Publicado abril 13, 2025 por Aurelio Vázquez Sánchez con 0 comentarios

Dire Straits-Brothers in Arms

Dire Straits-Brothers in Arms

El pueblecito de Lower Bottomley se aferraba al paisaje ondulado como una lapa a una roca. No aparecía en muchos mapas, y aquellos que lo encontraban por casualidad a menudo pensaban que se habían equivocado de camino. Una única carretera estrecha y serpenteante lo abrazaba, como un hilo deshilachado uniendo cuentas dispersas. A lo largo de esta arteria principal, si se le podía llamar así, se apiñaban casas de piedra color miel, con tejados de pizarra cubiertos de musgo y pequeños jardines delanteros donde las rosas trepaban tímidamente por las paredes. El aire allí olía a tierra húmeda, a heno recién cortado en los campos circundantes y, en los días fríos, al humo dulce que salía de las chimeneas de leña. El río Willow serpenteaba perezosamente por el borde del pueblo, sus orillas salpicadas de sauces llorones que parecían susurrar secretos al agua.

El centro neurálgico, y casi único punto de actividad discernible, era la plaza del mercado, un espacio adoquinado irregular donde los miércoles se instalaban unos pocos puestos vendiendo productos locales y algún que otro cachivache. En uno de los lados de la plaza, con su letrero de madera desgastado por el tiempo y la intemperie, orgullosamente se alzaba "The King's Head".

Las ventanas del pub eran pequeñas y de cristales gruesos, a menudo empañados por la calidez interior, ofreciendo solo una visión borrosa de lo que ocurría dentro. Macetas colgantes con geranios desbordaban color en verano, contrastando con la sobriedad de la piedra. El sonido predominante era el balido lejano de alguna oveja en las colinas cercanas o el canto de los pájaros al amanecer y al atardecer. Por la noche, la oscuridad era profunda, solo interrumpida por las tenues luces amarillentas que se filtraban de las ventanas de las casas y el brillo ocasional de las estrellas, increíblemente nítidas lejos de la contaminación lumínica de las ciudades.

La vida en Lower Bottomley transcurría a un ritmo pausado, marcado por las estaciones y las tradiciones. Los vecinos se conocían por su nombre, y las noticias viajaban de boca en boca, a menudo sazonadas con alguna que otra exageración. Era un lugar donde el tiempo parecía detenerse un poco, un rincón tranquilo y algo olvidado del corazón de Inglaterra.


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Para escuchar bien a los Dire Straits, lo mejor es esto

El "The King's Head" olía a madera vieja, a cerveza rancia y a las invisibles historias que se habían contado entre sus paredes durante siglos. La luz mortecina de la tarde inglesa se filtraba por las pequeñas ventanas empañadas, iluminando motas de polvo danzando en el aire. En una esquina, junto a una chimenea apagada, estaba yo, con mi micrófono discreto sobre la mesa de madera tosca. Frente a mi, Arthur, un hombre cuyo rostro curtido y mirada distante hablaban de un pasado que la mayoría solo podía imaginar. Su vaso de whisky ámbar brillaba tenuemente.

"Así que... las Malvinas," comencé, ajustando el micrófono. "Una tierra lejana para una guerra cercana."

Arthur asintió lentamente, sus ojos fijos en un punto invisible en la pared. "Lejana sí. Y cercana... más de lo que crees."

Se hizo un silencio pesado, solo roto por el crepitar lejano del fuego en otra sala y el murmullo sordo de otros parroquianos.

"¿Recuerdas el primer día... allí?" pregunté con suavidad.

Arthur tomó un sorbo de su whisky. "El primer día... la confusión. El miedo helado que te cala hasta los huesos. Éramos jóvenes, la mayoría. Lejos de casa, sin entender del todo por qué estábamos allí. Solo sabíamos que teníamos que estar juntos."

De pronto, Barry, el corpulento camarero de rostro bonachón que limpiaba vasos detrás de la barra, colocó un CD de música en el aparato que había en la estantería. Junto a la minicadena, un par de altavoces que se disponían a escupir el sonido que contenía aquel CD. Desde lejos, reconocí el disco que había puesto. La portada era perfectamente reconocible.Ese fondo azul clarito con la guitarra metálica en primera fila. Era el Brothers in Arms, de los Dire Straits. Casi imperceptiblemente, la suave melodía de guitarra comenzó a sonar desde los altavoces antiguos del bar, llenando el espacio con una melancolía dulce y lejana.

Mi mente divagó un instante. Esa sensación de lejanía, de incertidumbre ante lo desconocido... te recordó la melodía melancólica que abre este álbum icónico.

"Esa sensación de estar tan lejos..." murmuré en voz baja, más para mi que para él. "Como en 'So Far Away'. Esa guitarra quejumbrosa, esa voz que anhela un regreso... te hace sentir la distancia física y emocional."


