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Publicado septiembre 04, 2025 por Aurelio Vázquez Sánchez con 2 comentarios

The Smiths-The Queen Is Dead

The Queen is Dead alternativo

El Lada y un viaje a ninguna parte

La costa inglesa en verano es una promesa que rara vez se cumple. Sin embargo esta vez si se cumplió. El azul del cielo, tan profundo que casi dolía la vista, se extendía como un vasto océano sin orillas sobre el mundo. Era un azul limpio y puro, sin matices grises, como si la tarde hubiera lavado el aire de cualquier impureza. Aquí y allá, unas pocas nubes blancas, pequeñas y mullidas como copos de algodón deshilachados, navegaban perezosamente. Parecían flotar sin peso, siluetas efímeras contra la inmensidad, como las huellas de un soñador que se hubiera perdido en la calma de la tarde. El único sonido, aparte de las chicharras con el calor, era el chirrido de los amortiguadores del Lada beige, que sonaba como un carruaje fúnebre tirado por gatos.

A bordo, el aire era tan espeso como el de un sótano, cargado con el olor a naftalina del asiento y los sueños rotos de su anterior dueño, un jubilado que seguramente se imaginaba recorriendo la costa con una caña de pescar. La radio estaba muerta, así que su viaje a ninguna parte tenía una única banda sonora: un cassette de los Smiths, The Queen is Dead, atascado en el reproductor.

Colin y Arthur

"Mira, Colin", dijo Arthur, con los ojos brillando de devoción. "Este álbum es una obra de arte. Un lamento por la Inglaterra que conocimos, con guitarras que te desgarran el alma..."

"Y un cantante que suena como si le estuvieran extrayendo una muela sin anestesia", le interrumpió Colin, sin apartar la vista de la carretera, y los campos que se acercaban lentamente. Era la tercera vez que Arthur le explicaba la "profundidad lírica" de Morrissey. Para Colin, era solo una melodía deprimente que hacía juego con el coche.

La aguja del cassette chirrió y la marcha fúnebre de "The Queen Is Dead" llenó el coche. Y justo en ese instante, el motor del Lada emitió un último y trágico gemido, para acabar muriendo. Ahora solo se oían las chicharras. Bueno si , también el ruido de una avioneta que volaba por entre las pocas nubes que poblaban el cielo tan azul, luciendo una publicidad un tanto "curiosa".

Lada muerto

Arthur, con una sonrisa amarga, salió del coche para ver el motor. Le explicó a Colin que la canción era una crítica a la monarquía y a una nación en decadencia. "Escucha la guitarra de Marr", dijo Arthur. "Es un lamento. Y la letra... 'La reina está muerta, muchachos, y no es ninguna broma'. ¿Lo pillas? Nos está diciendo que la institución es tan inútil como este coche. ¿Quién se ha reído ahora, eh?". Sin entender el significado profundo de la canción, Colin solo pudo reír al ver la nube de humo que salía del capó. Y entonces, ambos cayeron en la cuenta de que este viaje acababa de convertirse en el funeral de su verano. Colin aseveró, con un murmullo, ¡Lo que mal empieza...!

Con el Lada ya reparado, que no en perfectas condiciones, y tras un largo debate sobre si era más humillante ser arrastrados por una grúa o caminar diez millas bajo un sol abrasador, una figura solitaria apareció en la distancia. Bueno, solitaria no estaba, la acompañaba una avioneta, que parecía llevar la misma ruta que nuestros amigos. La publicidad que arrastraba, no parecía llamar la atenión. Pero la que nos importaba era la figura de la carretera. Era una chica, con el pulgar en alto, que parecía haberse lavado las manos con un gel antibacteriano mil veces.

Penelope autostopista

Arthur sonrió. "¡Una autostopista! ¡Una aventura de verdad! Vamos a parar, acojámosla. ¡Será la luz que nunca se apaga!".

Colin solo suspiró. "Más bien será la plaga que nunca se acaba". Pero si, le pararé, nos vendrá bien tener mejores conversaciones que ir escuchando esta cinta infernal.

