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Publicado diciembre 01, 2025 por Aurelio Vázquez Sánchez con 0 comentarios

U2-Achtung Baby

Achtung Baby alternativa

El Diario Achtung

La cinta de cassette

El aire en el antiguo sector oriental de Berlín olía a escombros, pólvora vieja y el persistente hedor metálico del cambio. Era el principio de 1992, y la ciudad unificada era un campo de juego surrealista donde los antiguos “fantasmas” de la Stasi bailaban en discotecas *techno* recién abiertas, intentando pasar por empresarios.

Erich Brandt no bailaba. Erich se movía, que no era lo mismo.

Se deslizó por la calle Gormannstraße, que pronto se llenaría de galerías de arte, pero que ahora solo ofrecía fachadas desconchadas y promesas vacías. Llevaba dos años escondido a plena vista. Antiguo analista de la “Hauptverwaltung Aufklärung (HVA)” el servicio de inteligencia exterior de la Stasi, su rostro era una ficha fría en archivos que se quemaban lentamente o eran vendidos al mejor postor. Su activo más peligroso no era lo que sabía, sino lo que había escrito. Sus diarios.

Se detuvo en la esquina. El cruce de la Torstraße era un estruendo de tranvías, bocinas y gritos de obreros que derribaban un edificio gris de la era soviética. El ruido. Era lo que más lo atormentaba. El silencio en la RDA era una jaula, pero el ruido en la nueva Alemania era una sirena que lo exponía.

Se dirigió al número 212, un edificio que había sido el hogar de su contacto, Ludwig, un antiguo librero que traficaba con información sensible. Erich pulsó el interfono, una mueca de cemento gris, y sintió el escalofrío en la base de la nuca. Ludwig no respondía.

la cinta de cassette

La puerta de madera, hinchada por la humedad, cedió al empujón, rechinando. El piso de Ludwig estaba vacío. No solo desocupado, sino “vaciado”. Faltaba todo: los libros, la cama, hasta el polvo parecía haber sido barrido por una mano profesional. Excepto por algo en la mesa de la cocina. Una pequeña cinta de “cassette” de cromo, con una etiqueta escrita a mano: "ZOO STATION".

Erich frunció el ceño. Ludwig no escuchaba música pop. Era un devoto de Bach y las marchas militares. Esto era un mensaje. Un mensaje cifrado.

Tomó el cassette y salió rápido. Necesitaba un lugar seguro, lejos de esa sensación de vacío que ahora le apretaba el estómago. Caminó de forma automática hacia la Alexanderplatz, ignorando el brillo ofensivo de los anuncios de neón occidentales. Se metió en el metro, dirigiéndose a un bunker personal que mantenía bajo un antiguo almacén cerca de la estación Zoologischer Garten, el famoso "Zoo Station".

Mientras el metro corría por el túnel oscuro, sacó un viejo walkman del bolsillo de su gastada chaqueta de cuero. Dudó. Si esto era una trampa, la música podía ser la señal. Pero si era la única pista de Ludwig, no podía ignorarla.

Introdujo el cassette. Pulsó 'Play'.

El sonido que llenó los auriculares no era un himno. Era una declaración. Era un “ruido de motor, una guitarra sucia, un ‘beat’ distorsionado y la voz filtrada de Bono”, gritando:

I'm ready, I'm ready for the laughing gas

I'm ready, I'm ready for what's next...

I'm ready to let the devil in...

Aquel no era el U2 de la piedad y la política, el U2 de los pósters. Era una criatura nueva, algo áspero, sexy y profundamente desorientado. Era el Achtung Baby.

Erich sintió un escalofrío. "Zoo Station". Un nombre, una dirección. El nuevo álbum de U2, que había salido hace poco, era la banda sonora de su paranoia. Ludwig le estaba diciendo que se dirigiera allí, o quizás, que ya había pasado por allí. Pero la música... la música era el mensaje real. Era un reinicio. Un borrado.

¿Qué demonios es esto, Ludwig? pensó.

El Encuentro en la Estación de la Vergüenza

Salió del metro en la Zoologischer Garten. La estación, en el corazón del Berlín occidental, era un laberinto de luces brillantes, tiendas de souvenirs baratos y el rastro de la desesperación. Se dirigió al kiosko de periódicos en el nivel inferior, comprando un Frankfurter Allgemeine Zeitung para disimular.