Cuando la voz de Mark Knopfler llenó el aire, varios parroquianos dejaron de hablar y se giraron discretamente hacia nuestra esquina. Arthur suspiró, con la mirada perdida. "Sí... lejos. Estábamos tan jodidamente lejos." Su mirada se endureció ligeramente. "Y luego llegó el ruido. Los disparos. Los gritos." Hizo una pausa, su mandíbula tensa. "La primera vez que ves a un compañero caer... es algo que se te graba a fuego."

"Debe ser... ensordecedor," murmuré yo acongojado.

"En todos los sentidos," respondió Arthur. "Y luego está la otra cara. La gente en casa, sin entender nada. Viendo las noticias, creyendo que era como una película. No era ninguna puta película." Su tono se había elevado un poco. "Querían héroes. No sabían lo que costaba."

La canción terminó, pero vino la siguiente.

El riff inconfundible resonó ahora con más fuerza en el bar, atrayendo aún más miradas hacia nosotros.

>Pensé en la ironía mordaz en la letra del siguiente tema. "Es curioso cómo la gente ve las cosas desde la distancia," comenté. Money for Nothing tiene esa crítica, ¿no? La desconexión entre los que están en el frente, jugándose la vida, y los que comentan desde la comodidad de sus hogares. La letra 'I want my MTV' yuxtapuesta a la realidad cruda de un conflicto..."

Arthur bebió otro trago, su mirada ahora un poco más suave, quizás evocando recuerdos de camaradería en medio del caos. "¿Sabes? En esos momentos, lo único que tenías era a los que estaban a tu lado. Éramos hermanos, aunque no compartiéramos sangre. Te cubrían las espaldas, compartían su última ración, te levantaban cuando caías." Una leve sonrisa asomó a sus labios. "Había momentos... incluso allí... momentos de pura camaradería. Caminatas interminables, bromas estúpidas para aliviar la tensión..."

Parecía que el recorrido del disco iba marcando los momentos de Arthur, por que ahora venía una canción más alegre.

"Como esa sensación de seguir adelante a pesar de todo," añadí, pensando en el ritmo constante y optimista de la siguiente canción. 'Walk of Life' tiene esa energía, ¿verdad? Ese impulso de seguir moviéndose, aunque el camino sea duro. Una especie de celebración de la vida en medio de todo."

La alegre melodía comenzó a sonar, contagiando una energía sutil al ambiente del bar. Varios parroquianos se habían acercado un poco más, escuchando en silencio nuestra conversación.

La música terminó y el silencio volvió a caer, aunque ahora con una atmósfera ligeramente menos tensa. Arthur parecía perdido en sus recuerdos, y los demás presentes parecían compartir ese recogimiento.

"Pero esa camaradería... no siempre era suficiente," dijo finalmente, su voz volviendo a un tono más grave. "A veces... perdías a alguien. Alguien con el que habías reído la noche anterior. Y ya no estaba. Así, sin más." Su mirada se nubló ligeramente. "No había lógica. No había justicia."

La siguiente canción, volvió a marcar el tono de la narración de Arthur.

Pensé en la tristeza contenida, en la belleza melancólica de la pieza. 'Your Latest Trick' tiene esa sensación agridulce. "Esa melodía de saxofón que te envuelve en una atmósfera de pérdida, de algo que se ha ido. Como un último baile antes de la oscuridad."

La suave melodía del saxo se entrelazó con el silencio expectante del bar. Ahora, casi todos los presentes estaban cerca, formando un semicírculo discreto alrededor de nuestra mesa, absortos en el relato y la música.

Arthur asintió lentamente, sin apartar la mirada de su vaso. "La muerte allí... era tan... sencilla. Un instante. Estabas, y al siguiente... no. No había tiempo para despedidas elaboradas. No había heroicidades. Solo... se iban." Su voz era ahora un susurro. "Y te quedabas tú, preguntándote por qué él y no tú."

"Esa impotencia... debe ser terrible," dije conmovido.

"Lo era," confirmó Arthur. "Y a veces... sentías la rabia. La frustración contra los que nos habían metido allí, contra la sinrazón de todo."

Barry, el rudo camarero, se acercó a la minicadena, y pulsó un botón del aparato, como queriendo reproducir una canción concreta. Y esta empezó a sonar.

Pensé en la fuerza contenida en la siguiente canción. 'The Man's Too Strong' tiene esa sensación de lucha interna, de confrontación contra algo más grande que uno mismo. "Esa voz firme, esa guitarra potente... transmite una determinación frente a la adversidad, aunque la batalla parezca desigual."

La energía contenida de la canción llenó el bar. Los rostros de los parroquianos reflejaban una mezcla de respeto y comprensión.

