido manto de soledad lo envolvió.

De repente, los faros de un viejo Land Rover se acercaron por el camino. Al volante, un hombre de unos sesenta años, con el rostro curtido por el sol y el trabajo, detuvo el vehículo. Se bajó con parsimonia, una escopeta de caza colgando del hombro, y se acercó al joven con una expresión entre la preocupación y el reproche.
"¡Por el amor de Dios, muchacho! ¿No ves por dónde vas? ¡Vas como alma que lleva el diablo!", regañó el granjero, su voz áspera como la corteza de un roble viejo.
El joven, humillado y con la boca dolorida, balbuceó una disculpa. "Lo siento mucho, señor. Me distraje... la luna estaba tan grande..."

El granjero resopló, negando con la cabeza. "¡La luna! ¡Estos jóvenes de hoy! Van todos locos con esas motos, con esas melenas... ¡como esos Beatles! ¿A que eres como ellos, un descerebrado más?"
El joven, con una mezcla de sorpresa y diversión a pesar del dolor, preguntó: "¿No le gustan los Beatles, señor?"
"¡Gustarme! ¡Música del diablo es lo que es! ¡Puro escándalo! Ruidos sin ton ni son para atontar a la juventud", gruñó el granjero.
El joven, mordiéndose la lengua para no sonreír, lanzó otra pregunta. "¿Y ha escuchado su último disco? Se llama 'Rubber Soul', acaba de salir."
El granjero se encogió de hombros. "¡Ni por asomo! Ni lo quiero oír. Ya te digo, ruido y desmadre."

El joven vio una oportunidad. A pesar de las punzadas en su labio, algo dentro de él lo impulsó a defender su arte, su pasión. Era como un reto personal. "Bueno, señor", comenzó, apoyándose en la moto caída, "quizás se equivoque. Este disco, 'Rubber Soul', es diferente. Es... más maduro, sabe. No es solo ruido. Es como un libro, cada canción cuenta una historia."
"Mire, la primera canción, 'Drive My Car', es divertida. Es una conversación, vea usted. Una chica que quiere ser famosa, sin esforzarse mucho, y le dice a un chico que conduzca su coche. Es como la vida misma, ¿no? Gente que quiere llegar lejos sin mover un dedo, solo pidiendo a otros que les lleven."
"Hum", masculló el granjero, ajustándose la escopeta. "Suena a lo de siempre. Chiquillas caprichosas."
El joven sonrió, ignorando la queja. "Pero también hay otra canción como 'In My Life'. Esa es... especial. Es sobre mirar hacia atrás, hacia los amigos y lugares que uno ha conocido. Como cuando usted piensa en su juventud, ¿no? Esa sensación agridulce de recordar, de valorar lo que uno tiene y ha tenido. Es una melodía que te abraza el alma."
El granjero, sorprendentemente, no replicó de inmediato. Un leve matiz de melancolía cruzó su rostro. "Bueno, eso sí que es verdad. Uno tiene recuerdos. Y se le quedan pegados como el barro en las botas."
"Y está 'Girl'", continuó el joven, sintiendo un cosquilleo de entusiasmo a pesar de su herida. "Esa es una canción de amor, sí, pero no un amor tonto. Es sobre una chica con sus complejidades, sus manías, su independencia. Las mujeres son así, ¿verdad? No son simples, tienen sus misterios. Esta canción intenta entenderlas, no solo idealizarlas."
"¡Mujeres!", gruñó el granjero, y esta vez hubo una risa seca. "Esas sí que son un misterio que ni el diablo entendería. ¡Y más si les canta esas tonterías!"
"Pero no todo es amor, señor", defendió el joven. "Tenemos 'Nowhere Man'. Esa es sobre un hombre que se siente perdido, que no sabe qué hacer con su vida. Que se siente un 'hombre de ningún lugar'. ¿Nunca se ha sentido así? ¿Sin rumbo, sin saber qué camino tomar? Habla de la soledad, de buscar un propósito."
El granjero frunció el ceño. "Hay días que uno se levanta y no sabe para dónde tirar, eso es cierto. Pero eso no se arregla con guitarra y batería."
El joven se animó, viendo una pequeña fisura en la armadura del granjero. "'Think For Yourself' es una canción de John. Otro ejemplo que quiero ponerle. Es un poco más directa. Un mensaje para que la gente no se deje llevar por lo que dicen los demás, que piensen por sí mismos. Que no se traguen todo lo que les dan. Es importante, ¿no cree? Tener su propia opinión, su propio criterio."
"Eso sí que es sensato", admitió el granjero, asintiendo con la cabeza. "La gente es muy de borregos. De seguir lo que les dicen los de arriba sin rechistar. Por ahí sí que me puede. Eso sí es buen consejo."
"Y para terminar mi pequeña muestra, señor", dijo el joven, la sangre seca en el labio doliéndole menos que al principio, "está 'You Won't See Me'. Es una canción triste, sobre una chica que no quiere ver a su pareja, que se esconde de él. Es sobre el desamor, la distancia que se crea entre dos personas. Una sensación que, me atrevería a decir, todos hemos sentido alguna vez, ¿verdad? Que te dejen de lado, que te eviten."
El granjero suspiró, la rigidez de sus hombros pareció aflojarse un poco. "Sí... eso sí que duele. El desprecio es peor que un golpe. Quizás... quizás no es todo ruido, entonces. Quizás hay algo de verdad en lo que cantan."