Mientras hojeaba la sección de cultura, buscando algo que le diera sentido a la pista de Ludwig, una voz femenina con un acento irlandés melódico pero firme, le habló por encima del hombro.

-Disculpe, ¿sabe dónde puedo encontrar una copia del álbum Achtung Baby de U2? Sé que está en todas partes, pero busco una edición con la pegatina promocional. Es para un artículo.

Erich, con el instinto del antiguo espía, no se giró de inmediato. Se concentró en las líneas del periódico.

-Mire en KaDeWe- respondió con un alemán neutro. -Lo tendrán.

-Ya lo he hecho- dijo ella, y ahora se movió para que él pudiera verla.

Anna y Erich se conocen

Era joven, quizás de veinticinco años, con un cabello rojo vibrante que era demasiado brillante para ser natural, y unos ojos verdes que lo miraban con una mezcla de curiosidad profesional y audacia. Llevaba una cámara fotográfica con una correa de cuero gastada colgando del cuello y una libreta Moleskine en la mano.

-Soy Anna Quinn, del Dublin Music Post- dijo ella, extendiendo la mano con un apretón firme. -Estoy cubriendo la vida en Berlín, y la banda sonora de la reunificación. Necesito hablar con alguien que entienda este nuevo sonido. Y vi su chaqueta.

-¿Mi chaqueta? -Erich casi sonrió.

-Sí. La chaqueta. Es una statement. Es una pieza del antiguo Berlín, ahora en la nueva. Y... estaba escuchando a U2 en su walkman. "Achtung Baby". Eso no es música para turistas.

Erich la observó. No parecía una amenaza. Parecía... despistada, pero con un propósito. Si Ludwig le había dejado el cassette, quizás esta periodista musical era parte del plan. Un despiste. O un punto de contacto.

-Soy Klaus Richter -mintió, pero le dio la mano. -Y no, no es música para turistas. Es el sonido de algo que se rompe.

Anna sonrió, una sonrisa luminosa que contrastaba con la penumbra de la estación.

-¡Exacto! Y eso es lo que intento descifrar. La crítica es que U2 ha pasado de la grandilocuencia de The Joshua Tree a algo irónico, algo feo, algo sexual... -Hizo una pausa, hojeando su libreta.

-Usted lo ha dicho -asintió Erich, ahora intrigado. Era la primera vez en años que podía hablar con alguien sobre algo que no fuera supervivencia.

-Mucha gente en el oeste dice que se están burlando de sí mismos. Pero yo creo que están siendo brutalmente honestos. Están diciendo: el Viejo Mundo está muerto, y no sabemos qué sigue.

Anna cerró su libreta.

Anna y Erich en una cafeteria

-Mire, Klaus... ¿puedo invitarle a un café y me cuenta qué significa este álbum para un berlinés que ha vivido el Muro?

Erich lo sopesó. Era un riesgo. Pero el kiosko de Ludwig estaba vacío, la pista era una canción de U2, y la única persona que se acercaba a él era una periodista irlandesa obsesionada con el nuevo sonido. La ironía era tan grande que casi se sentía seguro.

-Está bien, señorita Quinn. Pero nada de preguntas sobre política. Hablemos solo de ruido.

Se dirigieron a un café cercano, con el walkman de Erich en silencio, pero con el eco de "Zoo Station" aún resonando en su cabeza.

El Artificio de la Realidad

Mientras se sentaban en una mesa apartada, Anna encendió una grabadora de casete pequeña y la colocó entre ellos.

-Entonces, ¿qué piensa del sonido? ¿Este giro de U2, es Even Better Than The Real Thing? ¿Es la versión mejorada de lo que eran? ¿O es una fachada?

La pregunta de Anna golpeó un nervio sensible en Erich. Fachada. Eso era su vida ahora. El espía que interpretaba al tranquilo electricista.

-Es una fachada, claro. Pero es brillante. Achtung Baby es un disco sobre el engaño -Erich tomó un sorbo de su café fuerte, que sabía a ceniza-. Piensen en lo que estaban haciendo antes. Eran "honestos", directos. Eran el sonido. Pero al entrar aquí, en Europa, en la decadencia y el cinismo de la caída del comunismo... se dieron cuenta de que la verdad es demasiado aburrida.

-¿Y ahora? -preguntó Anna.

