
El aire de finales de octubre de 1980 zumbaba perezosamente en el pequeño garaje a las afueras de la ciudad. Carlos, con las manos pringadas de aceite hasta los codos, intentaba apretar un tornillo obstinado bajo el capó de un Mustang Mach 1 del 72, algo oxidado pero aún majestuoso. Su amigo Javier, recostado en una silla plegable cerca, limpiaba con un trapo la suciedad de una bujía vieja, con cara de concentración. Un radio-cassette barato, pero fiel, emitía un ligero zumbido, listo para entrar en acción.
"Joder, Carlos, este tornillo se resiste como si fuera a pagarle una cena", bufó Javier sin levantar la vista.
Carlos gruñó a cambio, ajustando la llave. "Déjalo, ya saldrá. Tengo la solución." Soltó la herramienta con un clac metálico, se secó las manos como pudo en un trapo sucio y caminó hacia el radio-cassette. "La solución es terapia musical. Y creo que hoy toca ponernos serios."
Javier levantó la vista, una sonrisa apareciendo en su rostro. Sabía de qué hablaba. Hacía unas semanas que se habían agenciado la última novedad de The Cars:Panorama. Sus dos primeros álbumes habían sido la banda sonora de mil y una horas de carretera y de tardes enteras discutiendo si un motor de carburación era mejor que la inyección, pero este... Panorama, era diferente.
Carlos deslizó el cassette en la ranura, el cabezal hizo un sonido suave al ajustarse. El botón de "Play" fue pulsado.
El garaje se llenó con un sonido que no era ni pop pegadizo ni rock ruidoso, sino algo entre medias, más oscuro, con los sintetizadores sonando a máquina fría pero rítmica. Era... distinto.
"Buf", dijo Javier, "aún me cuesta acostumbrarme al sonido de este disco entero. Es como si Rick Ocasek y compañía hubieran estado en un cuarto oscuro y solo les dieran luz cada veinte minutos."

Carlos asintió, volviendo hacia el coche, pero ahora con un movimiento menos tenso. "Sí, es menos... menos inmediato que Candy-O o el primero. Los otros entraban solos, ¿sabes? Eran coches potentes y rápidos nada más sacarlos del concesionario. Este es más como un prototipo, le notas la complejidad, la cosa rara por debajo." Se inclinó de nuevo sobre el motor, aunque ahora parecía más perdido en la música que en el tornillo. "Las letras, además, son de no entender ni la mitad. En los otros te cantaban chicas guapas o noches de fiesta, cosas claras. Aquí habla de 'mis ojos no te ven, mi corazón no bombea'... ¿pero qué coño le pasa al corazón? Es raro de cojones."
"Sí, las letras son marcianas", confirmó Javier. "Parecen mensajes cifrados. Pero justo eso... tiene algo. Como cuando desmontas algo muy complejo de un coche, que no entiendes para qué sirven todas las piezas pequeñas, pero sabes que sin ellas, la máquina no anda igual." Hizo girar la bujía con el trapo, observándola. "Este disco es como esa pieza intrincada. No la entiendes del todo, pero te fascina que funcione así de... abstracta
Se quedaron unos segundos escuchando, el ambiente cambiando, llenándose de una energía eléctrica, un pulso sintético constante.
De repente, un patrón de sintetizador repetitivo y penetrante entró en acción, un ritmo implacable, como una máquina funcionando sin descanso. Era el tema principal, "Panorama"
"Coño, ya está la cabalgata de robots", comentó Javier, incorporándose un poco. "El tema que le da nombre al disco. Esta canción... ¡uf! Es que no pasa nada convencional. Es el mismo loop de teclas, ese ritmo militar y la voz de Rick sonando a través de una radio vieja. Pero ¿a que mola?"
Carlos se separó del coche y se apoyó en una aleta, contemplando la bujía que Javier limpiaba. "Es hipnótica. Te atrapa precisamente por esa repetición. Es como mirar la misma curva una y otra vez en una carrera, esperas que pase algo, pero la emoción está en lo monótono, en la precisión de no salirse. Es el resumen perfecto del disco, ¿sabes? Rara, fría, un poco inquietante, pero con un motor rítmico que no falla." Hizo una pausa, siguiendo el beat con la cabeza. "La letra... 'No me importan los sueños que tenías'..., te digo yo que está mal de la cabeza el tío, pero suena bien así, como desesperado."
La música cambió abruptamente. Un ritmo mas tranquilo, un toque de batería que no parece sincronizar con el compás de la canción, una voz más nasal. De repente, estaban en medio de una persecución, o al menos, la música lo hacía sentir así.