La chica, a la que llamaban Penélope, subió al Lada con una meticulosidad casi quirúrgica. Se quitó los zapatos, sacudió el polvo de su chaqueta con una serie de movimientos precisos y, antes de sentarse, inspeccionó el asiento con una linterna de bolsillo. Arthur y Colin se giraron para ver la escena, y se miraron incrédulos. Hicieron un gesto de sorpresa y de asombro, y se volvieron hacia delante de nuevo. Colin, mirándola por el retrovisor, y con cara de resignación murmuró con determinación: “Esto no va a acabar bien”. Arthur, en un intento de ser cortés, encendió la radio. El cassette de los Smiths, milagrosamente, arrancó con una guitarra eléctrica que sonaba a un ataque nervioso. Era "Bigmouth Strikes Again".

Arthur le explicó a Penélope, sin éxito, que la canción trataba de un tipo que no podía evitar soltar lo que pensaba, metiéndose en líos. Era una metáfora sobre Morrissey, que siempre decía lo que quería, sin importar las consecuencias. Penélope, en lugar de asentir, se puso a ordenar mentalmente los botones del asiento, murmurando "Bigmouth, bigmouth, bigmouth...". Justo después, le dijo a Arthur que el botón para abrir la ventanilla estaba en un lugar ilógico y que, si alguien lo tocaba, provocaría la hecatombe. Colin, en un susurro, le comentó a Arthur que tenía razón: "Una boca grande ha atacado de nuevo, y esta vez, nos ha traído una plaga". ¡Que mala pinta tiene esto...!

A unas millas de allí, un coche fúnebre estaba detenido en el arcén. Una mujer con un vestido de flores y una expresión de pánico asomaba por la ventanilla, y haciendo aspavientos, les rogaba que por favor parasen. Arthur, siempre el héroe, exclamó: "¡Una damisela en apuros! ¡Al rescate!". Párale, Colin.

Penélope se puso rígida. "No se acerquen. ¿Llevará muerto? Podría tener gérmenes de una cepa desconocida. ¿Y si su coche tiene Salmonella en el motor?".

viajeros en el cementerio

Haciendo caso omiso a Penélope, Colin detuvo el Lada. La conductora, una señora de unos cincuenta años llamada Gladys, les explicó que su coche se había averiado justo al lado de la entrada de un cementerio. Y era cierto, justo al lado de la carretera, había un cementerio.  Y en la puerta, su coche parado. "Un mal presagio", murmuró Colin, con el mismo tono de voz que Morrissey en un día de lluvia. Gladys, asustada, se subió al Lada para que la llevaran al taller más cercano. “Pueden estar tranquilos, no llevo pasajero, voy de vacío.” Colin suspiró, mas tranquilo...

La avioneta que sobrevuela la escena, se escapa al conocimiento de este narrador, seguramente está en misión de espionaje de nuestros queridos amigos. Desconozco el motivo.

Mientras el Lada avanzaba, el cassette de los Smiths sonaba con "Cemetry Gates". La voz de Morrissey cantaba sobre un paseo por un cementerio, con un aire de melancolía y humor negro. Penélope, con los ojos fijos en la carretera, empezó a murmurar: "No toquéis la radio, no toquéis el asiento, no respiréis tan fuerte, no penséis en los gérmenes, no hagáis que me toque los nervios...". Gladys la miró con sobresalto, y después miró a Colin y Arthur, de forma inquisitiva, queriendo preguntarles por esa mujer. Colin, que la vió por el retrovisor, hizo un gesto resignado, como queriendo decir, “Es lo que hay”.

Arthur, con una calma sorprendente, les explicó a Gladys y a Penélope que la canción era un paseo metafórico por un cementerio. "Es una reflexión sobre la vida, la muerte y el humor inglés", dijo. "Como si Morrissey nos dijera que, incluso en un cementerio, se puede encontrar algo de belleza, o un buen chiste". Gladys asintió, pensando que Arthur estaba un poco desquiciado. “¿Dónde me he metido yo?” llegó a pensar. Penélope, en cambio, se puso a contar las tumbas que veían en la distancia y a clasificarlas mentalmente por orden alfabético.