—Ahora son el antihéroe. Mira cómo se visten -Erich hizo un gesto vago-. El cuero, las gafas de mosca, el alter ego del Zooropa Man. Bono ya no es un profeta en el desierto. Es un payaso en el circo.

Anna sonrió.

-Eso es lo que hace que funcione. El disco es una crítica brutal a su propia grandilocuencia anterior. Las canciones como Even Better Than The Real Thing son la banda sonora perfecta para el Berlín unificado. De repente, todo el oeste es accesible: el consumismo, las mentiras brillantes, la televisión basura. Lo falso es, de hecho, más atractivo que lo auténtico. La verdad era gris y aburrida, como nuestra televisión estatal. La mentira es neón y sexy.

-Es el sonido del exceso, ¿no cree? -dijo Anna, fascinada por la profundidad del análisis de Erich, sin saber que hablaba con un hombre cuya vida era el exceso del engaño-. El riff de The Edge en "Even Better Than The Real Thing" es una ilusión auditiva. Está tan procesado y distorsionado, que suena... mejor que lo real.

Erich se encogió de hombros, la frase de Anna clavándose en su pecho como una aguja. "Mejor que lo real". Eso era lo que había intentado ser: un hombre nuevo, sin pasado, más atractivo que el verdadero Erich Brandt.

-El problema -murmuró, casi para sí mismo- es que la mentira se vuelve insostenible. Eventualmente, la fachada se desmorona, y lo que queda es mucho más feo que lo que se intentaba ocultar.

Anna asintió, pensando que hablaban del arte de la música.

-Pero ¿y qué hay de la emoción? ¿Es todo artificio?

Erich se inclinó sobre la mesa, su voz bajó a un susurro.

Anna y Erich tomando cafe

No. Ahí es donde te atrapan. Porque justo cuando crees que están completamente sumergidos en el cinismo y la burla... te golpean con la verdad.

Sacó el cassette de Ludwig de su bolsillo y lo colocó sobre la mesa, junto a la grabadora de Anna.

-Hay una canción en este álbum que está más allá de la fachada, señorita Quinn. Una canción que no pueden disfrazar con gafas de sol ni riffs irónicos. Es el centro emocional, el punto cero de todo el caos.

Anna miró el cassette, luego a Erich. La luz del café reflejaba la desesperación en sus ojos, una desesperación que no encajaba con su análisis musical.

-¿Qué canción es? -preguntó ella.

Erich Brandt se quedó en silencio por un largo momento, con sus ojos fijos en el cassette que era su única pista. Finalmente, dijo una sola palabra, que resonó en el café como una confesión.

"One"

Dos Almas en el Espejo Roto

La cafetería estaba envuelta en el silencio incómodo que sigue a una revelación. Anna se inclinó, el zumbido de su grabadora capturando solo el tintineo de las tazas.

"One" -repitió Anna, su voz casi un susurro-. Es la canción que salva al álbum, ¿verdad? La que dice que, a pesar de todo el cinismo y la deconstrucción, todavía hay algo por lo que luchar.

Erich, o "Klaus Richter", asintió lentamente.

-No se trata de luchar por un mundo. Se trata de luchar por otra persona, incluso cuando esa persona es una extraña. La canción fue escrita durante la tensión de la reunificación de la banda, pero se convirtió en el himno de la reunificación de un país. O de dos almas rotas.

Se puso de pie, su expresión cambiante. El análisis musical había tocado demasiado cerca de su verdad.

-Debo irme, señorita Quinn. Gracias por el café.

Anna, que era periodista ante todo, no iba a dejarlo escapar tan fácilmente. Se levantó también, deslizando la grabadora y el cassette de Ludwig de vuelta a su bolsillo.

Erich se va de la cafeteria

-Espere. Usted sabe lo que significa este cassette. Sabe por qué lo dejaron allí. Yo no estoy persiguiendo la historia de U2, Sr. Richter. Estoy buscando la historia humana detrás del Muro, y usted es la primera persona que me habla con esa clase de intensidad.

Erich dudó en la puerta. Los ojos de Anna eran insistentes, limpios de la corrupción que él había visto durante décadas.

-Si quiere entender la caída del Muro, no busque en los archivos de la Stasi. Busque la traición en el corazón de un hombre. Busque el diario que un espía escribió sobre su amante, una mujer que creyó en la RDA. Ese es el verdadero Achtung Baby. La verdad es lo que te queda cuando te quitas el disfraz.

