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Publicado noviembre 10, 2025 por Aurelio Vázquez Sánchez con 0 comentarios

Los Brincos-Singles Collection

los brincos alternativa

El Guateque Secreto de la Calle de la Paloma

El silencio en la casa de Doña Elvira era de esos que suenan a peligro. No era un silencio común; era la ausencia de la abuela, que había partido temprano hacia Segovia para un entierro familiar. Y el silencio, en la España de 1967, era el permiso tácito para la subversión, especialmente para un grupo de chicos de una ciudad de provincias donde el chismorreo viajaba más rápido que un tren de vapor.

Eran poco más de las cuatro de la tarde y el sol de mayo se colaba por las rendijas de las persianas, iluminando motas de polvo que danzaban en el aire. Los chicos,  Juan, el anfitrión nervioso; Manolo, el organizador de bebidas; y Pepe, el experto en discos, daban los últimos retoques. En el comedor descansaba el altar de la modernidad: un tocadiscos portátil, el centro social de la fiesta.

La primera en llegar fue Elena, seguida de cerca por Marisa, su "carabina", que parecía no estar muy contenta de su papel vigilante. Detrás, otros grupos de dos y tres. Risas nerviosas, empujones. Los chicos, con sus pantalones ajustados; las chicas, con sus faldas un poco más cortas de lo que sus madres quisieran, y un aire de misterio contenido.

Pepe, el encargado de la música, notó que el aire estaba cargado de timidez. Había que romper el hielo de inmediato.

Puso el single, y colocó la aguja con un cuidado casi litúrgico. Unos segundos de crepitar de vinilo y, de repente, la sala se llenó de un sonido explosivo.

El salón estalló al compás de "Mejor", y la energía beat de Los Brincos disolvió la tensión. La canción era un torrente optimista de guitarras eléctricas y coros.

presentacion del guateque

—¡Es la mejor para empezar! —gritó Juan, el anfitrión, sintiendo cómo se le pasaban los nervios al ritmo de la música.

—¡Ya te digo! —asintió Manolo—. Los Brincos siempre van directos al grano, ¿te das cuenta? No se andan con baladas, es ritmo puro.

—Pues a pesar de tener ritmo, la letra no es tan agradable. Cuenta que una pareja ha perdido sus sentimientos, y estarán mejor los dos si rompen la relación, dijo Elena. Es un poco triste... Y decepcionante...

Lo bueno es que transmite una alegría que te mete el baile en el cuerpo. A mí me encanta porque es un canto a la felicidad, a las ganas de vivir, al futuro. Escuchas la letra: "Mejor, mejor, tú vas a estar mejor...". Te anima. Asintió Manolo

—Pepe dijo, interviniendo con aire de saber: Y fíjate bien, Manolo, no es solo la marcha. La canción tiene ese puente genial donde las voces se cruzan, lo que se llama una armonía vocal, que es lo que Los Beatles hacen tan bien, pero ellos lo mezclan con esa guitarra española que se nota de fondo. Por eso suenan tan nuestros y tan modernos a la vez. ¡Es pop español puro!

—Marisa (la carabina, con un bufido discreto), les espetó: Lo que es seguro es que os hace perder la cabeza. ¡A ver si mantenéis las distancias!

Pero nadie la escuchaba. Javi, el gamberrete, no perdió un segundo y, con una sonrisa descarada, se acercó a Carmen:

—¿Me concedes el primer twist, señorita?

Carmen se sonrojó, pero no pudo evitar la sonrisa. Aceptó, aunque manteniendo una distancia que en otras circunstancias habría parecido inmensa, pero que en el guateque de 1967 era una audacia. El flirteo había comenzado.

El ambiente en el salón de Doña Elvira se había calentado. Con la luz filtrándose por las rendijas, el aire era espeso de emoción, de colonia barata y de la euforia del baile. Javi y Carmen ya no se sonrojaban; estaban en el centro, intentando los pasos más audaces del twist, casi sin mirarse, pero sabiendo que estaban siendo el centro de todas las miradas.

Mientras tanto, en la esquina menos visible, junto a una estantería llena de figuritas de porcelana de la abuela, un pequeño grupo de chicos había iniciado una operación secreta.