"¡Esto ya es otra cosa!", exclamó Carlos, animándose. "¡Touch and Go! ¡Aquí sí que parecen los Cars!" El ritmo era mucho más tranquilo y sosegado. "Después de la marcha enérgica de 'Panorama', te sueltan esta caricia." Pero ¡Ojo! Engaña. Ese tocar y seguir, es continuo, te engancha y no te suelta.
Javier dejó la bujía y el trapo en el suelo, empezando a mover la cabeza al compás. "Claro, aquí el coche arranca suave, pero es como el diesel, va cogiendo fuerza. Y Ric canta como si se estuviera jugando el tipo." Se acercó un poco a la radio, escuchando atentamente. "Fíjate en los sintetizadores, no hacen la melodía principal, sino que dan como toques, como ráfagas, como si fueran las luces de un coche de policía persiguiéndote."
"¡Total! O el sonido de las ruedas chillando", añadió Carlos. "Y la letra sí que te la medio esperas en esta. Tocar y escapar, algo así. Se siente en la música. Es una puta maravilla cómo un tema puede sonar tanto a correr, ¿sabes? Esta la pones de noche y parece que vas a doblar cualquier esquina de forma ilegal." Se imaginaba al Mustang saliendo derrapando al son de ese solo de guitarra, maravilloso.
El pulso bajó un poco, pero la sensación de fuerza se mantuvo. Un riff de guitarra más heavy, más pegado al suelo, dominaba ahora. El sonido se sentía denso, con mala leche.
"Uff, ¡la gorda! ¡Gimme Some Slack!", dijo Javier, golpeando suavemente el asiento con la palma. "Esta es la más rockera del disco, o eso creo yo. El motor suena gordo, ¿eh?"
Carlos se cruzó de brazos, asintiendo solemnemente. "Sí, aquí no hay tonterías con los sintes en primer plano. Aquí mandan las guitarras. Suena sucia, suena a taller, a herramienta chocando con metal. Como si estuvieran diciendo 'dejadnos en paz y dadnos espacio para trabajar'. La letra supongo que va de eso, de que te den un respiro, o algo así, la verdad que la de esta tampoco es muy clara."
"Pero el feeling está claro", replicó Javier. "Es un 'ya está bien, no toquéis los cojones'. El bajo suena rotundo y la batería es pesada. Es el coche parado, con el ralentí un poco inestable, sonando gordo antes de salir. Tiene mala leche, como cuando te cabreas porque no sale un tornillo o la llave no entra." Miró hacia el Mustang con aprecio. "Esta canción es para escucharla cuando vas a hacer el trabajo pesado, te da la fuerza justa para no tirar la toalla."
El siguiente tema entró con una pulsación electrónica más marcada de nuevo, pero con una sensación más... melancólica o solitaria. Menos agresiva que las anteriores, más de introspección bajo la luz fría de un neón.
"¿Misfit Kid?", adivinó Carlos, ladeando la cabeza. "Esta me gusta por rara. Es menos ruidosa, pero el ritmo que hace el sinte al principio te envuelve. Suena a... a ir solo de noche, sin rumbo fijo."
Javier recogió el trapo del suelo. "Totalmente. Como un niño raro o inadaptado, como dice el título. La música suena solitaria, ¿verdad? No es triste del todo, es más bien... diferente, al margen." Limpiaba ahora las manos. "Las voces son suaves, casi como si las cantara para sí mismo. No tiene estribillo pegadizo que grites en la radio, no. Es un coche pequeño, viejo, recorriendo calles desiertas. Es como nosotros a veces, supongo, frikis de los hierros viejos y de la música esta rara, que no todo el mundo entiende."
"Eso es, 'chicos inadaptados'", sonrió Carlos. "Por eso nos gusta. The Cars con esta canción te dicen que no pasa nada por ir a tu bola. Y la música te arropa, te hace compañía en ese viaje raro y un poco oscuro. Aunque las letras... 'Mis manos se doblan alrededor del aire', ¿eso qué coño es? Pero no importa, el sonido ya te lo dice todo."
El disco encaraba su final, y la música volvió a coger algo de ritmo, un impulso decidido, aunque todavía teñido de esa melancolía o frialdad tan del Panorama. Era rítmica, casi bailable a su extraña manera, con una línea de sintetizador insistente y pegadiza, aunque sutil.