Anna parpadeó. -Usted está hablando de "One"... We're one, but we're not the same. We hurt each other, then we do it again...

Erich asintió, una mueca de dolor cruzando su rostro.

-Si encuentra ese diario, encontrará el verdadero Berlín. Y yo no he dicho nada.

Se dio la vuelta y se apresuró a salir, perdiéndose en el tráfico ruidoso. Anna lo vio marcharse, no como un informante asustado, sino como un protagonista huyendo de su propio final. Sabía que no se llamaba Klaus Richter. Sabía que su historia era mucho más oscura que una simple reseña musical. Sacó el cassette y lo miró. Si "Zoo Station" era la dirección, y "Even Better Than The Real Thing" era la mentira, entonces "One" era la confesión.

El Viento de Dublín

Anna no perdió el tiempo. Usando los métodos que había aprendido investigando a músicos evasivos, hizo tres llamadas: una, a la oficina de Dublín para que rastrearan cualquier mención de un "Klaus Richter" en archivos de la Stasi filtrados, una segunda, a una fuente en el Militärhistorisches Museum de Dresden, y la tercera, a un amigo DJ que conocía los códigos de cassettes que circulaban en el underground berlinés.

La llamada del DJ fue la que funcionó. Le dijo que la etiqueta "ZOO STATION" y el tipo de cassette de cromo solo podían pertenecer a una persona en el Berlín de principios de los 90: Ludwig Schultze, el viejo librero que fue un conocido coleccionista de grabaciones ilegales de rock occidental durante la RDA. El DJ le dio una dirección antigua: un almacén abandonado cerca del río Spree, un lugar conocido por haber sido utilizado por traficantes de arte y, más recientemente, como club pop-up.

Anna tomó un taxi, sintiendo la adrenalina. Ella no era una espía, era una periodista. Pero la música la estaba guiando.

Llegó al almacén, un edificio de ladrillo rojo con ventanas rotas. La puerta estaba entreabierta. Una tenue luz azul parpadeaba en el interior. Anna empuñó su cámara no para tomar fotos, sino como un arma torpe.

Al entrar, un pulso rítmico y seductor la golpeó, haciendo vibrar el suelo de cemento. Era música, a todo volumen. Un groove infeccioso de bajo y batería, con una guitarra que se retorcía como humo.

Anna se sintió momentáneamente desorientada por el ritmo exótico. "Mysterious Ways". Una canción sobre cómo la mujer (o la musa, o la verdad) aparece en la vida de un hombre de maneras... misteriosas.

Avanzó por un pasillo entre cajas vacías. La música venía del fondo. Allí, de espaldas a ella, estaba Erich, alias "Klaus Richter". Estaba de pie junto a un viejo tocadiscos industrial, un vinilo de Achtung Baby girando. Había encontrado el almacén por la misma pista.

-Creí que se había ido -dijo Anna, su voz casi inaudible sobre el funk machacón.

Erich se giró, su rostro reflejaba la sorpresa.

-Y creí que usted entendería la pista y me dejaría tranquilo -replicó, apagando el equipo abruptamente. El silencio que siguió fue atronador.

-Usted me dio la pista. Un hombre al que le borran la vida deja una canción que habla de que el amor viene por caminos misteriosos -Anna se acercó-. Usted es Erich Brandt, ¿verdad? El analista de la HVA que desapareció justo después de que cayera el Muro. Ludwig Schultze era su único contacto.

Erich no lo negó. Simplemente se pasó la mano por el pelo, un gesto de derrota.

-Si estoy aquí, es porque Ludwig me citó. Lo vi vacío. Si ese hombre me trajo aquí, es porque algo vital se perdió.

Señaló una caja de madera semiabierta en el rincón. Contenía viejos carretes de cinta y diarios de cuero mohoso.

Anna en el almacen solitario

-Estos son los archivos de Ludwig Schultze. Me dijo que si algún día lo perdía todo, viniera a por ellos. Me dijo que la verdad estaba ahí. Pero...

Erich levantó un diario pequeño, de tapas negras, distinto a los demás.

-Este es el mío. Mi diario de espía. Mi Achtung Baby. Escrito en clave para que solo yo lo entendiera.

-¿Y qué dice la clave? -preguntó Anna, sintiendo el peso de la historia en el aire.