—¡Venga, que no nos vean! —siseó Ricardo, el más alto y el líder de la expedición al orujo.

—Esto es como un brindis por la libertad —dijo Jaime, con un vaso de La Casera de limón en la mano, listo para mezclar.

Abrieron la botella con un sonido discreto, y el aroma a aguardiente de hierbas se mezcló fugazmente con el olor a cera del parqué.

El tono melancólico, casi de cabaret picaresco, de "Un Sorbito de Champán" llenó la sala. No era un tema para bailar a lo loco, sino una balada con un aire de intimidad y picardía.

Ricardo, medio tambaleándose y hablando un poco más alto de lo normal, dijo, ¡Jaime, ponle más orujo! ¡Orujo de champán!

el rincon del orujo

¡Calla, zopenco, que nos van a oír! Le respondió Jaime, pero esta canción es perfecta. Escuchad la letra, que es lo importante. Habla del chico que celebra el primer amor que ha disfrutado con una persona muy especial para el, pues le ha servido para aprender, y hacerlo mejor en el nuevo amor que llega.

—Manolo: ¡Claro! Es la excusa perfecta. ¿No será que la canción explica lo que estamos haciendo? Es decir: "no me atrevo a besarla, no me atrevo a decirle que la quiero... a no ser que el champán me dé valor". Es una tontería, pero es una manera elegante de decir que estamos borrachos. ¡Es muy de hoy en dia, ser picaresco sin ser vulgar!

Pues yo ya tengo mi sorbito de orujo, y voy a sacar a bailar a Carmen. Asintió Ricardo con una melopea evidente. ¡Con este toque me atrevo a cualquier cosa! Y a continuación, se dirigió torpemente al centro del salón.

Antonio, el enamorado, vio el espectáculo de su amigo Ricardo, que se acercaba a Carmen con una audacia ridícula que parecía a punto de caerse. A su lado, Pilar y la rígida Felicidad estaban sentadas. Antonio sintió el pánico. Él no quería ser ese chico que necesitaba el alcohol para un primer acercamiento.

Dirigiéndose a Pilar, con la voz temblándole, le dijo ¡Qué pena que a estas alturas ya pongan canciones más lentas!

Pilar, observando a Ricardo con desaprobación, le contestó, a mí me parece mejor. Con la marcha que tienen, algunos ya han bebido de más. Es mejor parar un poco.

Antonio supo que era el momento. El ritmo más lento de la canción le daba una oportunidad. Tenía que sacar a Pilar a bailar antes de que Ricardo, con su "sorbito de orujo" encima, hiciera alguna locura.

Antonio sintió que el tiempo se aceleraba. Su amigo Ricardo, bajo los efectos del orujo, se dirigía torpemente hacia Carmen. Antonio sabía que si esperaba un segundo más, perdería su oportunidad con Pilar.

De pronto, tomando aire y enderezándose, se dirigió a Pilar. ¿Me concedes este baile, Pilar?

Pilar se puso roja, miró a su carabina. Felicidad dudó, pero antes de que pudiera protestar por el baile agarrao, Pepe lanzó el nuevo single.

La explosión de "Flamenco" no dio tiempo a más objeciones. El ritmo era un torbellino irresistible: una mezcla de la batería y la guitarra beat que amaban, con un toque inconfundiblemente español y tribal.

baile ante la carabina

Y Pilar, aprovechando la canción, y gritando un poco para hacerse oír por encima de la música, exclamó:  ¡Qué buena! ¡Es que esta te mete la alegría en el cuerpo!

A lo que Antonio le contestó, mientras la guíaba hacia el centro, ¡Ya lo creo! ¡Es mi favorita!

—Felicidad, La Carabina, rezongando desde el borde de la pista, se asustó al verlos tan determinados, y les espetó, ¡A bailar separados, eh! ¡Que os estoy vigilando!

Antonio y Pilar intentaron bailar el twist con la distancia prudencial, pero la energía del tema era tan grande que sus manos y sus miradas se encontraron inevitablemente.

¿Sabes por qué esta es tan especial? Le preguntó Antonio

¿Por qué? Le respondió Pilar en el fragor del baile.

