Publicado mayo 26, 2025 por Aurelio Vázquez Sánchez con 0 comentarios

Herman's Hermits-The Best

Herman's Hermits

La luz tenue de la pequeña iglesia de San Bartolomé se filtraba a través de las vidrieras, tiñendo de colores el pulido ataúd de madera clara. Sobre la tapa, una fotografía de Don Ramón sonreía con esa calidez que siempre le caracterizó, y justo al lado, reposaba un vinilo: “The Best of Herman’s Hermits”. Su álbum predilecto, la banda sonora de tantas tardes de su juventud y madurez.

El Padre Miguel, amigo íntimo de Ramón desde que ambos eran críos correteando por las calles del pueblo, se acercó al atril con una paz serena en el rostro. La sala estaba en silencio, expectante. Un suave murmullo de vinilo llenó el aire cuando la aguja se posó sobre el disco. Sonaba el crepitar de los surcos del vinilo, por tantas y tantas veces pinchado.

“Hermanas y hermanos,” comenzó el Padre Miguel, con voz cálida y reconfortante. “Nos hemos reunido hoy para despedir a Ramón, un hombre bueno, un amigo leal, un alma… musical.” Hizo una breve pausa, mientras los primeros acordes alegres de una canción inundaban el espacio. El volumen era acorde a la solemnidad del acto.

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“Esta música que ahora escuchamos, la de los Herman's Hermits”, continuó el Padre, con una leve sonrisa, “nos habla de juventud, de ese optimismo contagioso que Ramón siempre irradió. Es una melodía sencilla, directa al corazón, como lo era él. ¿No les parece que tiene una frescura, una… alegría contagiosa, que nos invita a recordar los buenos momentos, a pesar de la tristeza de hoy?”

Dejó que la música sonara unos instantes más. Era I’m into Something Good.

El Padre Miguel retomó la palabra cuando la canción se desvaneció suavemente. “Ramón siempre encontraba la bondad en las pequeñas cosas, esa chispa de ilusión que esta canción tan bien transmite. Era de esas personas que te hacían sentir que algo bueno siempre estaba a punto de suceder.”

Un breve silencio permitió que los recuerdos florecieran entre los asistentes. Algunos sonreían levemente.

“Y luego,” prosiguió el cura, mientras la siguiente melodía comenzaba a sonar, “tenemos esta otra canción. Una historia sencilla, cotidiana, de afecto familiar… de un cariño entrañable hacia alguien cercano. ¿No les evoca esa sensación de tener a alguien especial en la vida, alguien que ilumina nuestros días con su simple presencia? Ramón tenía ese don, el de hacerte sentir querido, como una hija encantadora para una madre.”

La melodía dulce y pegadiza de Mrs. Brown, You’ve Got a Lovely Daughter, llenó la iglesia.

El Padre Miguel esperó unos segundos antes de continuar. “Ramón valoraba profundamente los lazos familiares y la amistad sincera. Esta canción, en su simpleza, nos recuerda la belleza de esos afectos puros y desinteresados.”

Un carraspeo suave anunció la siguiente canción. Su tono melancólico era inconfundible.

“Ahora,” dijo el Padre con una voz ligeramente más grave, “escuchamos una melodía que habla de ausencias, de un vacío que se siente cuando alguien importante ya no está. Pero incluso en esa tristeza, hay una belleza, una aceptación serena de la realidad. ¿No les parece que esta canción, aunque melancólica, tiene una dulzura agridulce, como los recuerdos que a veces nos embargan?”

Sonaba No Milk Today.

Una señora en las primeras filas se secó una lágrima discretamente. El Padre Miguel asintió con comprensión. “La vida a veces nos presenta despedidas dolorosas, como la de hoy. Pero incluso en el ‘no hay leche hoy’, en esa falta, podemos encontrar la fortaleza para seguir adelante, recordando con cariño lo que tuvimos.”

El ritmo alegre de la siguiente canción rompió la atmósfera ligeramente melancólica.

“Pero la vida sigue, ¿verdad?” exclamó el Padre Miguel, con un brillo en los ojos. “Y a veces, en medio de la rutina, de lo esperado, surge algo nuevo, una sorpresa, una pequeña revolución personal. Esta canción nos habla de ese instante en el que algo está sucediendo, algo que nos saca de nuestra zona de confort, que nos llena de una energía renovada. Ramón siempre estuvo abierto a las novedades, a las pequeñas alegrías inesperadas.”

Something’s Happening resonaba ahora en la iglesia.

Mientras la canción seguía su curso, el Padre Miguel observó a los presentes. Vio una leve sonrisa en el rostro de un joven, y a una señora moviendo ligeramente los pies al ritmo de la música. Sonrió con cierta complicidad.