-Dice... que el amor es ciego. Que la esperanza es la luz en la oscuridad. Y que si le enseñas a volar a tu amante, ella te dejará -Erich apretó el diario-. Habla de la operación "Sperling" (Gorrión). La vigilancia de un intelectual de Berlín Occidental y su contacto en el Este, que era la mujer que yo amaba. Yo era el analista que tenía que destruirla. Pero la canción "One" es verdad: We get to carry each other. Intenté salvarla. Por eso estoy aquí.

Anna miró los diarios, luego a Erich. La música de U2, que ella usaba para escribir una reseña cultural, era la llave para una historia de espionaje, traición y amor en el telón de fondo de la Guerra Fría.

-Tenemos que irnos -dijo ella, con una nueva urgencia-. Si alguien le sigue, y ahora me sigue a mí, los archivos de Schultze no son lo único que buscan. Buscan su diario, Erich. Y van a empezar a buscar donde encontraron su pista de "Zoo Station".

- ¿Y a dónde iremos? -preguntó él.

Anna sonrió, la adrenalina ahora puramente periodística.

-A la única otra estación que tiene nombre de canción de U2: "The Fly". Vamos a sumergirnos en la mugre y el exceso del nuevo Berlín para escondernos. Vamos a ser el diablo telefónico por un día.

El Zumbido de la Información

Se movían rápido, huyendo de las sombras del almacén. Erich Brandt, el ex-espía convertido en guía forzoso, y Anna Quinn, la periodista convertida en cómplice.

en el coche

Anna había conseguido un coche prestado: un viejo Trabant azul, un sarcófago de plástico con motor de dos tiempos, que era el epítome de la Alemania Oriental que Erich intentaba dejar atrás. Se dirigieron a Kreuzberg, una zona donde la anarquía cultural se mezclaba con la pobreza y la desesperación, el lugar perfecto para perderse.

-¿Por qué "The Fly"? -preguntó Anna, mientras el Trabant tosía por la Strasse des 17. Juni.

Erich apretó el diario negro contra su regazo, mientras sujetaba el volante con la otra mano. La clave de "The Fly" era un concepto que la Stasi había dominado: la sobrecarga de información.

—"The Fly" no es Bono. Es el diablo telefónico. El hombre que tiene toda la información y la usa. Es la sensación de saber demasiado y de que todo se mueve demasiado rápido. El Muro cayó y nos dimos cuenta de que el Occidente no era la tierra prometida, sino una avalancha de publicidad, noticias falsas y mentiras más atractivas que la verdad.

—Es el disco en sí —murmuró Anna, sujetándose a la puerta—. La crítica ha intentado etiquetarlo como glam rock, como industrial, pero yo creo que es solo ruido bien organizado. Es el sonido de la confusión.

Anna encendió el walkman. El pulso industrial de "The Fly" resonó en el habitáculo, un ritmo rápido y urgente que encajaba con su huida.

Mientras la canción avanzaba, con los mensajes rápidos y urgentes superpuestos a la voz de Bono (como 'Watch more TV', 'Don't believe what you read'), Erich sintió que su pasado se le echaba encima.

El disco es la crónica de un hombre que se hunde bajo el peso de su propia información -dijo Erich, subiendo el volumen. - Every artist is a cannibal, every poet is a thief. La verdad es que robé la vida de la mujer que amaba. Robé la vida de mi país. Y ahora, alguien más quiere robar la mía.

-¿Quién es "alguien más"? -preguntó Anna, mientras Erich viraba bruscamente para esquivar un taxi.

No son solo los restos de la Stasi buscando venganza, Anna. Hay un empresario. Un tipo occidental que usa la reunificación para limpiar dinero y conseguir propiedades. Se llama Von Reuter. Necesita mi diario. Detalla cómo se usaron fondos de la RDA para financiar operaciones encubiertas de la Stasi, y mi amada, Elsa, era la clave. Si el diario sale a la luz, Von Reuter pierde su imperio.

-Necesitamos llegar a Dublín -dijo Anna. -Acelera. Ahí es donde se publicará mi artículo. Ahí es donde estarás seguro. Usaremos mi redacción como cobertura.

Erich sonrió con amargura.

—Anna, eres demasiado optimista. La traición no espera al cambio de país.