Porque es como si nos dijeran que está bien ser moderno y ser español a la vez. Es muy lista. Mete el toque de las palmas y el ole, pero con ese sonido tan fuerte de batería que suena en Inglaterra. No es copla, no es solo twist, es… es nuestro. A Antonio se le veía orgulloso.

Tienes razón. Confirmó Pilar. Es la canción más nuestra y a la vez la más atrevida. Es como si el rock se hubiese puesto la capa española para engañar a los mayores. ¡Y vaya si los ha engañado! Escucha cómo la guitarra suena casi con rabia, ¡pero te dan unas ganas locas de mover los pies!

Se miraron y rieron. Por unos segundos, en medio del ritmo frenético, Antonio olvidó que Felicidad estaba vigilando, que Ricardo se tambaleaba peligrosamente y que el sol empezaba a bajar. Solo existían la música y Pilar.

El ambiente festivo, aunque ya menos desenfrenado por el cansancio del baile, seguía en lo alto, pero la botella de orujo escondida bajo la cama de Doña Elvira había hecho estragos. Ricardo, el líder del grupo de los valientes, ya no se reía: ahora estaba pálido y se apoyaba pesadamente en el brazo de Manolo.

Antonio y Pilar acababan de terminar su primer baile rítmico, y la cercanía, aunque vigilada por Felicidad, había dejado a Antonio en una nube.

En ese momento, Pepe, el encargado de la música, decidió que era hora de bajar las revoluciones y de pasar a los discos que permitían un baile agarrado con un poco más de audacia.

Puso el single, y un sonido profundo, dramático y muy diferente a lo que habían escuchado hasta ahora inundó el salón.

La balada "Lola", con sus acordes lentos y su melodía cargada de melancolía, obligó a las parejas a unirse o a pararse a escuchar.

Pilar le susurró a Antonio. ¡Mira a Ricardo! ¡Está verde!

tropezon inoportuno

Antonio, riendo por lo bajo, le contestó: se le ha subido el sorbito de champán de golpe.

¡Ay, Dios mío! ¿Y ahora qué hacemos? Exclamó Pilar alarmada.

La canción siguió su curso, y el drama de la letra se hizo palpable. Antonio y Pilar se quedaron parados, sintiendo la intensidad del tema.

Antonio, serio, mirando a Pilar a los ojos por primera vez, le preguntó: ¿Conoces esta canción?

Sí, es una de las más bonitas y tristes. Le contestó Pilar. Me da un poco de pena. No habla de la alegría de bailar, sino de lo mal que se pasa por culpa de los celos, de esa chica que sufre de celos porque cree que su chico ha estado saliendo con otras chicas.

Es que es una balada de verdad. Afirmó rotundo Antonio. Es una demostración de que Los Brincos no eran solo ritmo. Aquí bajan las guitarras, se centran en el sentimiento puro, y se nota mucho la voz de Junior. Es una canción de celos de las buenas. Por eso es tan de 1967, es más madura, más seria.

Felicidad, la carabina de Pilar, aprovechando la música lenta para acercarse, saltó de pronto. ¡A ver, Antonio! Que la canción es lenta, ¡pero no es para bailar abrazados! ¡Qué atrevimiento!

El regaño de Felicidad fue suficiente para romper el hechizo, pero antes de que Antonio pudiera alejarse, Ricardo, completamente ido por el orujo, tropezó, dando un traspiés justo al lado de Pilar.

Y aprovechó para soltarle, arrastrando las palabras, ¡Pilar! ¡Eres... más mejor que Lola! ¡Dame un beso!

Ricardo se abalanzó, tropezando y cayendo de rodillas ante Pilar, que gritó levemente del susto.

Antonio, sintiendo una punzada de celos y rabia por el espectáculo le espetó a su amigo perjudicado, ¡Ricardo! ¡Venga, hombre, ya vale!

La tensión era máxima. La melodía dramática de "Lola" era la banda sonora perfecta para este momento de conflicto y celos inocentes.

El caos de la borrachera de Ricardo fue resuelto rápidamente. Manolo y Jaime lo sacaron a rastras hacia la cocina para darle agua y obligarlo a sentarse. El incidente sirvió de aviso: el sol ya había bajado demasiado. La hora de Cenicienta se acercaba.