“Y ahora,” anunció el Padre, con un tono suave y casi confidencial, mientras los acordes inconfundibles de la siguiente canción comenzaban a sonar, “una melodía que evoca paz, tranquilidad… un momento de sosiego en medio del ajetreo del mundo. ¿No sienten esa sensación de calma, como si un silencio reconfortante lo cubriera todo?”

There’s a Kind of Hush (All over the World) llenó el espacio con su dulzura.

Mientras la melodía envolvía a los presentes, el Padre Miguel vio algo que le hizo sonreír. En una esquina, apoyada en una columna, una mujer mayor bailaba suavemente, dejándose llevar por la música, con una expresión de pura alegría en su rostro. Y cerca de la puerta, Don Antonio, conocido por su afición a la cerveza, sostenía una lata entre sus manos, con una sonrisa nostálgica.

Cuando la canción terminó, el Padre Miguel volvió a tomar la palabra, su voz ahora cargada de una emoción palpable.

“Ramón amaba la vida, en todas sus facetas. Amaba la música, la alegría, la amistad… y sí, seguramente no le habría importado esa cerveza, Don Antonio,” dijo con un guiño cómplice, provocando una suave risa entre algunos de los asistentes. “Él quería que este día no fuera solo de tristeza, sino también de celebración de todo lo que vivió y nos legó.”

Su mirada se dirigió al ataúd. “Recordemos su sonrisa, su optimismo, su amor por estas melodías que hoy nos acompañan. Aunque su presencia física ya no esté entre nosotros, su espíritu vive en nuestros corazones, vibrando al ritmo de estas canciones que tanto amaba.”

El Padre Miguel hizo una pausa, su voz ligeramente quebrada. “Despidámonos de Ramón con la misma alegría y vitalidad que él siempre demostró. Que esta música que tanto significó para él, siga resonando en nuestras vidas como un hermoso recuerdo de su paso por este mundo.”

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Un silencio lleno de emoción inundó la iglesia. Luego, suavemente, la aguja volvió a posarse en el inicio del disco. Los primeros acordes del disco volvieron a sonar, esta vez con una sensación diferente, una mezcla de nostalgia y celebración.

El Padre Miguel sonrió con cariño. “Hasta siempre, querido Ramón. Sabemos que ahora estás disfrutando de toda la música que te gusta.”

Mientras los alegres acordes de los Herman’s Hermits llenaban nuevamente la iglesia, una sensación cálida comenzó a envolver a los presentes. Ya no era solo la tristeza de la despedida lo que se sentía en el aire, sino también una especie de celebración silenciosa, un recuerdo vivo de la energía y el espíritu de Don Ramón.

Algunos de los invitados comenzaron a tararear suavemente la melodía. La mujer que antes bailaba discretamente ahora movía los hombros con una sonrisa más amplia. Incluso Don Antonio levantó su lata de cerveza en un brindis silencioso hacia el ataúd.

El Padre Miguel observó la escena conmovido. Sabía que Ramón estaría feliz. Este era el adiós que él había imaginado, un adiós lleno de la música que amaba, un recordatorio de que incluso en la despedida, podía haber alegría y conexión.

Epílogo

Como en otros muchos casos, supe de esta banda allá por los finales de los años 90, cuando estaba en auge el llamado movimiento MP3, y las descargas alegales; y entre otras muchas bandas, descubrí a estos Herman's Hermits, e hice con ellos lo que he hecho tantas y tantas veces con otras bandas, conseguir un disco de éxitos, y si este me gusta, bucear mas por su historia, y descubrir otras cosas. Escuché primero un grandes éxitos de 1965, y me atrajeron unas cuantas canciones, y me las descargué con aquellos programas de descargas de la época, el Kazaa. Pero la cosa se quedó ahí, no seguí mas adelante, me conformé con esas pocas canciones. Fue unos cuantos años después, cuando me enteré de que había salido un nuevo recopilatorio, el de 2001, que es el que he traido aquí; y al escucharlo, me gustó mas, posiblemente por la calidad del sonido, ya que el antiguo sonaba muy arcaico, y este sonaba mas limpio. Ojo, no le quito ningún valor al sonido viejo del vinilo de los 60, ese aroma antiguo y crepitar de los surcos cuando pasa la aguja, es un sonido mágico, y delicioso; pero a mi entonces, me atrajo el nuevo disco. Y me lo descargué. Los Herman's Hermits tienen unas canciones deliciosas, alegres, que te suben la moral y el ánimo a la voz de ya. He destacado estos temas, pero podría haber seleccionado otras tantas, pues el disco es una delicia escucharlo, te mantiene en un estado de sonrisa tonta, embriagado de alegría, y buen rollo. Canciones como 'A Must to avoid', la versión de 'Dandy', de los Kinks, la delicada The End of the World, o la versión de Wonderful World, son preciosas canciones que completan un disco sabroso y exquisito. La Playlist del Yeyo no podía prescindir de estas preciosas canciones, y en la playlist de los 60, completa un repertorio realmente espectacular. Prueba a entrar, y lo comprobarás.

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