La Verdad del Amor Prohibido

Se refugiaron en un viejo loft vacío que Anna había alquilado en el barrio de Wedding, una zona de antiguas fábricas reconvertidas. Anna colocó su portátil sobre un barril oxidado y comenzó a escribir, tecleando a la velocidad de la luz, intentando convertir la narrativa de Erich en una reseña de música.

-Escúchame -dijo Anna, sin dejar de teclear-. Quiero que mi artículo hable de la dualidad emocional de Achtung Baby. Hablamos del cinismo de "The Fly" y la honestidad de "One", pero hay algo aún más oscuro que se esconde, y eso es lo que le da su peso real.

Anna detuvo la música que sonaba en el walkman de Erich e insertó un nuevo track del álbum. Una melodía lenta, de piano y guitarra acústica, inundó el espacio.

"So Cruel". La voz de Bono era de terciopelo, pero el sentimiento era de cuchillo. Celos, traición, la amarga certeza de que el amor no correspondido o prohibido es la peor de las prisiones.

-Esta es la canción de tu diario, Erich -dijo Anna, conmovida por la melodía—. I'm only hanging on to watch you go. La reseña de Achtung Baby tiene que decir que el álbum es cruelmente honesto sobre el amor. Es la negación de los grandes himnos de amor y esperanza que U2 cantó antes. Esto es dolor puro.

Erich finalmente abrió el diario negro, que había permanecido sellado durante dos años. Había una fotografía pegada en la primera página: una mujer de cabello oscuro y ojos intensos. Elsa.

Anna y Erich en el loft

-Elsa era una artista de Berlín Oriental. Yo era su vigilante. La amé, y la Stasi lo usó. Me obligaron a crear una red de información a través de ella. Cada vez que la tocaba, cada vez que ella se reía, yo estaba escribiendo en este diario lo que iba a destruirla.

Señaló una línea en el texto, cifrada con una referencia musical.

-Ella me descubrió un día. Encontró el código que usaba para ocultar mis informes. Me dijo: 'Somos uno, pero no somos lo mismo. Me hiciste daño, y lo hiciste otra vez. Y, sin embargo... me amaste, y yo te amé.' La letra de "One" es la voz de Elsa. Es la confesión que nunca pude hacer.

-Y cuando el Muro cayó, usted huyó, ¿pero ella? -preguntó Anna.

-Elsa fue detenida por la propia Stasi, antes de que el caos fuera total. La usaron para asegurarse de que yo guardara silencio. Pensé que con el Muro caído la habrían liberado. Pero si Von Reuter la está buscando, es porque ella es la única otra persona que puede descifrar este diario, además de Ludwig. Y él está muerto.

De repente, se escuchó un fuerte crack en la puerta principal. No era la policía. Era un golpe de ariete.

-Nos encontraron -murmuró Erich, su rostro pálido-. El ruido de "The Fly" nos delató.

Anna recogió el portátil y el diario.

-Von Reuter sabe que buscamos la verdad. Y él actúa. Vámonos, Erich. Aún nos queda una canción. "Ultra Violet". La luz que nos guiará. Si la banda sonora de la traición es "So Cruel", la de la esperanza debe ser la que nos saque de aquí.

Anna señaló una escalera de incendios que conducía al tejado. Erich, el espía exhausto, solo pudo asentir. El sonido suave, casi lastimero, de "So Cruel" se apagó, dejando paso a la urgencia de la huida.

La Escalera a la Luz

El golpe que rompió la cerradura del loft fue un sonido final. No era la policía: era la brutalidad organizada. Erich y Anna ya estaban en la escalera de incendios, ascendiendo. El metal gimió.

Anna le empujó el walkman a Erich.

-¡Escucha! -jadeó ella-. "Ultra Violet". Si "So Cruel" es el agujero negro, esta es la luz. Oh, love, light my way... ¡Es la fe que te saca de la oscuridad!

Erich escuchó el familiar y épico sonido. El riff de The Edge era un hilo de luz en medio de la oscuridad.

Al llegar al tejado, el frío les azotó. La puerta de acceso al tejado de metal se abrió de golpe con un estruendo metálico. Dos hombres corpulentos, vestidos con gabardinas baratas, salieron a la intemperie. No gritaron. Su silencio era su amenaza.

-¡Están aquí! -gritó Anna.

Corrieron. Saltaron sobre conductos de ventilación oxidados, con el eco de la percusión de Larry Mullen Jr. marcando el ritmo de su huida. Los hombres de Von Reuter eran pesados, pero rápidos.