Antonio y Pilar se habían quedado cerca del tocadiscos, con Felicidad (la carabina) mirándolos con suspicacia. El ambiente había cambiado, la alegría inicial se había mezclado con la incomodidad y la certeza de que la magia de la tarde se estaba disolviendo.

Fue entonces cuando Pepe, el encargado de la música, puso el penúltimo single.

Contrariamente a lo que la letra sugeriría, la canción "Nadie te quiere ya" irrumpió en la sala con un ritmo pop potente, unos riffs de guitarra bien definidos y una base rítmica que invitaba irresistiblemente a un último baile.

Antonio, con alivio, viendo que la música volvía a ser movida, se giró hacia Pilar y le dijo: ¡Mira! ¡Un último baile, Pilar!

¡Vale! Le contestó Pilar aliviada. ¡Pero a ver si los borrachos no vuelven!

Se lanzaron a la pista para este baile de despedida, más cercanos que nunca, pero el ambiente ya no era de euforia, sino de urgencia.

Esta canción es rara, ¿verdad? Preguntó Pilar con cierta cara de extrañeza.

Sí, contestó Antonio, pero me encanta ese sonido tan lleno, con las cuerdas que meten por encima del ritmo pop. Es una tristeza vestida de fiesta, ¿no te parece?

Sí, tiene un ritmo muy beat, muy bailable, pero la letra… ¡la letra es de llorar! Habla de dejarlo, de que ya nadie se preocupa por ti. ¡Es muy madura para un baile! Pilar se puso muy filosófica.

alerta de la abuela

Pepe, pasando junto a ellos con una pila de vasos, les aclaró: ¡Claro! Es de la segunda etapa, ya sin Juan Pardo ni Junior. Los Brincos aquí se ponen más serios, más dramáticos, meten esa orquestación elegante y la contrastan con el ritmo. ¡Es pop de altura! Es la canción perfecta para cuando sabes que algo se acaba y tienes que disimularlo bailando.

Antonio se acercó a Pilar, sus manos rozándose con atrevimiento mientras el ritmo de la canción les permitía moverse. La letra, sin embargo, pesaba sobre sus pensamientos: Nadie te quiere ya, qué vas a hacer... Era un presagio del final inminente de la tarde, y de su fugaz historia.

De repente, la luz del salón se encendió de golpe, revelando la pequeña borrachera de Ricardo y el desorden. Manolo, el anfitrión, tenía la cara blanca.

¡Chicos, chicos! ¡La abuela! ¡Ha llamado por teléfono desde la fonda! ¡Vuelve en una hora! ¡Hay que recoger esto!

El hechizo se rompió violentamente. La última canción bailable terminaba con una nota de pánico.

Antonio se dejó caer en un sofá, observando el rastro del desorden. Los vasos de Mirinda, las cáscaras de cacahuete... Los jóvenes habían huido, volviendo a sus vidas reguladas, a la España que los encorsetaba, a ese mundo donde la alegría de un twist debía morir con la puesta de sol.

La aguja se deslizó, y la balada "Tú me dijiste adiós" llenó el vacío del salón.

Antonio, con aspecto cansado y tristón, se puso a filosofar. La música... Solo la música nos permite ser Mejor o beber Un Sorbito de Champán sin que nadie nos mire mal. Cuando suenan los discos, parece que estamos en Londres o en París. Pero luego la aguja se levanta, o llega la abuela, o te tienes que ir antes de que anochezca, y de repente, vuelves a ser un jovencito de esta España en blanco y negro.

Manolo, ya recuperado del susto, se sentó junto a él. Ambos se quedaron en silencio, escuchando la melodía.

Tú me dijiste adiós sin llorar... —murmuró Manolo, citando la letra—. No había champán, solo orujo. No fue un beso, sino una mirada robada. Pero el adiós es el mismo. La vida no es el disco, Antonio.

Antonio miró el plato del tocadiscos, ahora parado. La fiesta, el coraje que había encontrado para hablarle a Pilar, el riesgo de la borrachera, todo había sido una breve y preciosa aventura.