Cuando la música se desvaneció, Arthur tomó un largo trago de su whisky. Su mirada parecía ahora más tranquila, quizás habiendo liberado parte de ese peso ante un público improvisado y silencioso.

"Al final," dijo con una voz cansada pero serena, éramos todos hermanos allí. Unidos por la experiencia, por el peligro constante. Éramos...

Brothers in Arms.

La última canción. La que da título al álbum. Una atmósfera solemne inundó el bar. Barry bajó un poco las luces. Los parroquianos se habían acercado aún más, formando un círculo casi completo a nuestro alrededor.

"Esa canción..." comencé, mi voz suave, sintiendo la emoción palpable en el aire. Brothers in Arms. Es como un lamento, ¿verdad? Una elegía por los caídos, pero también una celebración de ese lazo indestructible que se forja en el infierno. Esa guitarra que llora, esa letra que habla de despedida y de recuerdo eterno...

La melodía melancólica y la voz de Mark Knopfler llenaron el "The King's Head". En los rostros de los presentes se veían reflejados la tristeza, el respeto y una silenciosa comprensión del peso de las palabras de Arthur. Algunos tenían la mirada baja, otros observaban a Arthur con una empatía silenciosa. El tiempo pareció detenerse, suspendido en las notas de la canción y en la atmósfera cargada de emoción.

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Cuando la última nota se desvaneció, un silencio profundo se mantuvo en el bar durante unos instantes. Nadie dijo nada. Luego, lentamente, una mujer mayor se acercó a Arthur y le tocó suavemente el brazo. Él la miró, y en sus ojos cansados se atisbó una pequeña grieta de emoción. Otros asintieron en silencio, conmovidos por su relato. En ese momento, la música y las palabras habían tejido un lazo invisible entre todos los presentes, uniendo corazones en un sentimiento compartido de recuerdo y respeto.

Epílogo

En la composición e interpretación de este Brothers in Arms, figuran Mark Knopfler, cantante y guitarra, John Illsley, con el bajo, Jack Sonni, con la guitarra, Guy Fletcher y Alan Clark, con los sintetizadores y teclados, y Terry Williams, en la batería. Con este equipo, los Dire Straits fueron capaces de hacer un album maravilloso, este Brothers in Arms, pleno de preciosas baladas, potentes canciones de rock, y grandes demostraciones de virtuosismo del lider de la banda en la guitarra. No fue este disco el que supuso la confirmación de Knopfler como gran guitarrista, pues ya lo había demostrado antes, pero sí fue una exhibición, a nivel mundial, de su enorme calidad como virtuoso de la guitarra, y a la banda, como evidencia de ser una de las mas grandes bandas de rock de la historia. No en vano, el Brothers in Arms, vendió mas de 30 millones de copias en todo el mundo, algo que pocos han conseguido. Fué publicado el 17 de mayo de 1985, poco antes de que yo ingresara en el ejército para hacer el servicio militar. Precisamente, fue esa circunstancia la que hizo que conociera este album mas tarde, hasta bien avanzado el servicio. Pero me puse al dia enseguida, y conseguí grabármelo en una de esas cintas TDK, ¡benditas cintas! la de favores que nos han hecho, a los que no teniamos medios para comprarnos el LP. Eso si, en cuanto conseguí mi independencia económica, allá por los 90, me compré el disco en vinilo.

Este Brothers in Arms, es uno de los discos mas icónicos de Dire Straits, que le hizo pasar al grupo, de ser una buena banda, a ser una de las mejores bandas de rock del mundo, en los mediados años 80. Con su mezcla de rock, jazz y blues, el Brothers in Arms, es un testamento a la versatilidad y al talento de Dire Straits, donde la variedad de estilos y técnicas de producción, abundan por doquier, y demuestran la maestría de la banda, en la composición y la ejecución. La riqueza sonora de este album, es patente desde el primer segundo del primer surco, como ya he mostrado.

Brothers in Arms, de Dire Straits, es un album que combina letras profundas y enfáticas, con una producción musical de alta calidad, donde los instrumentos brillan con luz propia, y destacan cada uno en su momento y en su lugar. En mi opinión, las guitarras de esta banda, son memorables, el virtuosismo de estos músicos, es impresionante. Mark Knopfler, es un guitarrista maravilloso, que convierte cualquier sonido en magia para los oidos. Su calidez y claridad en la guitarra, contribuyen a enriquecer una atmósfera rica y envolvente, que por si solos, los teclados no son capaces. Consiguen con sus canciones que celebremos la vida y la música, como un símbolo de esperanza, con una gran capacidad para levantar el ánimo, y ofrecer consuelo. En definitiva, están describiendo a la música, tal y como yo la entiendo, un símbolo de felicidad. Por eso La Playlist del Yeyo, contiene este gran álbum entre su repertorio. Y a mucha honra.

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