Erich se detuvo en el borde, donde el edificio lindaba con otro, separado por unos angustiosos dos metros sobre un callejón oscuro.

-No hay salida, Anna. ¡El salto! -Erich se giró, sacó el diario y con los alicates extrajo la microficha de la costura.

-Toma. El documento de la HVA -dijo, metiéndosela en el bolsillo con el diario-. ¡La prueba es lo que importa!

Anna lo miró, los ojos verdes llenos de lágrimas y adrenalina. -¡No te voy a dejar!

-Tienes que hacerlo. I’m a man out of time, I’m running slow. -Él citó la canción, una sonrisa amarga en su rostro-. Yo soy el pasado de Berlín. Tú eres el futuro.

El primer hombre se acercó, su mano enguantada lista para agarrarlo. En un acto de desesperación, Erich arrojó un viejo bidón de metal contra el hombre y lo hizo tambalearse.

-¡Ahora! -gritó Erich, dándole un empujón a Anna hacia el vacío.

la huida

Anna, sin pensarlo, saltó con un grito, cayendo torpemente sobre el tejado contiguo, su cámara y el diario a salvo. Se giró para ver a Erich.

Erich Brandt no saltó. Se enfrentó al segundo hombre.

¡Tienes que publicar la historia, Anna! ¡La verdad de Elsa! -gritó, mientras la canción llegaba al clímax épico.

Erich, con una última maniobra de viejo espía, tomó un pedazo de tubería rota. El sonido de los golpes resonó en el callejón. Anna sabía que no podía ayudarlo. Tenía la misión de Elsa, la prueba, la verdad. Se arrastró lejos de la cornisa, sintiendo cómo "Ultra Violet" la arrastraba hacia adelante, una luz solitaria en su camino de fe y miedo.

Se deslizó por la escalera de incendios del edificio adyacente. Abajo, el callejón se llenó de sombras y el ruido de los golpes se detuvo abruptamente. Anna no miró. Ella corrió. Corrió con la historia de Elsa y Erich, con la confesión y el sacrificio, y con la banda sonora de la deconstrucción y la fe en sus oídos.

El escape fue un éxito sangriento. Anna llegó a la comisaría. La microficha y el diario de Erich fueron el martillo que destrozó el imperio de Von Reuter. Unas semanas después, Von Reuter fue detenido.

En cuanto a Erich Brandt, no se le encontró en el loft. Ni en el tejado. Solo un rastro de sangre en la cornisa. El rumor en el underground de Berlín era que había sido capturado y llevado a algún lugar donde no pudiera hablar, o quizás, simplemente había decidido desaparecer, como el verdadero espíritu del espía que usa su propia muerte como último acto de servicio.

Anna, sentada en un pub de Dublín, publicó su artículo y comenzó su best-seller con una botella de cerveza. Ella nunca supo el destino de Erich, pero sabía que su historia estaba completa. Y que la canción "One" era, al final, la verdad más cruel y hermosa de todas.

Epílogo y Reseña

icono radio
Anna y Erich se despiden

La historia de Erich y Elsa se publicó en la sección de cultura del Dublin Music Post, convirtiendo a Anna Quinn en una estrella y al diario de Erich en un símbolo de la transición alemana. El diario, apodado "El Archivo Achtung", se exhibió brevemente en un museo de la Guerra Fría.

Achtung Baby, el séptimo álbum de estudio de U2, no fue solo un disco; fue una ruptura radical.

Publicado el 18 de noviembre de 1991, el álbum fue grabado en gran parte en los Hansa Studios de Berlín, con el Muro de Berlín cayendo alrededor, una metáfora perfecta para el caos sonoro y emocional que buscaban.

Fue un éxito comercial inmediato, vendiendo más de 18 millones de copias a nivel mundial, consolidando a U2 como una de las bandas más grandes, aunque con un nuevo rostro.

Debutó en el número uno en las listas de álbumes de EE. UU., Reino Unido, Canadá y Australia.