En ese instante, la música se había desvanecido, dejando solo la pesadez del silencio.

fin del guateque

Y es que aquel era el precio de la libertad juvenil de 1967. La música de Los Brincos era un arcoíris de ritmo y color en una España que aún se empeñaba en ver la vida en escala de grises. Eran la promesa de una Europa moderna que se colaba por las ondas de radio y los surcos de un vinilo. Antonio lo sabía, y Manolo también. Limpiaron el último vaso, apagaron la luz y cerraron la puerta de la casa, volviendo a sus caminos.

Para el joven de entonces, fue la tristeza de un amor fugaz. Pero para el lector que hoy evoca ese instante, la verdadera punzada melancólica no es el beso no dado, sino la certeza de que aquella tarde de 1967 es irrecuperable. Que la juventud, los miedos inocentes, el olor a La Casera y el sabor a orujo furtivo, todo quedó atrapado en el surco final de aquel vinilo de Los Brincos. Y aunque el tiempo ha pasado, la música sigue ahí, lista para hacer llorar al abuelete que un día fue Antonio, recordándole que, por muy poco, mereció la pena arriesgarlo todo en el guateque secreto de la Calle de la Paloma.

Epílogo y Reseña

icono radio

La historia de un guateque furtivo en 1967 no es más que un reflejo de la historia musical de Los Brincos: una explosión de color, modernidad y atrevimiento en un contexto gris y restrictivo. El álbum Singles Collection  de 1999, aunque publicado tres décadas más tarde, no es solo un disco de grandes éxitos, sino un mapa sonoro de cómo el pop español se abrió al mundo. Esta recopilación, que recoge el fulgor de su primera época (con Juan Pardo y Junior) y la madurez compositiva de Fernando Arbex en la segunda, demuestra por qué fueron apodados "los Beatles españoles".

epilogo los brincos

La crítica de los años sesenta los recibió con una mezcla de sorpresa y euforia: eran el primer grupo patrio que competía con la calidad de producción y composición de las bandas anglosajonas. Canciones como las que sonaron en el guateque alcanzaron un éxito arrollador e inmediato. "Mejor" y "Lola", ambas las hemos escuchado, ascendieron hasta el número 1 en las listas de ventas españolas, consolidando su dominio. "Un sorbito de champán" no solo fue un éxito, sino que se convirtió en el primer número uno en castellano en la historia de la lista de Los 40 Principales (alcanzando esa cima la semana del 25 de julio de 1966). Otros temas, aunque no llegaron al máximo, tuvieron un rendimiento excepcional, como "Tú me dijiste adiós" y "Nadie te quiere ya", que se mantuvieron en el top 5 y top 10 de las listas de ventas durante semanas, confirmando que cada single que publicaban se convertía automáticamente en un fenómeno social. Aunque es difícil cuantificar las cifras de ventas totales en una época sin certificación moderna, el impacto en las listas de España fue total, con casi una docena de singles entrando en los diez primeros puestos. La trascendencia internacional, si bien limitada en ventas por la barrera del idioma, se centró en Hispanoamérica, donde gozaron de una gran popularidad, y en apariciones puntuales en países como Francia y Portugal.

El lanzamiento del recopilatorio en 1999 llegó en un momento de reivindicación del pop de los sesenta en España, sirviendo como una reafirmación de su legado para nuevas generaciones y como un regalo nostálgico para los que vivieron el movimiento yeyé. La crítica actual es unánime: Los Brincos son considerados pioneros y fundamentales en la historia del pop-rock español. El paso del tiempo no solo no ha mermado su reputación, sino que ha magnificado su contribución. Hoy se valora su inteligencia al fusionar la energía beat (los coros de "Mejor", el ritmo de "Flamenco") con elementos de la tradición española (el toque de guitarra de "Flamenco", el dramatismo orquestal en baladas como "Tú me dijiste adiós" y "Lola"). El Singles Collection es, por tanto, una obra esencial que atestigua la madurez de una banda que, en plena dictadura, se atrevió a sonar a libertad. Las canciones que hoy nos hacen derramar una lágrima de nostalgia, fueron en su día la banda sonora de la modernidad y el riesgo, el único lugar donde muchos jóvenes podían permitirse, aunque fuera por una hora, un inocente y furtivo "sorbito de champán".

