La Playlist del Yeyo, contiene un compendio de análisis originales de álbumes de los últimos 40 años del siglo XX. Clasifico la música en décadas, puedes ver los años 60, los 70, los 80, o los 90, según cual te guste mas. O todas, como me pasa a mi, que me gusta cualquier época del siglo pasado. También tienes en su página correspondiente, un conjunto de playlist con la mejor música del siglo XX y que a mi me encanta. Ponte los cascos, dale al play, y disfruta.
El aire de finales de octubre de 1980 zumbaba perezosamente en el pequeño
garaje a las afueras de la ciudad. Carlos, con las manos pringadas de
aceite hasta los codos, intentaba apretar un tornillo obstinado bajo el
capó de un Mustang Mach 1 del 72, algo oxidado pero aún majestuoso. Su
amigo Javier, recostado en una silla plegable cerca, limpiaba con un trapo
la suciedad de una bujía vieja, con cara de concentración. Un
radio-cassette barato, pero fiel, emitía un ligero zumbido, listo para
entrar en acción.
"Joder, Carlos, este tornillo se resiste como si fuera a pagarle una
cena", bufó Javier sin levantar la vista.
Carlos gruñó a cambio, ajustando la llave. "Déjalo, ya saldrá. Tengo
la solución." Soltó la herramienta con un clac
metálico, se secó las manos como pudo en un trapo sucio y caminó hacia
el radio-cassette. "La solución es terapia musical. Y creo que hoy
toca ponernos serios."
Javier levantó la vista, una sonrisa apareciendo en su rostro. Sabía
de qué hablaba. Hacía unas semanas que se habían agenciado la última
novedad de The Cars: Panorama. Sus dos primeros álbumes habían sido la banda sonora de mil y una
horas de carretera y de tardes enteras discutiendo si un motor de
carburación era mejor que la inyección, pero este... Panorama,
era diferente.
Carlos deslizó el cassette en la ranura, el cabezal hizo un sonido
suave al ajustarse. El botón de "Play" fue pulsado.
El garaje se llenó con un sonido que no era ni pop pegadizo ni rock
ruidoso, sino algo entre medias, más oscuro, con los sintetizadores
sonando a máquina fría pero rítmica. Era... distinto.
"Buf", dijo Javier, "aún me cuesta acostumbrarme al sonido de este
disco entero. Es como si Rick Ocasek y compañía hubieran estado en un
cuarto oscuro y solo les dieran luz cada veinte minutos."
Carlos asintió, volviendo hacia el coche, pero ahora con un
movimiento menos tenso. "Sí, es menos... menos inmediato que Candy-O
o el primero. Los otros entraban solos, ¿sabes? Eran coches potentes y
rápidos nada más sacarlos del concesionario. Este es más como un
prototipo, le notas la complejidad, la cosa rara por debajo." Se
inclinó de nuevo sobre el motor, aunque ahora parecía más perdido en
la música que en el tornillo. "Las letras, además, son de no entender
ni la mitad. En los otros te cantaban chicas guapas o noches de
fiesta, cosas claras. Aquí habla de 'mis ojos no te ven, mi corazón no
bombea'... ¿pero qué coño le pasa al corazón? Es raro de
cojones."
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"Sí, las letras son marcianas", confirmó Javier. "Parecen mensajes
cifrados. Pero justo eso... tiene algo. Como cuando desmontas algo muy
complejo de un coche, que no entiendes para qué sirven todas las
piezas pequeñas, pero sabes que sin ellas, la máquina no anda igual."
Hizo girar la bujía con el trapo, observándola. "Este disco es como
esa pieza intrincada. No la entiendes del todo, pero te fascina que
funcione así de... abstracta."
Se quedaron unos segundos escuchando, el ambiente cambiando,
llenándose de una energía eléctrica, un pulso sintético
constante.
De repente, un patrón de sintetizador repetitivo y penetrante entró en
acción, un ritmo implacable, como una máquina funcionando sin descanso.
Era el tema principal, "Panorama".
"Coño, ya está la cabalgata de robots", comentó Javier,
incorporándose un poco. "El tema que le da nombre al disco. Esta
canción... ¡uf! Es que no pasa
nada convencional. Es el mismo loop
de teclas, ese ritmo militar y la voz de Rick sonando a través de una
radio vieja. Pero ¿a que mola?"
Carlos se separó del coche y se apoyó en una aleta, contemplando la
bujía que Javier limpiaba. "Es hipnótica. Te atrapa precisamente por
esa repetición. Es como mirar la misma curva una y otra vez en una
carrera, esperas que pase algo, pero la emoción está en lo monótono,
en la precisión de no salirse. Es el resumen perfecto del disco,
¿sabes? Rara, fría, un poco inquietante, pero con un motor rítmico que
no falla." Hizo una pausa, siguiendo el beat
con la cabeza. "La letra... 'No me importan los sueños que tenías'...,
te digo yo que está mal de la cabeza el tío, pero suena bien así, como
desesperado."