La crítica inicial fue abrumadoramente positiva, pero también polarizada. Medios como Rolling Stone lo calificaron de "impresionante y valiente", dándole 5 estrellas. Celebraron la reintroducción de la ironía, el glamour y el riesgo en el rock de estadios. Fue un rechazo consciente de su pasado serio, adoptando sonidos industriales, dance y shoegaze que los alineaban con el rock alternativo de principios de los 90.

epilogo achtung baby

El álbum es universalmente considerado como el segundo mejor álbum de U2 después de The Joshua Tree, y una de las obras más importantes de los años 90. Marcó la transición del rock de arena de los 80 al rock alternativo experimental y post-moderno. El impacto visual de la subsiguiente gira, ZooTV, con sus pantallas gigantes, la sobrecarga de medios y la ironía, es considerado un hito en la historia de los conciertos.

El consenso actual es que Achtung Baby es el álbum donde U2 alcanzó su punto máximo de riesgo y creatividad. Canciones como "One", "The Fly" y "Mysterious Ways" se mantienen como pilares de su repertorio. Se le valora por ser un disco que, bajo una capa de cinismo y distorsión, contiene algunas de las canciones más vulnerables y profundas de la banda, demostrando que la fe y el amor pueden coexistir con la traición y la duda. Es la prueba de que, a veces, destruir lo que fuiste es la única forma de encontrar lo que puedes llegar a ser.

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La Opinión del Yeyo

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Yo fui uno de los enamorados del Joshua Tree, y también debo decirlo, me gustó el Rattle and Hum, aunque la crítica no lo trató tan bién en su momento. Eran U2, y para mí, eran como la banda perfecta, todo lo que hicieran sería bueno, no concebía otra cosa. Conocía a los U2 desde que surgieron, desde aquel lejano Boy, y todo lo que habían hecho, no es que me gustara, es que me encantaba. Así de simple. Incluso el October, tan defenestrado por crítica y público, era un buen disco, para mí.

Pero llegó una nueva década, nuevas músicas, nuevos estilos, mas electrónica; aunque hubo de todo, ahí está el grunge. Y también llegó U2. Después de un largo descanso, merecido por otra parte, volvieron a la carga. Y llegó Achtung Baby. No era lo que esperaba, lo reconozco, pero después de tanto tiempo sin ellos, fuera como fuera, era bien recibido. Lo escuché cuando salió. Me sorprendió, pero me gustó. Me gustó desde la primera audición. Esos son los discos que me marcan en mi vida. Los que entran desde el primer momento. Recuerdo que no me lo compré enseguida, pues lo quería en compact disk, y yo aun no tenía reproductor, era un formato poco distribuido aun, pero en cuanto tuve ordenador, con su correspondiente reproductor de CD, me lo compré.

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Y lo gozé, vaya si lo gozé. Es de lo mejorcito de los 90, aunque en los 90 hay muy buen rock, y muy buena música también. Suena diferente a mi adorado Joshua Tree, pero suena bien. Tiene más electrónica, pero The Edge tiene muchas oportunidades de lucirse igual que antaño. ¡Mira que me gusta como toca la guitarra este tío!

Entiendo que todo evoluciona y estos irlandeses tan buenos, pues también. Eso sí, lo que no cambia es Bono, su voz. Es inconfundible. Sin el, no sería lo mismo. Serían buenos, pero ya no tanto. Pero a pesar del cambio, es bueno, este disco es muy bueno. Me gusta, lo llevo escuchando mucho tiempo, y no me canso. He leído sobre el, sobre su intrahistoria, y me encanta. Por lo visto tuvieron muchos problemas para llegar a este sonido, no todos estaban de acuerdo, pero al final, llegó. Y valió la pena. Eso sí, soy de la opinión de que Achtung Baby es el último gran álbum de U2. A partir de aquí, vivirán de las rentas, y sus nuevos trabajos, pierden calidad, en comparación a todo lo de atrás.

La Playlist del Yeyo tiene un par de discos de U2 en su catálogo, y aun quedan algunos por llegar, entre ellos el Joshua Tree, pero te pido paciencia, querido lector. ¡Llegará! De momento entra Achtung Baby, y lo hace por la puerta grande. Discazo.


Podeis visitar la página de La Playlist del Yeyo, en la que están ubicados todos los videos colgados en el blog, a modo de playlist, incluidos los de los U2, para que los disfruteis todos juntos, y en el orden que querais. También teneis una emisora con La Radio del Yeyo, que contiene los hits de las décadas de finales del siglo XX. Y si buscas una canción o un video que no está en La Playlist del Yeyo, lo puedes localizar en el Buscador del Yeyo, procurando especificar bien el video o canción que quieres localizar.

¡¡Hasta la próxima!!


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