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La Opinión del Yeyo

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Cuando estos jovencitos del año 1967, celebraron este guateque, yo solo tenía 2 años, y como se puede imaginar, no tenía ni idea de nada. La primera referencia que tuve de Los Brincos sería a finales de los 70, cuando empiezo a tener los primeros recuerdos de la televisión; y en aquellos programas de entrevistas, donde presentaba el gran José María Iñigo, o de cualquier otra índole, en los que se anunciaban actuaciones de grupos musicales del momento, y anteriores. Recuerdo que conocí a Juan Pardo cuando actuaba en solitario, o a Junior, que se acabó casando con Rocío Durcal, y me enteré poco después, que habían sido compañeros en una banda mítica de los años 60, que se llamaba Los Brincos.

opinion yeyo

Y escuché esas canciones, en la tele, en la radio, (en la onda media, claro), y entonces me parecían antiguas, yo empezaba a instalarme en los 80, que es mi generación, y todo lo que sonara a 70’s o 60’s, estaba ya desfasado. Pero, que curioso es el tiempo. Cuando pasan los años, y empiezas a ver las cosas con cierta perspectiva, valoras las cosas de otra manera. No mides la música de antes con el mismo baremo, ahora las canciones de antes, las valoras por la cantidad de recuerdos que te traen. Por los momentos que has vivido con esa banda sonora alrededor. Y a mí, efectivamente, eso es lo que me pasa.

No tengo recuerdos de cuando Los Brincos estaban de rabiosa actualidad, lógicamente, pero sí los tengo de cuando a finales de los 70, y primeros 80, tenía la oportunidad de escucharlos, fuera cual fuera mi reacción entonces. Y eso es lo que me empuja a incluirlos en La Playlist del Yeyo. Ahora, en pleno siglo XXI, escucho esta banda, y me evoca cierta nostalgia, cierta añoranza, me produce ternura escuchar como Los Brincos intentaban imitar a Los Beatles, a su manera, porque eso era lo que se llevaba. Y lo hacían en una época, y en un pais, donde no era nada fácil ser moderno, o vanguardista.

contraportada de los brincos

Los Brincos fueron rompedores en su tiempo, aquí en España. La juventud de entonces los acogió, con mucha alegría, y con mucho entusiasmo, porque representaba la modernidad, frente a las costumbres y tradiciones que imperaban en la época. Y recordareis que vivíamos en una dictadura, donde el control político y la iglesia, imponían su ley. Todo lo que supusiera cierto aperturismo con el mundo exterior, con la modernidad, era bienvenido por esa juventud. Y Los Brincos lo fueron.  Recuerdo que mi padre no aceptaba los ritmos que imponían estos grupos, le parecían demoníacos, tribales, decía que venían de los ritos de los negros de Africa. En España, eran las primeras guitarras eléctricas, las primeras baterías, los primeros bajos, su sonido era espectacular, y la voces, y las letras, aunque eran políticamente correctas, (no les quedaba otra), ya suponían un cierto cambio y progreso en las vidas de los jóvenes de entonces. Yo creo que este artículo dedicado a Los Brincos es el mejor modo de comenzar a introducir música española en La Playlist del Yeyo. La década de los 60, en cuanto a música española, no se puede comparar con la grandiosidad de las grandes bandas del momento en el resto del mundo, sobre todo en el mundo anglosajón, pero como ya he dicho antes, mi baremo para medir la música española de este tiempo no es el de la mejor o peor música, o si me gusta más o menos, sino la del recuerdo, la de las vivencias, la de la añoranza. Al fin y al cabo, ese es el objetivo de La Playlist del Yeyo, traerte los mejores recuerdos, y sacar de vosotros, una sonrisa cómplice, un recuerdo bonito, o aunque sea una pequeña lagrimita de emoción, por esa memoria casi perdida en el tiempo. Si lo consigo, daré por bueno este trabajo.


Podeis visitar la página de La Playlist del Yeyo, en la que están ubicados todos los videos colgados en el blog, a modo de playlist, incluidos los de los Brincos, para que los disfruteis todos juntos, y en el orden que querais. También teneis una emisora con La Radio del Yeyo, que contiene los hits de las décadas de finales del siglo XX. Y si buscas una canción o un video que no está en La Playlist del Yeyo, lo puedes localizar en el Buscador del Yeyo, procurando especificar bien el video o canción que quieres localizar.

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