"Ya está aquí "Running To You", anunció Javier, dándole la vuelta a la bujía que sostenía. "Este tema... este es el que mejor encajaría en los discos viejos, creo yo, si no fuera por ese punto metálico en el sonido."
Carlos se irguió por completo, sacudiendo la cabeza. "Nah, yo creo que también es cien por cien Panorama, solo que con más melodía aparente. La letra sigue sin decirte a quién demonios está 'corriendo'. Corriendo a ti, sí, ¿pero quién eres tú? ¿Una persona? ¿Una idea? ¿Una pared de ladrillos?" Se rió un poco. "Es frustrante y genial a la vez."
"Pues la música sí te da esa sensación de impulso", rebatió Javier. "Como de ir decidido hacia algún sitio. Ese bajo, otra vez, va como un tren. Y la teclilla que va repitiéndose te va arrastrando. Es como conducir de noche, la carretera delante, las luces pasando rápido, sabes a dónde vas, pero no sabes muy bien por qué, solo que tienes que seguir avanzando. 'Corriendo a ti', sí. Huyendo de algo o buscando algo, pero con el acelerador pisado."
"Es casi el final perfecto para el disco, ¿verdad?", concluyó Carlos, mirando hacia la radio con aprecio. "No te da una solución feliz, no te aclara el panorama", ironizó con el título, "pero te deja con esa sensación de movimiento, de que algo ha pasado o va a pasar, aunque no lo hayas entendido del todo. Como dejar el coche medio desmontado sabiendo que, por difícil que sea, al final arrancará y saldrá a la carretera."
El álbum siguió sonando unos minutos más, llenando el garaje con su pulso insistente mientras Carlos tomaba un refresco de una nevera portátil y Javier empezaba a buscar la herramienta adecuada para ese maldito tornillo. El sol de la tarde del otoño de 1980 empezaba a caer, pintando la puerta del garaje de naranja.
"Bueno", dijo Javier, cogiendo una llave diferente. "Hora de darle a este cabrón el trato que se merece."
"Dalo por hecho", respondió Carlos. "Con Panorama acabando de sonar, la grasa y los problemas de motor saben... raros. Pero motivan de otra forma. Como el disco. Raro, pero coño, te hace trabajar y pensar."

Y entre el chirrido del metal al fin cediendo y el sonido abstracto pero magnético que salía de la radio, la tarde siguió su curso, construyendo recuerdos sobre un coche viejo y la música compleja y fascinante de un álbum llamado Panorama. Un lienzo sonoro perfecto para pintar tardes de esfuerzo, amistad y la eterna fascinación por las máquinas, sean de metal y gasolina, o de ondas y electricidad.
Epílogo
El álbum "Panorama" de The Cars, fue publicado el 15 de agosto de 1980, marcando un punto de inflexión en la trayectoria de la banda, que venía de dos éxitos rotundos como su álbum debut homónimo y "Candy-O". Comercialmente, "Panorama" tuvo un rendimiento decente, logró el puesto número 5 en el Billboard 200 de Estados Unidos vendiendo más de un millón de unidades y 100.000 en Canadá. El único single que entró en el Billboard Hot 100 fue "Touch and Go", que llegó al puesto 37. Este desempeño, si bien positivo para la mayoría de las bandas, se consideró una "decepción" en la industria dada la enorme popularidad que The Cars había acumulado.
La recepción crítica de "Panorama" fue mixta y, en general, menos entusiasta que la de sus dos primeros trabajos. El álbum representó un cambio audaz en el sonido de la banda, inclinándose hacia un estilo más experimental, oscuro, electrónico y vanguardista, con una mayor prominencia de los sintetizadores y ritmos más irregulares.
Algunos críticos y fans lo vieron como un "experimento fallido" o un álbum "más ruidoso y menos pegadizo". Se le reprochó la falta de "ganchos" y éxitos de radio, y se percibió un tono más "rígido y electrónico", incluso "frío y distante". Otros señalaron que las letras eran menos inspiradas y las armonías vocales menos prominentes.
Sin embargo, con el tiempo, "Panorama" ha sido reevaluado por muchos como una obra subestimada y audaz. Quienes apreciaron el giro artístico, elogiaron su audacia y su carácter "futurista y oscuro". Algunos lo consideran incluso el álbum favorito de The Cars por su originalidad y la atmósfera que crea. Destacan la creatividad de las partes de teclado de Greg Hawkes y los sutiles toques de rockabilly de Elliot Easton. El álbum se ve ahora como una muestra de una banda dispuesta a tomar riesgos creativos en la cúspide de su éxito comercial.
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