La música cambió abruptamente. Un ritmo mas tranquilo, un toque de batería
que no parece sincronizar con el compás de la canción, una voz más nasal.
De repente, estaban en medio de una persecución, o al menos, la música lo
hacía sentir así.
"¡Esto ya es otra cosa!", exclamó Carlos, animándose. "¡Touch and Go! ¡Aquí sí que parecen los Cars!" El ritmo era mucho más tranquilo y
sosegado. "Después de la marcha enérgica de 'Panorama', te sueltan
esta caricia." Pero ¡Ojo! Engaña. Ese tocar y seguir, es continuo, te
engancha y no te suelta.
Javier dejó la bujía y el trapo en el suelo, empezando a mover la
cabeza al compás. "Claro, aquí el coche arranca suave, pero es como el
diesel, va cogiendo fuerza. Y Ric canta como si se estuviera jugando
el tipo." Se acercó un poco a la radio, escuchando atentamente.
"Fíjate en los sintetizadores, no hacen la melodía principal, sino que
dan como toques, como ráfagas, como si fueran las luces de un coche de
policía persiguiéndote."
"¡Total! O el sonido de las ruedas chillando", añadió Carlos. "Y la
letra sí que te la medio esperas en esta. Tocar y escapar, algo así.
Se siente en la música. Es una puta maravilla cómo un tema puede sonar
tanto a correr, ¿sabes? Esta la pones de noche y parece que vas a
doblar cualquier esquina de forma ilegal." Se imaginaba al Mustang
saliendo derrapando al son de ese solo de guitarra, maravilloso.
El pulso bajó un poco, pero la sensación de fuerza se mantuvo. Un riff
de guitarra más heavy, más pegado al suelo, dominaba ahora. El sonido se sentía denso, con
mala leche.
"Uff, ¡la gorda! ¡Gimme Some Slack!", dijo Javier, golpeando suavemente el asiento con la palma. "Esta
es la más rockera del disco, o eso creo yo. El motor suena gordo,
¿eh?"
Carlos se cruzó de brazos, asintiendo solemnemente. "Sí, aquí no hay
tonterías con los sintes en primer plano. Aquí mandan las guitarras.
Suena sucia, suena a taller, a herramienta chocando con metal. Como si
estuvieran diciendo 'dejadnos en paz y dadnos espacio para trabajar'.
La letra supongo que va de eso, de que te den un respiro, o algo así,
la verdad que la de esta tampoco es muy clara."
"Pero el feeling
está claro", replicó Javier. "Es un 'ya está bien, no toquéis los
cojones'. El bajo suena rotundo y la batería es pesada. Es el coche
parado, con el ralentí un poco inestable, sonando gordo antes de
salir. Tiene mala leche, como cuando te cabreas porque no sale un
tornillo o la llave no entra." Miró hacia el Mustang con aprecio.
"Esta canción es para escucharla cuando vas a hacer el trabajo pesado,
te da la fuerza justa para no tirar la toalla."
El siguiente tema entró con una pulsación electrónica más marcada de
nuevo, pero con una sensación más... melancólica o solitaria. Menos
agresiva que las anteriores, más de introspección bajo la luz fría de
un neón.
"¿Misfit Kid?", adivinó Carlos, ladeando la cabeza. "Esta me gusta por rara. Es
menos ruidosa, pero el ritmo que hace el sinte al principio te
envuelve. Suena a... a ir solo de noche, sin rumbo fijo."
Javier recogió el trapo del suelo. "Totalmente. Como un niño raro o
inadaptado, como dice el título. La música suena solitaria, ¿verdad?
No es triste del todo, es más bien... diferente, al margen." Limpiaba
ahora las manos. "Las voces son suaves, casi como si las cantara para
sí mismo. No tiene estribillo pegadizo que grites en la radio, no. Es
un coche pequeño, viejo, recorriendo calles desiertas. Es como
nosotros a veces, supongo, frikis de los hierros viejos y de la música
esta rara, que no todo el mundo entiende."
"Eso es, 'chicos inadaptados'", sonrió Carlos. "Por eso nos gusta.
The Cars con esta canción te dicen que no pasa nada por ir a tu
bola. Y la música te arropa, te hace compañía en ese viaje raro y un
poco oscuro. Aunque las letras... 'Mis manos se doblan alrededor del
aire', ¿eso qué coño es? Pero no importa, el sonido ya te lo dice
todo."
El disco encaraba su final, y la música volvió a coger algo de ritmo,
un impulso decidido, aunque todavía teñido de esa melancolía o
frialdad tan del Panorama. Era rítmica, casi bailable a su extraña manera, con una línea de
sintetizador insistente y pegadiza, aunque sutil.
"Ya está aquí Running To You", anunció Javier, dándole la vuelta a la bujía que sostenía. "Este
tema... este es el que mejor encajaría en los discos viejos, creo yo,
si no fuera por ese punto metálico en el sonido."