El joven sonrió victorioso. "Hay mucho más que ruido, señor. Hay historias, emociones, pensamientos... La música es el lenguaje del alma, no solo un estruendo para las orejas. Es como un campo, señor. Hay que ararlo bien para que dé buenos frutos. Y este disco, 'Rubber Soul', tiene buena tierra."
El granjero se quedó pensativo, mirando la luna que había causado todo el alboroto. "Bueno, muchacho, me has dado que pensar. Nunca se me había ocurrido que esos... esos 'Beatles' pudieran tener algo que decir de verdad. Quizás le dé una oportunidad a ese disco. A ver si no me salen cuernos."
Justo en ese momento, las luces de otro ciclomotor se acercaron rápidamente. Era Tara. Se detuvo en seco al ver al joven y la moto tirada. "¡Paul! ¡Por el amor de Dios! ¿Estás bien? ¡Me he dado cuenta de que no me seguías y me he vuelto!"
Tara se apeó, su rostro reflejando una mezcla de alivio y preocupación. El granjero, al ver a un segundo joven, frunció el ceño. Paul McCartney, con una sonrisa tranquilizadora, se puso de pie completamente. "Estoy bien, Tara. Solo un pequeño percance. Este buen hombre me ha ayudado."

Tara y Paul, con el granjero como testigo perplejo, se apresuraron a asegurarle que todo estaba bajo control, que no había necesidad de llamar a nadie más, que simplemente se habían tropezado. El granjero, aunque extrañado por la familiaridad entre los dos jóvenes, pareció satisfecho con las explicaciones. Su escopeta seguía en su mano, pero la expresión de su rostro se había suavizado. "Bueno, pues si están bien, me voy. Tengan más cuidado con esas cacharros, y pónganle más ojo al camino y menos a la luna."
Se subió a su Land Rover y se alejó en la oscuridad, sin haber reconocido ni por un instante que el muchacho malherido al que había regañado era Paul McCartney, uno de los músicos más famosos del mundo.
Tara ayudó a Paul a levantar la moto. Mientras reanudaban el camino hacia la casa de su prima Bett Robbins, Paul sentía una punzada de dolor en el labio, pero también una extraña satisfacción. No solo había salido airoso de un accidente, sino que había plantado una semilla. Una semilla de música en el corazón de un hombre que creía que los Beatles eran la música del diablo. Había ganado un fan, quizás sin que él mismo lo supiera. Y eso, pensó Paul, mientras la luna los iluminaba, era una victoria aún mayor que cualquier canción de éxito.
Epílogo