Después de dejar a Gladys en el taller, con un cierto alivio por su parte, todo hay que decirlo, la aventura continuó. El indicador de combustible del Lada parpadeaba con la misma urgencia que un corazón a punto de colapsar. La salvación llegó en forma de un cartel descolorido: "Gasolinera a 10 millas, próxima salida".

"¿Lo ves, Colin? ¡La providencia!", exclamó Arthur.

Colin no terminaba de fiarse, y negaba repetidamente con la cabeza.

Penélope, con una mirada de desconfianza, se puso a contar los coches que pasaban. "Veinticinco coches, tres camiones, un tractor... la probabilidad de que una gasolinera exista es del 0.003%".

¡Y la puñetera avioneta sigue dando la murga, con su vuelo rasante, y su persecución implacable! ¡Ojalá y se le caiga la publicidad cutre que arrastra! 

cartel gasolinera

Ignorando la lógica de Penélope, y de la avioneta, Colin giró hacia la salida, sin apreciar que bajo el cartel había dos operarios haciendo tareas de mantenimiento e intentando arrancar el cartel de la tierra en la que estaba clavado. La carretera, estrecha y solitaria, los llevó a un camino de tierra. Y al final del camino, no había gasolinera, sino una granja abandonada. El Lada dio su último suspiro en medio de la nada.

El cassette, en un acto de ironía divina, comenzó a sonar con "Frankly, Mr. Shankly". La voz de Morrissey, esta vez, sonaba con la misma frustración que un empleado harto de su jefe, cantando sobre un despido con un tono de liberación.

"Es una carta de renuncia", explicó Arthur, recostado en el capó del Lada. "Morrissey le dice a su jefe, el Sr. Shankly, que se va de la industria musical para dedicarse a la poesía. Es una canción sobre la libertad, la liberación y el arte. Y aquí estamos nosotros, liberados del combustible y del camino, en medio de la nada, como dos poetas perdidos en un campo de nabos". Penélope, con el ceño fruncido, se puso a inspeccionar los nabos, murmurando: "¿Qué porcentaje de nabos está libre de pesticidas? Probablemente, cero".

El sol se puso, dejando a los tres viajeros en una oscuridad tan densa que podrían haberla cortado con un cuchillo. La única opción era caminar en busca de alguna luz. Arthur, guiado por un romanticismo absurdo, sugirió que exploraran el campo para encontrar un granero.

"¿Y si hay vacas?", preguntó Colin. "He oído que pueden ser muy territoriales".

"¡Tonterías! Son dóciles", respondió Arthur.

Penélope, sin embargo, se puso a contar los pasos que daban. "Ciento tres, ciento cuatro, ciento cinco... la probabilidad de que una vaca nos embista es del 99.9%, si el viento sopla del noroeste, y si han comido hierba fresca en las últimas tres horas".

persecucion nocturna

De la oscuridad surgieron unos ojos brillantes. Luego, otros. Y luego, una docena más. Un rebaño de vacas se acercaba con paso firme. Les delataba el cencerro que les colgaba del cuello. Un mugido, grave y profundo, resonó en la noche. "¡Corre!", gritó Colin.

Corrieron por el campo, tropezando con cada terrón de tierra, con el sonido de los cascos de las vacas resonando a sus espaldas. Un mugido pareció decir: "¡El arte es la forma de escapar del sufrimiento!". O eso creyó escuchar Arthur.

Después de escapar, magullados y sin aliento, se sentaron en el borde de un arroyo. El sonido de la cinta, muy a pesar de Colin, sonaba en sus mentes; era el turno de la canción "The Boy with the Thorn in His Side". Arthur, con un tono de voz serio, dijo que el chico de la canción era el propio Morrissey, que vivía con la espina clavada en su costado, una espina que solo podía ser borrada por el arte, por la música. "Ese soy yo", dijo Arthur. "El arte me va a salvar de esta". Colin, con el barro en la cara, y un gesto malhumorado, le dijo: "El arte es una espina clavada en el culo, y este arte es una vaca loca que te persigue por la noche". ¡Ya sabía yo que esto no podía acabar bien!