Carlos se irguió por completo, sacudiendo la cabeza. "Nah, yo creo
que también es cien por cien Panorama, solo que con más melodía aparente. La letra sigue sin decirte a
quién demonios está 'corriendo'. Corriendo a ti, sí, ¿pero quién eres
tú? ¿Una persona? ¿Una idea? ¿Una pared de ladrillos?" Se rió un poco.
"Es frustrante y genial a la vez."
"Pues la música sí te da esa sensación de impulso", rebatió Javier.
"Como de ir decidido hacia algún sitio. Ese bajo, otra vez, va como un
tren. Y la teclilla que va repitiéndose te va arrastrando. Es como
conducir de noche, la carretera delante, las luces pasando rápido,
sabes a dónde vas, pero no sabes muy bien por qué, solo que tienes que
seguir avanzando. 'Corriendo a ti', sí. Huyendo de algo o buscando
algo, pero con el acelerador pisado."
"Es casi el final perfecto para el disco, ¿verdad?", concluyó Carlos,
mirando hacia la radio con aprecio. "No te da una solución feliz, no
te aclara el panorama", ironizó con el título, "pero te deja con esa
sensación de movimiento, de que algo ha pasado o va a pasar, aunque no
lo hayas entendido del todo. Como dejar el coche medio desmontado
sabiendo que, por difícil que sea, al final arrancará y saldrá a la
carretera."
El álbum siguió sonando unos minutos más, llenando el garaje con su pulso
insistente mientras Carlos tomaba un refresco de una nevera portátil y
Javier empezaba a buscar la herramienta adecuada para ese maldito
tornillo. El sol de la tarde del otoño de 1980 empezaba a caer, pintando
la puerta del garaje de naranja.
"Bueno", dijo Javier, cogiendo una llave diferente. "Hora de darle a
este cabrón el trato que se merece."
"Dalo por hecho", respondió Carlos. "Con Panorama acabando de sonar, la grasa y los problemas de motor saben...
raros. Pero motivan de otra forma. Como el disco. Raro, pero coño, te
hace trabajar y pensar."
Con esta miniatura de coche, decorarás cualquier rincón de la
casa
Y entre el chirrido del metal al fin cediendo y el sonido abstracto
pero magnético que salía de la radio, la tarde siguió su curso,
construyendo recuerdos sobre un coche viejo y la música compleja y
fascinante de un álbum llamado Panorama. Un lienzo sonoro perfecto para pintar tardes de esfuerzo, amistad y
la eterna fascinación por las máquinas, sean de metal y gasolina, o de
ondas y electricidad.
Conclusión
Ya he hablado en otro post de La Playlist del Yeyo, de los Cars,
concretamente del álbum
Heartbeat City, donde he mencionado como descubrí este fantástico grupo, y lo
mucho que me gustan todos sus discos, y todas sus canciones. Este disco
fue, sin saberlo, el primer album que conocí de los Cars. Y por
supuesto, fue como muchos de mis descubrimientos musicales: en mi tienda
de discos de referencia, Oldies. Este Panorama, en aquellos tiempos era
un poco extraño, no seguía la norma, era muy "vanguardista" para mi
gusto. Mi atracción por la música acababa de empezar, no estaba muy
puesto, y como buen principiante, me inicié con la emisora de radio de
los 40 Principales, escuchando, lógicamente, los éxitos mas vendidos, y
los mas conocidos. Panorama, y The Cars, lógicamente no figuraban en
esos circuitos, por lo menos de momento. Y mis conocimientos musicales
de aquel año, se limitaban a saber quien ocupaba el número 1 de la
lista. Pero como ya he contado antes, allá por los 90, estando
trabajando, un compañero me recomendó que escuchara esta banda. Y yo,
que ya en aquellos tiempos ya estaba muchísimo mas abierto a la música,
pues me animé, y escuché el primero de sus discos, su álbum homónimo The
Cars. Quedé prendado. Me enamoré de los Cars. Rápidamente, después de
grabármelo, le pedí vorazmente que me dejara mas discos, y así fue, uno
a uno los fuí consumiendo como cuando te comes una hamburguesa después
de 3 dias sin comer. No sabía decidirme cual era mejor que los demás,
todos eran magníficos, increibles, era una delicia
escucharlos. The Cars son una gran banda.Y por eso, todos van a entrar en La Playlist
del Yeyo.
Podcast
Podeis visitar la página de La Playlist del Yeyo, en la que están ubicados todos los videos colgados en el blog, a modo
de playlist, incluidos los de la Steve Miller Band, para que los
disfruteis todos juntos, y en el orden que querais. También teneis una
emisora con La Radio del Yeyo, que contiene los hits de las décadas de finales del siglo XX. Y si
buscas una canción o un video que no está en La Playlist del Yeyo, lo
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¡¡Hasta la próxima!!
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