Publicado el 3 de diciembre de 1965, Rubber Soul no fue simplemente el sexto álbum de estudio de The Beatles, fue el punto de inflexión donde la banda dejó de ser un fenómeno pop para convertirse en arquitectos de una nueva sensibilidad musical. Grabado en apenas cuatro semanas en los estudios EMI de Londres, y por primera vez sin compromisos paralelos de giras o cine, el disco refleja una libertad creativa inédita hasta entonces en su trayectoria.
El título, una ironía sobre el término “plastic soul” que usaban para describir su admiración por la música negra americana, anticipa el tono introspectivo y estilísticamente híbrido del álbum. Folk rock, pop barroco, soul y tintes psicodélicos se entrelazan en canciones como “Norwegian Wood”, “In My Life” o “Girl”, donde la madurez lírica y la experimentación sonora se entremezclan. La inclusión de instrumentos como el sitar, el fuzz bass o el harmonium marcó el inicio de una etapa más audaz, más cerebral, más expansiva.
En términos comerciales, Rubber Soul fue un éxito rotundo. Alcanzó el número 1 en las listas británicas y estadounidenses, manteniéndose en lo más alto durante varias semanas. Aunque las cifras exactas de ventas varían según las ediciones y reediciones, se estima que ha superado los 6 millones de copias vendidas a nivel mundial, consolidándose como uno de los discos más influyentes del siglo XX.

La crítica lo recibió con entusiasmo desde el primer momento. Se habló de un salto cualitativo, de una banda que ya no solo hacía hits, sino que pensaba en el álbum como una obra completa. Rubber Soul fue elogiado por su cohesión, su sofisticación melódica y su capacidad para capturar emociones complejas sin perder la accesibilidad pop. Con el tiempo, su legado se ha multiplicado: inspiró a Brian Wilson, de los Beach Boys, a concebir Pet Sounds, otra obra maestra; abrió la puerta al rock psicodélico y al concepto de álbum como arte total, y figura en los primeros puestos de casi todas las listas de “mejores discos de la historia”, incluyendo el número 5 en la de Rolling Stone.
Hoy, Rubber Soul sigue sonando como un disco que no envejece, que se estira y se adapta como su propio título sugiere. Es el alma de goma que absorbió influencias, las transformó y las devolvió al mundo con una elegancia que aún resuena. En el universo de La Playlist del Yeyo, este álbum no es solo una parada obligatoria: es una brújula, un espejo y una puerta abierta a todo lo que vino después.
El Podcast del Yeyo



La opinión del Yeyo

Como ya sabéis los que seguís La Playlist del Yeyo, soy muy fan de los Beatles, y cualquier cosa que hicieran ellos, me gusta. Sobre todo la segunda parte de su carrera discográfica, justo la que empieza con este maravilloso trabajo, Rubber Soul, que significa para The Beatles, un cambio drástico y brutal, y tremendamente importante en su trayectoria, a la vista de lo que ocurrió después. Pero eso lo sabemos, una vez pasado el tiempo, e incluso cambiado de siglo, y de milenio. La carrera musical de The Beatles, inició a partir de este momento una espectacular curva ascendente, llena de creatividad, talento, e ingenio, que los llevó a construir las mas bellas obras musicales de la música moderna, y en mi opinión, muy modesta, pero mía, comparable con las más grandes obras musicales del ser humano.

Por lo que respecta a este Rubber Soul, de The Beatles, mi humilde opinión es la de que es un discazo, una gran obra de arte, una sucesión de temas a cual más hermoso, y que no te deja indiferente después de escucharla; aparte de los temas que he incluido en este post, son también preciosas, las canciones que quedan, no tienen desperdicio ninguna; temas como Run For Your Life, I'm Looking Through You, Think for Yourself o la mítica Michelle, son piezas espectaculares, con unas melodías extraordinarias, y una belleza sin igual. Te queda la sensación de que has escuchado un disco inmenso, un trabajo muy bien hecho, y un repertorio digno de la mejor orquesta del mundo. No en vano, los Beatles, son considerados la mejor banda de rock de la historia, y aún hoy en día, en pleno siglo XXI no los han superado.
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