El amanecer trajo consigo un sol pálido que iluminó la miseria de los tres viajeros. Arthur tenía una rodilla hinchada, y estaba dolorido, aunque ello no afectaba a su optimismo natural. Colin tenía el pelo lleno de tierra, y el cabreo que llevaba encima se podía detectar hasta en varias millas de distancia; y Penélope, a pesar de todo, se dedicó a ordenar las hojas de un arbusto por tamaño, como si su vida dependiera de ello.

caos en la gasolinera

Después de cargar combustible en el Lada, la alegría fue fugaz. Penélope, con los ojos clavados en la caja de la gasolinera, murmuró: "Los chicles están colocados por orden alfabético. Eso no es lógico. El orden correcto debería ser por el número de calorías". Antes de que Arthur o Colin pudieran reaccionar, Penélope se abalanzó sobre el mostrador, reorganizando los chicles y las chocolatinas. El empleado, un joven moreno con uniforme, miró la escena con incredulidad.

En ese momento, un coche patrulla se detuvo en la puerta. Los agentes, dos hombres que parecían salidos de una película de policías de los noventa, entraron. El empleado de la gasolinera, con el rostro pálido, les dijo, "una psicópata ha asaltado la caja de los chicles".

detenciones en la gasolinera

Inmediatamente, los dos policías se abalanzaron sobre la muchacha, y la redujeron enseguida. A continuación, se dirigieron hacia Colin y Arthur, y estos, muertos de miedo, se arrodillaron en el suelo, para que los policías los redujeran sin problemas.

Arthur le susurró a Colin: "Morrissey sabía que el viaje acabaría así, en la oscuridad, en el silencio, sin una sola luz de esperanza. ¡Esto no podía acabar bien! Colin lo miró con rabia, y con desesperación. ¡Yo te mato! ¡Te liquido! Quiso agarrarlo del cuello para apretarle, pero los dos policías se lo impidieron. Las esposas se escucharon perfectamente en la gasolinera.

camino al calabozo

Los tres, con los brazos en la espalda, fueron introducidos en el coche patrulla. El viaje, que había comenzado con un sueño, terminaba en la pesadilla de la comisaría. Colin se lamentó: "Te lo dije, el coche era un féretro sobre ruedas. Ya estoy preparado para morir en la cárcel, Arthur, estoy preparado para morir en el calabozo". El coche patrulla, comenzó su viaje a la comisaría, a entregar a tres peligrosos delincuentes, que no habían hecho otra cosa, que sufrir las desdichas del destino en un viaje a ninguna parte.

¡¡¡Y la puta avioneta sigue dando por culo con su ridícula propaganda 🤬!!!

Epílogo

icono radio

Más allá de las historias de vacas furiosas y Ladas moribundos, el álbum The Queen is Dead es una pieza fundamental de la historia de la música. Publicado el 16 de junio de 1986, este trabajo de The Smiths no solo es considerado su obra maestra, sino también uno de los álbumes más influyentes de la década.

En su momento, fue aclamado de forma casi unánime por la crítica. Medios como NME y Melody Maker lo calificaron como una obra de arte, destacando su audacia lírica y la magistral combinación de la guitarra de Johnny Marr con la voz de Morrissey. La revista Rolling Stone lo incluyó en su lista de los 500 mejores álbumes de todos los tiempos en el puesto 216.

Aunque no alcanzó las ventas masivas de bandas de la época, The Queen is Dead fue un éxito en el Reino Unido, llegando al número dos en las listas de álbumes. En Estados Unidos, aunque sus cifras iniciales fueron más modestas, se ha mantenido como un disco de culto con ventas constantes a lo largo de los años. Su impacto se mide más por su influencia que por sus números en las listas.

El álbum es una cápsula del tiempo que captura la frustración y el desencanto de la juventud británica de los ochenta. Su mezcla de humor negro, poesía urbana y críticas a la sociedad sentó las bases para el rock alternativo y el indie rock de las siguientes décadas. Hoy, sigue siendo un faro de la música británica, una prueba de que, incluso con un Lada, un par de amigos, y una avioneta, la vida y el arte pueden ser una comedia increíblemente divertida.

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La Opinión del Yeyo

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Aun recuerdo cuando me iba de fiesta con mis amigos a aquellos garitos del barrio del Carmen de Valencia, cuando el barrio del Carmen era el antiguo barrio del Carmen, y no en lo que se ha convertido ahora. Recorriamos aquellas calejuelas recónditas y oscuras, o poco iluminadas, y de vez en cuando llegabas a algún sitio que tenía tres o cuatro personas reunidas en torno a una puerta, que no se sabía adonde dirigía, y resulta que entrabas, y de repente te encontrabas con un antro lúgubre, misterioso, lleno de gentes de mundos diversos, tribus urbanas, veías algo parecido a una barra de bar, con un par de chicos o chicas, sirviéndo tras ella, y es cuando te dabas cuenta de que estabas en un garito. Sonaba música alternativa, y por supuesto, Bigmouth Strikes Again, de los Smiths. Era una música bestial, genial, muy alternativa, y recuerdo ver como algunos seguidores de los Smiths imitaban en sus ademanes, al cantante de la banda, Morrissey. 

opinion yeyo

Este The Queen is Dead, es una maravilla de la creacción, suena maravillosamente bien, tiene un sonido muy particular, muy distintivo, escuchas cualquier canción de ellos, y aunque no la hayas oido nunca, sabes que es de los Smiths. La voz de Morrissey es inconfundible, la guitarra de Marr, no se me puede quitar de la cabeza, la tarareo una y otra vez. Es un disco absolutamente genial, con unas canciones preciosas, que me dejan absolutamente ensimismado en mis auriculares, pierdo el sentido de la realidad. ¿Habeis escuchado la canción que da título al album, la primera, en unos auriculares a todo volumen, paseando por la calle? Pues el otro dia casi me atropella un coche, no te digo mas...

Pero tranquilos, sigo aquí, con La Playlist del Yeyo.


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2 comentarios:

  1. Me caen algo lejos los Smiths pero como siempre una gran historia donde lo menos importante es la música, ni el estilo, si siquiera si te gusta o no. Lo importante, lo imprescindible es esa historia detrás de un disco, de una banda, como llegan a donde están y porque, esos detalles que hicieron que ese disco naciera y la gente lo disfrutara. Esas historias dentro de la historia que hacen que la historia no sea solo un montón de líneas escritas sino algo vivo y con
    Lo que vernos reflejados.

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    1. Hola Apyma, lo primero, gracias por leer el artículo y comentar con los demás, tu opinión. No se que pensar, de tu comentario, no se si te ha gustado o no. Por un lado dices que es una gran historia. Y por otro echas de menos cosas como mi opinión, como se originó el disco, y otras historias, que enriquecen en tu opinión, el artículo. Me parece muy bien que eches de menos esas cosas, y lo entiendo, pero si quieres saber datos objetivos sobre el álbum o de los Smiths, en la wikipedia tienes todos los datos que quieras, y en muchas páginas especializadas, también encontrarás información que seguro que te resultará util. En cuanto a este blog, es, como dice el título, La Playlist del Yeyo, yo soy el Yeyo, es mi playlist, toda la música que entra en La Playlist del Yeyo, es la música que me gusta, y hay mucha, y mas que habrá; y mi único propósito al hacer este blog, es compartir esa música con todo aquel que la disfrute tanto como yo, o simplemete quiera escucharla. Lo único que yo hago, es añadirle un componente narrativo a esa música, utilizando alguna que otra historia que se me ocurre, que puede hacer ameno el recuerdo que nos trae a muchos estas músicas. Si te gusta la idea, y la experiencia de leer mientras escuchas, me alegraré muchísimo de contar contigo entre mi audiencia. Si, por el contrario, te disgusta la mezcla entre narrativa y musica, eres muy libre de no visitar este blog, aquí nadie entra obligado, yo quiero contar contigo entre mis visitantes, y me esforzaré cada dia mas, para complaceros a todos, pero si no te gusta, lo sentiré mucho, pero si consideras que no quieres volver, lo entenderé. Con el fuerte deseo de que permanezcas entre mi audiencia, te mando un saludo muy afectuoso. El Yeyo.

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